Como es su maña, al anunciarse la suspensión del programa Fomilenio, Bukele de inmediato sale culpando a otros, desde pasados desgobiernos, como a la Asamblea Legislativa, a los que incurran en sus viscerales odios.
Hacerse la víctima en unión de sus secuaces y no rendir cuentas es lo de siempre, pero en esto hay un hecho que no debe escapar a nadie con “dos dedos de frente” o aunque sea un dedo: el Fomilenio, hasta hoy, nunca se suspendió, ha venido beneficiando a nuestro país y eso considerando que la Asamblea Legislativa, a la que él siempre culpa de todo, tiene ya dos años de ejercicio y antes de la actual una Asamblea con una muy similar composición de diputados, incluyendo la amoral bancada que lo apoya.
Pero la desaforada, insaciable “privatización” de fondos públicos, como se ha dado en apenas año y medio de la actual cleptopresidencia, rompe todos los precedentes de la región, llegando a los niveles mexicanos de la época del PRI.
Pues no solo se trata de embolsarse dineros públicos, sino de haber ido desmantelando o anulando todos los mecanismos de control, como el reglamento y la composición del Instituto de Acceso a la Información Pública (IAIP) y recortando el presupuesto y restringiendo la labor fiscalizadora de la Corte de Cuentas.
Todo aquello que le cuente o pueda contarle las costillas al cleptodesgobernante es anulado, emasculado o blanco de burlas y amenazas.
Pues no, señor cleptodesgobernante, hasta que usted asume la presidencia el Fomilenio operó. Con el Fomilenio I, que contó con 461 millones de dólares, se reconstruyeron 22 institutos a lo largo de la zona norte, se construyó el Instituto Tecnológico de Chalatenango, se construyó la carretera Longitudinal del Norte y se desarrollaron otros proyectos de desarrollo humano.
Con el Fomilenio II, con un presupuesto de 365.2 millones de dólares, se buscó beneficiar a 349 centros escolares en 46 sistemas integrados de escuelas inclusivas de tiempo pleno, así como la rehabilitación o construcción de escuelas, además de entrega de mobiliario como pupitres, computadoras, bibliotecas y demás. Los beneficiados son 175,000 alumnos de diversas zonas.
Además establecía programas para mejorar el clima de negocios a través de la reducción de procesos regulatorios y trámites; la ampliación a cuatro carriles de 27 kilómetros de la carretera del Litoral: un tramo de 25 kilómetros entre el aeropuerto San Romero con la ciudad de Zacatecoluca, en La Paz, además de una adecuación de dos kilómetros en el desvío de San Luis Talpa, entre otros proyectos.
Son muchas las comunidades que quedan sin obras en su beneficio
Aunque ya se había completado la mayor parte del Fomilenio II, quedan siete proyectos a medio andar y El Salvador ya no es elegible para un Fomilenio III por la corrupción rampante del grupo en el poder.
Pese a todos los meneos del cleptodesgobierno y sus secuaces, incluyendo a esas chuladas de Hacienda, Salud, Obras Públicas, el tufo a cloaca, a estercolero, llegó a Washington, siendo la reacción la esperada: no pueden Estados Unidos continuar apoyando amigos de lo ajeno, aunque eso quite el apoyo a un país que viene siendo pisoteado y desplumado sin misericordia. Pero “enough ist enough”, la paciencia tiene límites, más cuando hay naciones donde el descaro no llega a los insondables extremos que se ven en este suelo.
Tómense en cuenta los ríos de dinero que se ha tragado el “Hospital El Salvador”, para el cual el cleptodesgobierno pide una asignación ANUAL de sesenta millones de dólares, pisto que ya saben los salvadoreños “con dos dedos de frente” dónde irá a parar, quiénes son los seis personajes que van a sumarlos a su ya cuantioso botín, un botín que en una pequeña medida va al bolsillo de cachuchudos y de la Guardia Pretoriana, cuya labor no es proteger a la población de pandilleros, sino la de cuidar corruptos.
Es muy ingenuo preguntar ¿dónde está el dinero? pues se recontrasabe a qué bolsillos ha ido a parar.
Y si está allí, en esos bolsillos, como dicen los “progres”, “lo conquistado no se entrega”, lema que en buen español es “lo robado, robado queda”… Robado de las comunidades, de los servicios públicos, de la enseñanza, de la protección al personal de salud, del futuro de nuestros niños, de los jóvenes que no consiguen graduarse en una universidad…