“Un día el teléfono ya no encendió y mi abuela no puede comprarme otro”, niño relata su mayor obstáculo para seguir estudiando

El caso de Pedro, de 12 años, es uno más entre miles de estudiantes que no han podido seguir su formación. Ponemos el foco en tres casos en este Día del Niño.

descripción de la imagen
Pedro ha aprendido a reparar atarrayas y a pescar. / Foto EDH/ Jessica Orellana

Por Jessica Orellana

2020-09-30 8:40:41

Hace 4 meses, Pedro Romero dejó de estudiar, ya que el celular que tenía se le arruinó, por lo que perdió contacto con los profesores. “Yo a veces hacía las tareas, no entendía muy bien pero las hacía. Un día el teléfono ya no encendió más y mi abuela no puede comprarme otro”, asegura.

Pedro recuerda que la materia que más le gusta es Lenguaje y cómo la maestra un día les contó La Caperucita Roja y había reído tanto cuando el lobo se disfrazó de la abuelita. Este año, no ha podido leer otro cuento.

El menor es uno de más de 150 alumnos del Centro Escolar caserío La Pirraya, cantón Isla San Sebastián. No hay clases presenciales, como en todo el país.

Pedro ha aprendido a reparar atarrayas y a pescar. / Foto EDH/ Jessica Orellana

“Yo le ayudo a mi abuelito a tejer, estoy aprendiendo, arreglo mi bicicleta; otros días voy a desenredar atarrayas y me pagan por eso o voy a la playa, ayudo en la casa. Yo hago de todo”, añade el pequeño.

Recomendamos: Estudiantes sin conexión a Internet, el reto del plan a distancia implementado por Educación durante la emergencia por coronavirus

Pedro vive junto a sus abuelos, quienes se han esforzado por sacar adelante a él y otros 4 nietos. “Espero que él siga estudiando, pero no podemos comprar otro teléfono y si lo compramos no solo es eso sino que también ponerle internet, y la verdad económicamente no estamos muy bien”, menciona la abuela Ana Julia Márquez.

El pequeño espera que, cuando ya abran las escuelas, pueda regresar a las aulas y continuar estudiando. Mientras tanto, pasa sus días a la orilla de la Bahía de Jiquilisco.

Natalia Renderos en su hogar. Por ahora, la mochila no es ocupada para clases presenciales, pues no habrá en 2020.
Foto EDH/ Jessica Orellana

Natalia casi abandona el estudio

Natalia Renderos destaca por ser una alumna muy aplicada en el Centro Escolar Canton San Sebastián El Chingo, en el municipio de San Luis la Herradura, La Paz.

Por siete años consecutivos, ha ganado medallas al mérito académico por sus tareas, excelentes notas, su participación en clase y su ímpetu por salir adelante.

Podrías leer: Profesores alertan de alta deserción escolar y de promoción automática de alumnos

Este año, su sueño casi se trunca y dejó de estudiar tres meses por falta de recursos económicos. Eso le afectó mucho y se reflejó en su rendimiento.

“Yo empecé bien el año, los primeros meses no tuve problemas, la maestra nos enseñaba y yo ponía atención, pero cuando ya cerraron las escuelas, algunos días hacía las tareas y otros, no”, relata.

Natalia tiene 13 años y combina sus clases con los quehaceres del hogar, ayuda a su madre en el día a día. “Un día, mi mamá me dijo que no podía ponerle internet al celular y así pasó el tiempo… pero la maestra vino hablar con mi mamá para preguntarle por qué no entregaba las tareas, la maestra convenció a mi mamá que no dejara de estudiar porque yo era muy buena”, recuerda.

Natalia Renderos ha destacado por ser una alumna muy aplicada en el Centro Escolar Canton San Sebastián El Chingo, en el municipio de San Luis la Herradura, La Paz. Foto EDH / Jessica Orellana

Morena del Carmen, madre de Natalia, comenta que todo comenzó a funcionar bien. “Ella entendía bien, pero acá la señal es mala y muchas veces cuesta que cargue, yo ponía saldo para Internet y nunca cargaba nada, era dinero perdido, con gran sacrificio nosotros hacíamos el esfuerzo, pero no se puede así”, explica.

Morena gasta aproximadamente diez dólares a la semana para poder darle continuidad a sus clases, entre copias de las guías de estudio e internet. Es dinero que muchas veces no tiene en su bolsillo.

“Estoy feliz porque he vuelto a retomar mis estudios, aunque cueste y sé el sacrificio que mi madre está haciendo por sacarme adelante”, agradece la niña.

Problemas

“Los días son difíciles aunque ya volví a clases pero, por ejemplo, si llueve un día, el internet se va hasta una semana… eso hace que me retrase, pero vuelvo cuando puedo y así voy sacando mi 7° grado”, describe Natalia, quien intenta no rendirse ante tantas dificultades.

Debido al contexto de pandemia por el que atraviesa el país desde marzo pasado, las autoridades de Educación decretaron la suspensión de clases presenciales en todo El Salvador. Esto conlleva serias dificultades para mantener un contacto activo entre los maestros y los estudiantes.

También: Las hermanas Pimentel buscan señal de Internet en lo alto de un cerro de Ahuachapán para poder estudiar

Natalia asegura que su esfuerzo no es en vano y espera llevarse este año, pese a las dificultades, un lugar entre los mejores de su clase.

“Yo me pongo triste porque quiero seguir estudiando, quiero salir adelante y lo que no logre entender este año, lo voy aprender el otro”, se anima la estudiante.

Yeimi ha tenido que interrumpir sus estudios.
Foto/ Jessica Orellana

“No entiendo las clases y mi abuela no puede explicarme”

Yeimi Mendoza lee, a diario, una carta motivacional que su maestra le entregó durante la cuarentena que el gobierno ordenó para combatir el COVID-19. “Espero que esto pase rápido, los extraño; no te desanimes, ya falta poco”, fueron las palabras que la profesora escribió.

Pero esas palabras no las ha podido seguir Yeimi, quien cursa cuarto grado en el Centro Escolar Cantón San Sebastián El Chingo, en el municipio de San Luis la Herradura, La Paz. No es porque no quiera, sino porque no cuenta con los recursos para poder continuar con sus clases.

“Acá, en mi casa, yo vivo con mi abuela y lo poco que ella gana no alcanza para internet, yo a veces no entiendo lo que tengo que hacer y ella tampoco puede, entonces no puedo hacer las tareas”, lamenta la niña de 10 años.

María Isabel Martínez, abuela de Yeimi, es la encargada de la menor desde 1muy pequeña y es consciente que la educación es lo único que podrá darle a su nieta, por lo que siempre la ha motivado a que estudie.

El uniforme escolar de Yeimi.
Foto/ Jessica Orellana

“Está decisión ha sido bien dolorosa para mí y para ella, pero la verdad yo no puedo hacer más, confío que el otro año ella pueda volver a la escuela y recupere lo que hoy ha perdido”, expresa la abuela.

María es empleada en una tortillería y su salario es pequeño, las ventas han bajado y muchas veces no tiene ingresos para poder costear los estudios de su nieta. “Hay días que solo para la comida saco. La situación del país está fregada, no sólo para nosotros sino para todos”, añade.

“Para mí es una tristeza que no pueda seguir estudiando, pero creo que el otro voy a poder ir de nuevo y voy a sacar mi mochila para regresar”, se anima la estudiante.