Tras migrar a California, Estados Unidos, cuando tenía 13 años, la salvadoreña Karina Zelaya logró cursar estudios universitarios mediante becas. Hoy, convertida en profesora asistente del Departamento de Lengua y Literatura de la Mississippi State University, EE. UU., y ya ganadora de varios reconocimientos, se esfuerza por que la cultura y producción literaria de sus compatriotas se conozca en el exterior. Durante reciente visita al país, compartió parte de su historia, logros y aspiraciones.
¿Cómo fueron sus primeros años en El Salvador?
Yo nací en la ciudad de Usulután. A los 12 años me mudé a Santa Elena, siempre en Usulután. Ahí viví otros años con mi abuela y como a mediados de los 90 mis papás tomaron la decisión de mandarme a traer a Los Ángeles (California, Estados Unidos). Ahora vivo en Mississippi.
¿Qué representó marcharse del país?
En California el primer año fue una transición interesante, porque como yo no hablaba nada de inglés; me enviaron a una escuela que se llamaba Bellagio Newcomer Center, para niños recién llegados de otros países. Entonces ahí había chicos de Jamaica, México, Sudamérica. Eso fue por un año; después fui a una Middle School y luego en Hollywood High School hice mi bachillerato.
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¿Qué hay sobre el reto de asistir a la universidad?
Al no tener los documentos apropiados para poder incorporarme totalmente al sistema de educación de allá, tuve que ir a un colegio comunitario con becas, Glendale Community College, cerca de la ciudad de Los Ángeles, donde saqué un título de dos años, pero era como educación general, siempre enfocado un poco a la psicología. Después me transferí a la Universidad de California en Santa Cruz, en donde empecé a desarrollar mi interés por la cultura, por la cuestión lingüística y también tenía un interés por Francia, así que solicité una beca que afortunadamente me la dieron y fui a París por más de un año para aprender más de su historia, idioma y cultura.
¿Qué cambió tras sus estudios en Francia?
Cuando regresé me adentré a estudiar la producción cultural centroamericana. Entonces mis estudios de maestría y doctorado ya los hice en la Universidad de California Davis. La literatura fue mi formación base en mis estudios de postgrado, pero en realidad la investigación que he venido haciendo y que hago hasta hoy en día la enmarcaría más dentro del campo de estudios culturales que son multidisciplinarios.
¿Cuál cree que es el mayor atractivo de la literatura centroamericana?
Enfocándonos más en la literatura salvadoreña, que es a lo que más me apego, hay tantas cosas (que me atraen). Hay puntos de contacto dentro de la producción literaria latinoamericana y centroamericana, pero hay especificidades de nuestras prácticas culturales, en nuestro idioma, nuestra manera de hablar; incluso al leer algunas obras de principios de siglo XX y hasta mediados hay una diferencia de como hablan personajes situados por Izalco (en Sonsonate), Ahuachapán, o de la zona oriental. Hay una novela, “Correntada” (de Rafael Torres Arjona), ahí se notan esas diferencias incluso en un país tan chiquitito como El Salvador. La literatura, sobre todo centroamericana, nos permite conocer un poco más de la región en sí.
¿Cómo ve la posición de la literatura centroamericana?
Tristemente, la literatura salvadoreña, a excepción de lo que se está produciendo en la contemporaneidad, no se ha explorado, no se le ha dado el lugar que debería dársele fuera de El Salvador. Ese es uno de mis compromisos, tratar de dar ese salto, dar a conocer lo bonito de nuestra cultura y la herramienta por excelencia es la literatura.
¿Qué tipo de proyectos culturales impulsa desde Estados Unidos?
Hay un proyecto muy bonito del que no puedo dar muchos detalles, pero que tiene que ver con hacer historia sobre la presencia transnacional de un grupo de escritores muy importantes de los años 20s y 30s que salen de El Salvador, pasan por México o se instalan ahí; otros tienen un periodo en Nueva York, en ciudades como San Francisco, pero también en París de esos años. Es uno de mis proyectos en colaboración con Manlio Argueta, con la escritora documental Carolina Rivera, con Marine Carbonell, una profesora francesa. Otro proyecto que me trae por acá siempre es algo sobre Salarrué, espero más adelante darlo a conocer.
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Tengo entendido que lidera algunos proyectos dentro del centro universitario en donde labora.
Estoy como investigadora – profesora de la Universidad Estatal de Mississippi y allá lo que hicimos muy orgullosamente puedo decir es que creamos el primer programa de estudios en el extranjero, en Centroamérica, que incluye estudiantes de tercero y cuarto año de la licenciatura, así como de maestría. Es uno de los más importantes (logros) crear este programa para que estudiantes estadounidenses en el verano tomen un curso de historia y literatura de la región centroamericana, en la región centroamericana
Es una forma de estrechar lazos…
Me he propuesto establecer conexiones en representación de la Universidad Estatal de Mississippi con la Universidad de Costa Rica y en Nicaragua también. Nos gustaría establecer conexiones con El Salvador, con la Universidad de El Salvador.
¿En su papel como docente qué es lo que más le gusta?
La docencia para mí es algo que me llena, apasiona. Aunque soy entregada a la investigación pero también a la pedadogía. Tengo el privilegio de dar cursos a estudiantes a todo nivel, desde primer año de la universidad hasta de postgrados. En postgrado doy cursos sobre estudios culturales, literatura; en licenciatura son cursos poco más generales, de cultura, historia peninsular española, latinoamericana; siempre un enfoque muy marcado en centroamericanos en la diáspora. He creado varios cursos para la universidad de Mississippi siempre tratando de incorporar nuestra literatura a ese currículo latinoamericano en la academia estadounidense.
Hace poco fue nominada a un reconocimiento, ¿de qué trata?
En la Universidad Estatal de Misisipi todos los años hay una competencia a nivel institucional para reconocer el trabajo de gestión cultural. Entonces me dieron ese premio (a la Diversidad) que otorga la oficina de la presidencia de la universidad. A raíz de eso, la Universidad decidió postularme para el premio The Höffmann Academic Award (for Intercultural Competence 2020), que se da a través de una universidad alemana. Estoy a la espera (de los resultados), no sé qué va a pasar, pero ya el hecho de ser nominación institucional ya es un gran logro, un gran honor, responsabilidad también. Al ser una salvadoreña que alcance ese nivel estoy que ni lo creo, sobre todo por ser la primera (profesora) del Estado y de la universidad que alcanza esa nominación.
- En detalle
Docente e investigadora del departamento de Lenguaje y Literatura Clásica y Moderna de Mississippi State University (MSU).
Tiene título de Estudios Culturales de la U. Santa Cruz de California; postgrados en Literatura española y latinoamericana, así como en Literatura C.A. de la Universidad Davis, siempre en California.
Tiene por lo menos seis publicaciones, la más reciente “La Siguanaba y la búsqueda de la identidad cultural salvadoreña en los siglos XX y XXI, Itsmo 34 (2017).
Además del inglés, habla francés y portugués.
En 2019 ganó el premio a la Diversidad otorgado por la Mississippi State University. Este lo ha recibido en dos ocasiones.