Alicia Martínez tiene 63 años y es originaria de Tejutla, Chalatenango. Ahora reside con su familia en Santa Tecla y con frecuencia suele contar a su nieta las historias que escuchaba de sus padres y abuelos. También “las pasadas” que solía escuchar de pequeña en aquel pueblo de calles empedradas.
Ella asegura que la mayoría de historias salvadoreñas que ahora se consideran leyendas en su momento no lo fueron, pero hoy se desestiman porque “los vivos asustan más que los muertos o los espíritus”.
“Yo vi al Cipitío, entró por una hendidura de la puerta. Cuando entró era bien pequeñito y después se hizo grande. Se subió a la hornilla y empezó a comer ceniza. Mi mamá nos decía que nos taparamos de pies a cabeza para que no nos lamiera los pies”, detalla Alicia mientras su nieta, de 7 años, escucha atenta.
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La chalateca recuerda que cuando el sol caía, las paredes de adobe de su casa se volvían heladas y sus abuelos le contaban historias, algunas como advertencias para no acercarse a determinados lugares.
Doña Alicia vivía en el cantón Los Martínez y para llegar al pueblo debía de bajar por un camino empedrado y cruzar una pequeña quebrada. “Ahí había un amate, decían que por la noche la Siguanaba lavaba ropa y se reía, pero también mi abuelo contaba que a los hombres que pasaban por ahí se les aparecía una tunca. Él decía que era una vecina que hacía brujería, se convertía en cerdo para atacar a las mujeres y robar comida a la gente”, cuenta Alicia.
Para los salvadoreños no es extraño escuchar sobre estos personajes, la Siguanaba, el Cipitío y las personas que se convierten en animales son parte de la cultura y la tradición oral.
Además, esta última es una creencia que ha llegado incluso al cine, ¿quién no recuerda los animagos de las películas de Harry Potter? En el primer filme de la saga se ve que la profesora Minerva McGonagall es una animaga —“una bruja o mago con la capacidad de transformarse en un animal, conservando el pensamiento humano y la capacidad de razonar, aunque no tienen capacidad del habla”, según el concepto de la película—, pues tiene la capacidad de convertirse en un gato atigrado por voluntad propia.
Para Israel Cortez, investigador e historiador salvadoreño, los relatos de hombres y mujeres que se convierten en cerdos, monos e incluso en lobos son frecuentes a lo largo y ancho del país. Explica que esta práctica se conoce como nahualismo y que las historias son heredadas de generación en generación.
“El nahualismo forma parte de la cosmovisión mística de los pueblos prehispánicos y hace referencia a la capacidad de transformarse de una persona a un animal. Es un elemento mágico que forma parte del pensamiento de los pueblos prehispánicos. Ahora existen historias o leyendas en los pueblos, sobre todo en la zona rural, de personas que se transforman en animales”, expresó.
Asegura que los pueblos aztecas, mayas, pipiles y nahuas pensaban que todas las personas tenían una doble esencia: el ser humano y otra parte que se comparte con el ecosistema, la naturaleza.
“Para los pueblos prehispánicos nuestra energía siempre estaba dividida en la parte humana y la que pertenecía al cosmo. Cuando nacía una persona se buscaba la doble esencia o ‘el nahual’, que se entendía como el guardián de la persona; ya estaban definidos, y podían ser animales o elementos climatológicos. El nahualismo es la doble esencia del alma humana y formaba parte de la cosmovisión de los pueblos”, explicó.
Los nahuales más comunes eran los monos porque representaban sabiduría e inteligencia. También el viento que se asignaba a las personas que tenían destinado viajar de un lugar a otro durante su vida; otros comunes eran los pájaros que significaban que la persona siempre tendría suerte.
Según agrega el historiador salvadoreño, en aquella época se creía que los chamanes o hechiceros de las tribus eran los únicos que tenían el privilegio y capacidad especial que les permitía, a través de hechizos, ritos y conjuros, convertirse en su nahual.
¿Cuándo y por qué el nahualismo se convirtió en una práctica satánica?
El historiador asegura que los pueblos hispanos no consideraban que esta práctica fuera mala o satánica, tampoco era asociada a personas malas como se piensa en la actualidad, pero la concepción cambió con la conquista española.
