El cuchillo fue esgrimido por dos manos distintas. Entró y salió del cuerpo en más de 20 ocasiones. Cercenó la aorta y casi extirpó ambos pechos. La acción fue cometida en dos momentos distintos: una en el salón de la casa y otra sobre el césped del patio. Como resultado, falleció un bebé en gestación y su joven madre, a la que le faltaban dos días para llegar a los 26 años.
Esa joven se llamaba Abigail Anne “Gibby” Folger Mejía. Nació en el puerto californiano de San Francisco, el 11 de agosto de 1943, en el hogar del rico industrial Peter Folger (1905–1980, presidente de Folgers Coffee Company) y de Inés “Pui” Mejía Guirola-Duke (1907-2007), hija del no menos acaudalado empresario y diplomático salvadoreño Encarnación “Chon” Mejía (1842-1917), cónsul general de El Salvador en San Francisco (1901-1917).
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Los Folger-Mejía y su otro hijo, Peter Jr., se establecieron en Woodside, en el número 3860 de Woodside Road. La propiedad consta de 63,657 metros cuadrados, con una residencia construida en 1907 que abarca 1,293 metros cuadrados y posee ocho dormitorios, de un total de 25 cuartos. En octubre de 1976 fue vendida en 575,000 dólares. En octubre de 2020, la parte construida y sus alrededores están valorados entre 9.4 y 14.7 millones de dólares.
Los Folger-Mejía se divorciaron en 1952 y cada uno siguió su propio camino. Peter Folger contrajo nuevas nupcias y procreó dos hijos más, los que vivieron junto con sus dos anteriores vástagos en la propiedad familiar. Inés Mejía Guirola-Duke y sus hermanos habían estudiado en la zona de Menlo Park, pero Abigail Anne lo hizo en el centro escolar femenino Catalina (Carmel), en la que estudió toda su educación, primaria, básica y secundaria.
En la Universidad de Radcliffe obtuvo su licenciatura, que completó con una maestría en Historia del arte en la Universidad de Harvard. Después, se instaló en Nueva York, donde hizo diversos trabajos en librerías, editoriales y galerías de arte. Eran años de ruptura en muchos sentidos, por lo que las artes, la literatura, el cine, la música y más disciplinas y talentos giraban en torno a la oposición manifiesta a la guerra de Vietnam, a los movimientos contra el racismo y a la experimentación de drogas como formas de ampliación de la conciencia.
En una fiesta de esas en que se mezclaban la intelectualidad pujante con la alta sociedad estadounidense, Abigail Anne conoció a varios extranjeros, sobre todo de origen polaco, vinculados con el director de cine Roman Polanski, famoso por su filme El bebé de Rosemary, protagonizado por su joven y bella esposa Sharon Tate. Entre ellos estaban el escritor Jerzy Kosinski y el químico Wojciech “Voytek” Frykowski.
Nacido en Lodz, el 22 de diciembre de 1936, Frykowski se había casado en dos ocasiones en suelo polaco, matrimonios que habían terminado en poco tiempo. Interesado por el cine, su amigo Polanski lo había introducido en su mundo como actor extra, pero también lo animó a desplazarse a París y Nueva York, adonde llegó en 1967, con afanes de dedicarse a la poesía y a la redacción de guiones para películas. Su desconocimiento del inglés y de la cultura estadounidense contemporánea, así como su creciente afición a las drogas heroicas serían los principales valladares en su soñada carrera.
Guiado en francés por su amiga Abigail Anne, conoció la urbe neoyorquina. De esos paseos por museos, bares, discotecas y galerías surgió el amor. En agosto de 1968, compraron un automóvil y se marcharon hacia California, por la famosa ruta 66 y se establecieron en Woodstock Road, en Los Angeles, donde le alquilaron su casa a la cantante Cass Elliot, la reconocida Mama Cass, de The Mamas & the Papas.
Mientras Abigail Anne se dedicaba a labores de beneficencia en clínicas y oficinas municipales de San Francisco, su novio se adentraba cada vez más en las drogas y en el mundo de Hollywood, guiado por Polanski y Sharon Tate, quienes tenían su residencia de 200,000 dólares en el número 10050 de Cielo Drive, en una colina de la exclusiva zona de Bel Air.
