El negativo efecto secundario de ir al baño con demasiada frecuencia

Aunque pienses que así evitas otros problemas, como la retención urinaria, en realidad estás provocando la enfermedad conocida como vejiga hiperactiva. Conoce en qué consiste esta afección.

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Foto Por EDH-Unsplash @timmosholder

Por N. Méndez

2020-11-10 7:15:30

Contenerse las ganas de ir al baño trae consecuencias dañinas a la salud, eso lo sabe la mayoría de personas, pero ¿qué sucede con lo contrario? Sí, con la ida recurrente al servicio sanitario para desocupar la vejiga. Pues los expertos en suelo pélvico, urólogos y ginecólogos confirman que esta otra costumbre también puede causar complicaciones. ¿Por qué?

Esta situación es más compleja en la mujer, pues por su misma fisiología es más difícil que pueda orinar en cualquier lugar, y que por lo mismo retenga las ganas de hacer pipí o vaya con mucha más frecuencia al baño antes de realizar un viaje o mandado prolongado, precisamente porque no quiere sentarse en cualquier inodoro público. Ambas circunstancias son dañinas.

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De acuerdo con la terapeuta española de salud pélvica, Elena Valiente, el hecho de ir con mucha frecuencia al baño para evitar dañar la vejiga es como conducir al cuerpo a la incontinencia urinaria. Valiente afirma que una persona sana puede ir al servicio sanitario entre unas siete u ocho veces al día. Y la ciencia confirma que el sistema urinario puede contener 400 o 500 mililitros y “aguantar sin estar incómodas”. Cuando pases esa cantidad es hora de que vayas al baño y no generes otros problemas de salud.

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“Cuando la vacías (la vejiga) con demasiada frecuencia acabas por modificar su capacidad. Se acostumbra a retener poco. Es un órgano con capacidad de estirarse a medida que se va llenando. Si no dejas que se llene lo suficiente, pierde esa capacidad de agrandarse y cada vez manda antes al cerebro la señal de miccionar. Es entonces cuando sientes una incontenible necesidad de ir al baño”, afirmó Valiente.

A esas ganas incontrolables de ir constantemente al baño se le conoce con el término de vejiga hiperactiva. Claro, existen otras razones médicas para que ello suceda, como tener problemas en el suelo pélvico o estar en los últimos meses de embarazo; pero si no es este el caso, lo ideal es acudir al servicio cuando en realidad sientes ganas y no “por si acaso”. Aunque quieras evitar entrar a un baño público o a uno que no sabes si estará limpio, no será mala idea que vayas cuando tu cuerpo lo pida y necesite.

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De acuerdo con la Clinica Mayo el tratamiento de la vejiga hiperactiva “suele comenzar con estrategias de conducta, como cronogramas para beber líquidos, horarios para orinar y técnicas de contención de la vejiga mediante el suelo pélvico”.

Aunque este cuadro clínico te invite a “retener un poco más” las ganas de hacer pipí, por ningún momento sé está diciendo que no vayas, pues ya sabemos que no ir conlleva a otros problemas, como por ejemplo podrías producir un “sobreesturamiento del músculo detrusor de la vejiga, que es la capa de músculo liso que recubre la pared de la vejiga urinaria y que se contrae de forma consciente cada vez que queremos orinar. Si pierde esa capacidad de contracción, podríamos tener problemas para evacuar el líquido de su interior” o podrías generar infecciones en las vías urinarias o en la vejiga.

Todos los extremos son malos.

Mantener un peso saludable, realizar actividad física y ejercicio diariamente con regularidad, reducir el consumo de cafeína y alcohol y dejar de fumar, así como aprender dónde están ubicados los músculos del suelo pélvico y fortalecerlos mediante la realización de los ejercicios son algunas recomendaciones para evitar la vejiga hiperactiva. Ícono EDH / Flaticon.es