Una carroza fúnebre ingresó al portal del Cementerio Municipal Jardín de Soyapango a las 9:25 de la mañana de ayer: se trató del primer entierro bajo el protocolo COVID-19 que recibieron en 2021. En la distancia, la familia del fallecido observaba al personal del cementerio. El equipo vestía de blanco, y no de luto; son sus trajes de bioseguridad.
Victoria, de 71 años, fue la persona que será enterrada. Sus dos hijos observaron a unos metros la escena, mientras los cinco empleados del camposanto, siguiendo el estricto protocolo de seguridad, realizaron el proceso de inhumación en una tumba compartida.
“Es un proceso doloroso, el no poder recibir el cuerpo, velarlo y enterrarlo como siempre se ha hecho”, comentó Williams, uno de los hijos de Victoria.
“Tener que decirle a la familia: decidan entre todas las personas a los dos que pueden ingresar es bien difícil, porque uno se pone en el lugar de la otra persona”, comentó sobre el protocolo, Marco Antonio Servellón, gerente de los cementerios de Soyapango.

Victoria padecía de afasia cerebral, por lo tanto requería de cuido especial y solo un integrante de la familia tenía contacto físico con ella, manteniendo todas las medidas de prevención para evitar contagios, aseguran los familiares.
Sin embargo, hace unas semanas, Victoria presentó problemas de salud y fue ingresada en el hospital Molina de Soyapango; dos días después de su ingreso, exámenes realizados por los médicos confirmaron que tenía neumonía, explicó Williams, por lo que fue trasladada al Hospital El Salvador bajo sospechas de COVID-19, donde murió el 31 de diciembre.
Durante el confinamiento por la pandemia, el Documento Único de Identidad de Victoria fue extraviado, lo que dificultó a su familia el retiro de sus restos mortales.
Cinco días después, el cadáver de Victoria fue trasladado desde el Hospital El Salvador hasta el cementerio Jardín, en una carroza fúnebre custodiada por el personal del Ministerio de Salud.
Inicio con pocos recursos
En 2020, el Cementerio Municipal Jardín fue uno de los panteones dedicados exclusivamente para el entierro de personas que fallecieron por el nuevo Coronavirus o sospecha de COVID-19. Desde el 30 de abril hasta el 31 de diciembre hubo 238 sepelios, haciendo un promedio de 30 entierros al mes por esta causa.
“Lo más relevante a destacar es la cantidad de servicios que tuvimos, porque después de ser un cementerio que tenía pocos entierros a la semana, comenzamos a tener de 12 a 14 entierros diarios durante lo más fuerte de la pandemia”, narró el gerente de los cementerios de Soyapango.

Servellón recuerda cómo fueron los primeros días y que, con los pocos recursos de la municipalidad, lograron que el equipo del cementerio cumpliera con los protocolos y de esa forma lograron no tener ningún contagio entre el personal.
“Teníamos que acoplar los escasos recursos con lo que se cuenta en la municipalidad para sacar adelante la función en medio de la pandemia de COVID-19”, agregó el encargado de los cementerios del municipio.
A su vez, hizo referencia a cómo el miedo invadió al personal del camposanto, no obstante, conforme el tiempo pasó y perfeccionaron el protocolo, el temor entre los trabajadores disminuyó.
Este martes solo hubo tres entierros por COVID-19, sin embargo, para Servellón, el panorama aún es incierto, pues al ver que en otros países en la segunda ola de contagios ha habido un repunte de muertes, piensan que El Salvador no será la excepción.

Servellón afirmó que, aunque haya una segunda ola de muertes debido a la pandemia, el personal del cementerio estará listo ya que conocen a la perfección la metodología, esto hace que el recurso humano del cementerio no tenga que sobrecargarse con trabajo adicional, como al inicio de la pandemia.
“Creo que ya que se está viendo el repunte de muertes en el cementerio, ya tenemos la capacidad de atenderlos, dividiendo el equipo en dos. Así no saturamos al personal y pueden llevar a cabo la función”, justificó el administrador.

Tras el sepelio de Victoria, en la jornada de inhumaciones por parte del equipo asignado ayer en el Jardín de la ciudad, le siguieron dos entierros más de restos de pacientes de los hospitales del mismo Soyapango y San Salvador, dos de los municipios más golpeados por el virus.