En el verano de 1969, muchos eventos agruparon más a esos amigos. Por un lado, Jay Sebring -expareja de Tate y su peluquero- abrió su nuevo local, financiado en parte por la propia Abigail Anne. Además, a Sharon le faltaban pocas semanas para dar a luz a su hijo. Polanski filmaba en Londres y no se veía interesado en volver pronto. Por eso, Abigail Anne y Frykowski se trasladaron a la mansión por unas semanas, para hacerle compañía mientras llegaba la fecha del parto. Sin embargo, el proyecto sufrió un giro, porque Polanski anunció que regresaría a casa el 11 de agosto. Abigail Anne y su pareja trasladaron varias de sus cosas a su residencia en Woodstock Road, pero no se mudaron del todo.
En la noche del sábado 8 de agosto de 1969, el grupo decidió ir a comer al restaurante mexicano El Coyote, por invitación de Sebring. El lugar era uno de los favoritos de Tate y él quiso complacerla, apenas dos semanas antes de la fecha programada para el alumbramiento. Todos regresaron a la casa de los Polanski-Tate a las 22:30 hora. Abigail Anne entró a su dormitorio. Sharon y Jay se fueron al salón principal a charlar. Preso de un viaje de peyote, Wojciech cayó sobre un sofá, ajeno a que su novia estaba embarazada y había tomado la decisión de dejarlo en los próximos días.
Esa misma noche, el líder demente Charles Manson ordenó a los miembros de su secta La Familia que tomaran la casa por asalto, liquidara a sus ocupantes y dejara señales para que la policía creyera que era obra de criminales afroamericanos. En la mente de Manson, eso provocaría la indignación popular, crearía caos y una eventual guerra de los supremacistas blancos contra las comunidades afrodescendientes a lo largo y ancho de Estados Unidos. Para destacar eso, les ordenó que hicieran pintas racistas con la sangre de los ejecutados. La encargada de eso fue Krenwinkel. En la entrada de la casa de los Polanski-Tate escribió “pig” (cerdo).
Aquel comando asesino estaba compuesto por Charles “Tex” Watson, Susan Atkins, Patricia Dianne “Katie” Krenwinkel (nacida en la urbe angelina, el 3 de diciembre de 1947) Leslie van Houten y Linda Kasabian. Armados con cuchillos y pistolas, cometieron su primer asesinato frente a la casa, cuando mataron a Steven Parent, quien había estado de visita donde el vigilante de la residencia, un joven de 19 años que sería testigo de aquellos hechos de sangre que estremecerían al mundo.
Los asaltantes agruparon a Abigail Anne, Jay y Sharon con Frykowski. El peluquero fue asesinado a quemarropa, momento en que Abigail Anne corrió hacia el jardín verdecido. Allí le dio alcance Katie, quien la apuñaló múltiples veces con saña, apoyada después en su accionar asesino por Tex Watson. Mientras su cadáver quedaba boca arriba, ensangrentado y destrozado, su novio oponía tenaz resistencia, pero no pudo superar los dos disparos, trece golpes contundentes en la cabeza y 51 puñaladas, varias de las cuales eran mortales de entrada. Ninguno de los ocupantes de la casa salió con vida en esa madrugada de locura. Pocas horas más tarde y a unas cuantas calles de distancia, el grupo asesinó a dos personas más.
La noticia apareció en los periódicos y noticiarios televisivos de casi todo el mundo. En El Salvador, el desarrollo de los hechos y de las investigaciones fue publicado por El Diario de Hoy. Ninguna nota mencionó el vínculo de sangre existente entre una de las víctimas con El Salvador. Tampoco hubo esquelas de pésame publicadas en los medios salvadoreños.
Abigail Anne fue llevada a la funeraria Crippen & Flynn, en San Francisco. Tras el funeral, oficiado en las primeras horas del 13 de agosto, su cuerpo y el de su hijo en gestación fueron sepultados en el Holy Cross Cemetery, en Colma. Su novio polaco fue incinerado nueve días después y su urna fue trasladada a su natal Lodz, donde fue colocada en el mausoleo de su familia.
Los asesinatos fanáticos de la Familia Manson provocaron una ola de indignación, pero no en el sentido que buscaba su líder, sino en contra de él y de sus seguidores. Con el paso de los días, las autoridades dieron con cada uno de ellos. Llevados ante la justicia, el 29 de marzo de 1971 fueron condenados a muerte. Sin embargo, la pena capital les fue conmutada por sendas cadenas perpetuas. Bajo ese régimen murieron Atkins y Manson, en 2009 y 2017.
Más de medio siglo después de aquellos crímenes, “Katie” Krenwinkel aún cumple su condena. Al momento, es la prisionera que más tiempo ha permanecido bajo la custodia del sistema penitenciario californiano. Y así seguirá, hasta el fin natural de sus días.