“¿Acaso yo soy el guardián de mi hermano?”

Jesús, que viene enviado por el Padre para sanar los daños ocasionados por el mal en el mundo y en las relaciones fraternas, se define a sí mismo como vida: “Yo soy la Vida”. “He venido para que ustedes tengan vida abundante”. Esa es la buena noticia de la encarnación del Hijo de Dios

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Los investigadores brasileños constataron que la proteína spike de la nueva cepa tiene una mayor fuerza de interacción molecular con el receptor ACE2. Foto: EFE

Por Heriberto Herrera

2021-01-05 5:20:42

Esa grosera y cínica respuesta de Caín a Dios es la síntesis del pecado. Acaba de asesinar a su hermano y ya contesta con insolencia a su Creador, que se le acerca para ayudarlo a comprender la magnitud de su crimen.
Tan bella como fue la creación del mundo y de los hombres, y pronto quedó dañada por el mal. Primero, Adán y Eva se acusan uno al otro ante el Señor al intentar escabullirse de la responsabilidad por haber desobedecido el mandato de Yahvé. Luego Caín contesta con arrogancia a Dios.
Esa primera familia no resultó ser el espejo del proyecto del Creador. Hasta corrió la sangre. Pero Dios no los abandona en su desgracia. Cubre la desnudez de nuestros primeros padres abrumados por la vergüenza de haber fallado. Marca la frente de Caín con una señal para evitar que sea objeto de venganza.
Desde entonces la humanidad se debate entre la responsabilidad de cuidar de la creación y la miseria del pecado que daña las relaciones recíprocas.
Somos responsables del cuidado de la creación y de nuestros semejantes. Es una altísima tarea, ya que el Creador nos asocia a su obra creadora. Pero no hemos estado a la altura de tan honrosa responsabilidad. Basta mencionar algunas de las grandes bajezas en que ha caído y todavía se debate la humanidad: racismo, xenofobia, guerras, hambrunas… Nos horroriza el proceso acelerado con el que estamos destruyendo el medio ambiente.
Ese manejo irresponsable de lo creado tiene repercusiones en nuestra propia humanidad. La búsqueda frenética de bienes inmediatos nos vuelve egoístas. Con tal de conseguir lo mío a toda costa, me importa poco o nada el daño para los demás, ordinariamente los más débiles.
El mandato bíblico sigue vigente: “Tomó, pues, Yahvé Dios al hombre y le dejó en al jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase”. Nuestra tarea es cuidar: la naturaleza, nuestros semejantes. Y, por supuesto, cuidar nuestra propia vida.
Jesús, que viene enviado por el Padre para sanar los daños ocasionados por el mal en el mundo y en las relaciones fraternas, se define a sí mismo como vida: “Yo soy la Vida”. “He venido para que ustedes tengan vida abundante”. Esa es la buena noticia de la encarnación del Hijo de Dios: liberación de cautivos, ciegos, oprimidos, pecadores. Liberación de toda indigencia humana.
Las primeras comunidades se preocupaban, en consonancia con el proyecto de Jesús, de que nadie pasara necesidad, hacerse cargo de los más frágiles. Jesús condensó ese proyecto en las conocidas obras de misericordia, criterio de identidad de todo seguidor suyo.

Curiosidades sobre los Reyes Magos
A propósito de esta fecha, la fiesta de la Epifanía, la tradición habla de tres sabios. El Evangelio habla de “unos”.
La tradición les pone nombres: Melchor, Gaspar y Baltasar.
El Evangelio no les pone nombres.
La tradición habla de reyes. El Evangelio solo habla de magos.
Además, la palabra “mago” hace referencia a persona muy culta, no a expertos en magia.
Se nota que estos misteriosos personajes han calado tanto en la imaginación popular que, además de los datos mencionados, hasta pintó a uno de negro…

Sacerdote salesiano.