“Ahora hablan de brujos o brujas de los pueblos que se transforman, todavía se cree que en algunos lugares pasa. El nahualismo en nuestra cultura está bien presente, hay leyendas de hombres y mujeres que se transforman. En la época prehispánica no era algo malo, pero cuando vino la conquista española la iglesia católica destruyó los códices, prohibió la tradición y cultos prehispánicos. Todos sabemos que la iglesia católica se impuso, los ritos se prohibieron y a partir de ahí se condenó. Esa condena ha llegado hasta nuestros días, de manera que el nahualismo sigue siendo algo exclusivo de la hechicería negra, de brujos y brujas, parece que en los lugares rurales se sigue creyendo eso”, expresó.
Hoy en día este tipo de transformaciones se asocia a las personas que “se cree tienen pacto con el diablo” porque en su momento fueron condenadas, vinculadas a la idolatría y aspectos negativos de la naturaleza humana, según Cortez.
No obstante, las historias sobre este tipo de transformación son bastante conocidas en El Salvador y hasta la fecha se cree que en algunos lugares ocurren: “En Cojutepeque se contaba la historia de una señora que todo mundo conocía y vivía ahí en el pueblo. La señora tenía fama de bruja, de curandera y decían se transformaba en un cerdo y salía a robar las noches, hacer cosas malas y negativas. Mi abuela contaba que una persona curó el corvo con ajo, agua bendita y no sé qué otros menjurges porque como era una cosa diabólica y satánica por la cual la señora se transformaba en este animal no le pasaba nada cuando la atacaban, pero sí con el corvo curado. Al día siguiente el escándalo en el pueblo porque la señora amaneció con heridas en su cuerpo y se estaba muriendo, esa fue la confirmación que era ella la que se transformaba”, relata.
Los nahuales en la literatura
“¡Oh los nahuales queridos que se fueron con la raza!”, plasmó el escritor, periodista y abogado salvadoreño Miguel Ángel Espino en el relato Los pájaros nahuales de su libro Mitología de Cuscatlán, donde narra una serie de mitos salvadoreños que tienen su origen en los pueblos indígenas.
En la obra de Espino se encuentran algunos cuentos basados en este pensamiento mágico, uno de ellos es el cuento Nahualismo, en este se narra cómo a los niños se les asignaba su nahual: “ Demasiado acostumbrada entre los indios era la práctica del nahualismo. Cuando un niño nacía era llevado por el hechicero al patio de la casa, en donde invocado el espíritu del demonio, se presentaba en la forma de cualquier animal. Durante varios días, a misma hora, se llevaba al niño al punto indicado, a donde concurría el nahual, con el fin de que se familiarizarse con éste. El nahual era el protector del niño durante su vida, estableciéndose tal unión, decían los indios, que el animal moría junto con el protegido”, se lee en el cuento.
También cuenta que asignar un nahual era de suma importancia para las personas porque “el indio que llegado a la mayoría de edad no tenía nahual – cosa indispensable para obtener riquezas o ser feliz- se lo buscaba por sí propio. Marchaba a un lugar apartado, en donde por abuso de ejercicios físicos e impresionado por la soledad del lugar, se dormía. En el sueño se le aparecía el demonio en la forma de cualquier animal, que en adelante pasaba a ser su nahual”.
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Pero Espino no fue el único que hizo referencia al nahualismo, la idea también fue retomada por Francisco Gavidia, en su cuento La Loba, aquí un fragmento de la narración:
“Era Kola que, convertida en loba, robaba y hasta mataba. Esta es la forma en que Kola se volvía loba: coloca una sartén en una hoguera en el centro de la casa, da saltos horribles, invoca a Ofo y luego, sobre la sartén, vomita su espíritu en forma de un líquido opalino. Entonces queda convertida en loba”.
El cuento narra que una madrugada, la hija de Kola botó el líquido del sartén y desde entonces, Kola no volvió a convertirse en humana: “volvió las noches subsiguientes a aullar a la puerta de la casa, aquella mujer se había quedado loba para siempre”.
Cortez asegura que la literatura también ha influido para que hasta la fecha se conozca del nahualismo, pero la tradición oral y creencia de las personas han sido la base.
Sin duda alguna los cuentos serán leídos una y otra vez, pero también personas como Alicia contarán las historias a sus nietos, y estos a sus descendientes. Tampoco debemos olvidar que el pensamiento mágico enriquece las historias de la industria del cine.
¿Qué historias conoces sobre nahuales?