René Rosales “rapea” en los buses de San Salvador para sostener a su familia

A sus 25 años, René Rosales conocido como “el poeta”, realiza “freestyle”. Sus escenarios son los buses de San Salvador, lugar en donde recibe un par de monedas a cambio de “rapear”. A través de la música ha logrado susbsitir junto a su esposa y su hija de tres años.

El artista tiene alrededor de diez años trabajando en las calles de la ciudad.

Por Jonathan Tobías

2020-12-29 6:00:32

Tras un largo viaje, se baja de un bus y cruza la calle en sentido contrario. Sobre el pavimento caliente y el sofocante sol, se detiene por unos minutos a contar las pocas monedas que logra recaudar. Cuando observa que se aproxima otro bus, se sube por la puerta de atrás. Camina hacia el frente y al ritmo del rap, comienza a cantar.

“De esto vivo. Esta es mi oficina”, dice René Rosales, conocido como “el poeta”. A sus 25 años, sale cada mañana desde Soyapango para abordar distintas rutas de buses en San Salvador y ganarse un par de monedas a través del “freestyle”, un subgénero musical del rap que se realiza de manera improvisada.

Ante la falta de empleo y oportunidades para seguir estudiando, René optó por llevar el show a cada uno de los buses, convirtiéndolos en el escenario que le ha permitido sostener a su esposa y su hija de tres años. Foto EDH / Jonathan Tobías

“Al principio me daba pena, pero ahora lo hago por mi niña”, comenta René y enfatiza que no es necesario subirse a las unidades de transporte para robar las pertenencias de los pasajeros o ser parte de alguna estructura criminal para generar ingresos económicos. “Las ganas de superarte hacen que busques una manera honrada de ganarte unos centavos”, dice.

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René describe cada una de sus canciones como una forma de transmitir un “mensaje positivo”. Críticas sociales, amor, despecho, superación y fe en Dios, son algunos de los enfoques del artista a través de su letra; en total, ha compuesto 21 canciones.

Una jornada de bus en bus

El día de trabajo de René comienza a las seis de la mañana, hora en que alista su pequeña bocina y sale de la vivienda para abordar su primer bus, que hace su recorrido desde Soyapango hacia la plaza El Salvador del Mundo. Varios de los pasajeros y motoristas ya lo conocen, al punto de que el joven no tiene que pedir permiso para subirse a cantar.

“¡Tres palabras!”, exclama Rene, antes de comenzar a “rapear”. Después de varios segundos, se escucha una voz, al fondo del bus; “amor”, dice un pasajero , “vida”, dice otro. De esa forma, el artista va construyendo su canción improvisada con la participación de los pasajeros.

Muchos de los usuarios de transporte público se muestran impresionados, al punto que no dudan en sacar una moneda de sus bolsillos para premiar el talento de René. Otros, sólo ignoran la situación. “Hay personas que no te quieren ni voltear a ver, pero sea como sea, siempre te van a escuchar”, dice, con un tono de satisfacción.

Cuando los días son “buenos”, René recuerda que llega a casa con $20 en monedas, pero, cuando son “malos”, sólo logra recaudar de $5 a $8. Foto EDH / Jonathan Tobías

“A veces termino la jornada sin voz. Pero, por un dólar que ande en la bolsa, yo canto agradecido para toda mi gente”, expresa,

René relata que sus 10 años de artista no han sido fáciles. Llegar a casa demasiado noche sin comer, ser víctima de un asalto y “pagar renta” para cantar en rutas de buses acechadas por pandillas, son algunos de los peligros que se ha enfrentado.

Un padre que “rapea” por su hija

Uno de los sueños que René tiene a sus 25 años es terminar su bachillerato a distancia y aprender inglés. Sin embargo, pese a las dificultades, dice sentirse imposibilitado de lograrlo. A parte, el joven refleja su preocupación al no contar con una vivienda propia. “Cuando mi niña crezca, quisiera darle su casita, algo que sea de ella”, dice.

Muchos de los gastos que al artista lograr solventar con las monedas que recibe en los buses, es el alquiler de su vivienda, la alimentación y los recibos de agua y luz. Foto EDH / Jonathan Tobías

Las necesidades de René y su familia son muchas debido a que su hija de tres años está creciendo y pronto tendrá la edad para ir a la escuela. “A través de la música, quiero que mi niña tenga la educación que yo no tuve”, dice René.

René hace un llamado al gobierno y las instituciones privadas a generar nuevos espacios para beneficio de todo el gremio de artistas. “Nunca hay que dejar de soñar”, concluye y hace la invitación a otros jóvenes que se encuentran en una situación similar a seguir luchando por salir adelante.