Los viernes de 1998 El Diario de Hoy publicaba toda una página educativa intitulada “Aprendiendo valores morales y éticos”, y al terminar las publicaciones se elaboró una revista con esos temas para enviarla gratuitamente a las escuelas y los colegios del país. ¡Hermosa obra!
Oportuno es, entonces, retomar esos temas y adaptarlos a la época actual, tratando de llevar un mensaje educativo a padres de familia, maestros y demás educadores de la niñez y de la juventud, tan necesitadas hoy en día valores éticos y morales que fortalezcan su personalidad y conduzcan su comportamiento hacia una educación cimentada en la razón, en la moral y en la ética.
Habremos de comenzar, pues, con el valor de la honestidad, que es la cualidad de ser honesto, decente o decoroso, razonable, justo, probo, recto, honrado.
¿Qué es lo que contribuye a que los niños y los jóvenes de hoy se vuelvan desobedientes y apáticos para el estudio? Bueno, algunas causas podría ser la indiferencia de los padres en educarlos debidamente, los problemas del hogar, el divorcio y los hogares desintegrados.
Pero, además, esos adelantos de la vida moderna como la pornografía impresa, el cine de sexo, las películas violentas, esos videos impropios para niños, música como reguetón, que fascina a los jóvenes, el consumo de drogas y pueden contribuir al desenfreno de la juventud.
Muchos padres se descuidan de su familia, y hay profesores que fuman en clase, y se han dado casos de maestros que se han ido a beber con alumnos de bachillerato.
¿Qué podemos hacer, entonces, para enderezar el camino de la juventud que amerita de valores morales? Bueno, la respuesta está en nosotros los adultos, en los educadores, en los tutores, en los orientadores.
Debe hacerse plena consciencia en el alma del jovencito, que solamente la buena educación puede alejarlo de sus desviaciones. La tarea no es fácil, pero si se inicia con responsabilidad, entonces tenemos ya un principio de fe y de esperanza.
Comencemos por inculcar en el niño el amor por la lectura, tal como lo sugería hace poco la Nota del Día de El Diario de Hoy. Libros como “Corazón”, de Edmundo de Amicis y “El Hombre Mediocre”, de José Ingenieros, son verdaderas joyas literarias que ennoblecen, dignifican y engrandecen.
Luego, el hogar tiene que ser un modelo de unidad, de responsabilidad, de respeto, en donde el amor genuino sea el principio fundamental de solidaridad, hermandad y empatía que fructifique hermosamente en el corazón del joven educando.
Enseguida, que la escuela sea el ejemplo del saber más cristalino, en donde los educandos aprendan los más elementales valores éticos y morales que los ennoblezcan, dirigidos por maestros competentes, disciplinados y respetuosos con sus alumnos.
Luego, está la tarea de la Iglesia. La Iglesia viene a ser una entidad que inculca los más bellos principios cristianos: el amor, la fe, la hermandad, la humildad, la comprensión, la honestidad.
Y, por último, la tarea de la comunidad, una comunidad en que haya respeto entre unos y otros, en que haya alegría, paz y optimismo, en que haya colaboración ante las necesidades de sus miembros; una comunidad, en fin, que contribuya con la educación de los jóvenes.
Y, finalmente, viene la tarea de la sociedad, una sociedad en donde el niño y el joven se den cuenta de que sus miembros son claros modelos de moralidad, ética, urbanidad y civismo. ¡Sí, señor!
Maestro, sicólogo, gramático.