CÁNCER: la sola palabra evoca un sentimiento de miedo y desesperación ante este asesino silencioso que se ha convertido en la metáfora del dolor, el sufrimiento y la muerte; un azote que afecta a los pacientes y sus familias en todas las dimensiones humanas (física, psicológica, social y espiritual) y pone a prueba los recursos intelectuales, técnicos y económicos de los sistemas de salud.
Existen conviviendo con nosotros más de 20,000 casos de cáncer, de los cuales mueren cada año más de 6,000 y se suman también más de 10,000 casos nuevos anualmente; sin embargo, es mucho lo que podemos hacer para prevenir, curar y aliviar semejante sufrimiento, ya que con los conocimientos actuales es posible prevenir o evitar al menos la tercera parte de ellos y, si se dispone de recursos suficientes, podemos detectar precozmente y tratar con eficacia otra tercera parte de los casos. Además, la mitigación del dolor y los cuidados paliativos permiten mejorar la calidad de vida de los enfermos de cáncer y de sus familias, incluso en entornos con muy pocos recursos, pero se requiere de una gestión competente y un uso óptimo de los pocos recursos disponibles para la planificación, la aplicación y la evaluación de estrategias para la prevención y el control del cáncer que es uno de los retos científicos y de salud pública más importantes de nuestra época.
Nuestro objetivo debe ser reducir la morbilidad y la mortalidad y mejorar la calidad de vida de los enfermos de cáncer y de sus familias. Sean cuales fueren las limitaciones de recursos que afronte nuestro país, un programa nacional de lucha contra el cáncer bien concebido y bien gestionado permitirá reducir la incidencia de la enfermedad y mejorar la vida de los afectados. La falta de un enfoque integral y sistemático, los fallos de la organización y la fijación de prioridades y un uso ineficiente de los recursos son obstáculos a la adopción de programas eficaces tanto en los países industrializados como en los países en desarrollo. Demasiado a menudo, la prevención primaria, la detección precoz y los cuidados paliativos se descuidan en favor de enfoques orientados al tratamiento muchas veces inefectivo por lo avanzado de la enfermedad.
En nuestro país, el Minsal formuló en el 2015 la Política Nacional de Atención y Prevención del Cáncer, en que el Ejecutivo acepta la deuda histórica del Estado al haber invisibilizado por décadas el problema del cáncer y estar dando actualmente una respuesta parcial y fragmentada para resolver el problema y se compromete a crear un modelo de atención integral al cáncer; se debe dar un paso más y fundar el Departamento de Servicios Oncológicos del Minsal para hacer un inventario de los recursos humanos, tecnológicos, infraestructura, etc. dedicados a la atención del cáncer, identificar todas las acciones que se están realizando en este sentido para reorganizarlas, impulsarlas y mejorarlas en lo posible y comenzar a caminar la ruta que nos lleve a realizar lo ansiado y perfilado en esa Política Nacional de Prevención y Atención del Cáncer.
Recordemos que la salud de los habitantes constituye un bien público, que el Estado y las personas estamos obligados a velar por su conservación y restablecimiento y que compete al Ministerio de Salud planificar, dirigir, coordinar y ejecutar la política del gobierno en materia de Salud Pública. Esperaremos la opinión del Ministerio de Salud sobre este tema tan importante.
Cirujano oncólogo.