El sacrificio de las familias de niños sordos para que reciban clases y las creativas soluciones de la docente Lidia Rivera Ocampo

La maestra relata que no ha sido fácil adaptarse a la nueva modalidad para impartir clases a distancia porque muchos de sus estudiantes no tienen acceso a internet o un teléfono a tiempo completo.

Ella ha optado por establecer diferentes horarios de acuerdo a la jornada de los padres para impartir las clases.

Por Nancy Hernández

2020-09-24 8:44:42

Lidia Rivera Ocampo tiene 57 años y 30 de ellos los ha dedicado a impartir clases a niños y niñas con discapacidad auditiva, ahora que las clases presenciales están suspendidas ha reinventado la forma de enseñar a sus alumnos. Actualmente es docente de 100 menores de edad de primero a noveno grado del Complejo Educativo para Sordos Licenciada Griselda Zeledón.

Asegura que la pandemia causada por el COVID-19 ha visibilizado aún más los retos que este sector de la población enfrenta día a día para aprender y comunicarse con los demás.

“La población sorda casi siempre ha vivido incomunicada con los oyentes, pues la lengua de señas nos une pero a la vez  nos separa, si no nos tomamos el tiempo como oyentes de apropiarnos de ella. Es exquisita, exacta, poética, apasionante en manos de ellos, pero difícil de dominarla con esa riqueza de detalles para nosotros. En general la población oyente desconoce mucho acerca del mundo de los sordos, sobre su cultura y su lengua, esa lengua rica e ingeniosa que a todos emociona y que a simple vista puede parecer sencilla, pero que es muy compleja, con su propia gramática y esa utilización única del espacio”, explicó.

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Para Lidia los medios tecnológicos han contribuido y facilitado, en la medida de lo posible,  la enseñanza durante estos meses, puesto que existe la facilidad de enviar videos y recibir o hacer videollamadas.

“Hay que ser maestro o padre de niños sordos para comprender lo que es vivir en el día a día inmersos dentro de otra cultura, buscando siempre la punta de la madeja, los que convivimos con ellos sabemos que nuestra tarea es apasionante pero compleja. Vivimos entre miradas, gestos, movimientos significativos en el aire, movimientos que en la pandemia se invisibilizaron por un tiempo pero que la tecnología los volvió nuevamente visibles, unió nuestras manos a la distancia, lamentablemente, a pesar de los valiosos esfuerzos que se han realizado, el acceso no ha sido para todos”, lamentó.

Asegura que los medios tecnológicos han sido de mucha ayuda a la hora de dar clases a sus alumnos. Foto Lidia Rivera.

Lidia considera que la pandemia afectó el proceso de educación de los estudiantes y en el caso de la población sorda se han hecho muchos esfuerzos, tanto de parte de la familia como de los docentes, para mantener la comunicación con los estudiantes, pero a pesar de ello “el alcance no ha sido para todos” por la falta de recursos de las familias.

“Muchas madres y padres han sacrificado su tiempo después de la jornada laboral, han sido maestros de sus hijos, con más frecuencia las madres, que han sido unas heroínas silenciosas, con todas las dificultades que enseñar en una segunda lengua conlleva y algunas veces sin la formación académica necesaria, con dificultades para acceder a internet, con limitaciones económicas y muchas veces con problemas de salud. Todo ha sido un camino dificultoso para las familias, coincidir con los horarios, aprender las estrategias y saber transmitirlas en lengua de señas, debido a todas esas circunstancias algunos se han quedado en el camino”, contó.

Lidia al igual que otros docentes de niños sordos han rediseñado sus estrategias de enseñanza, han aprendido a adaptarse a los recursos tecnológicos e incluso adecuar espacios físicos en sus casas para impartir las clases y hacer un poco más atractivo el ambiente.

En su caso ha optado por establecer diferentes horarios para sus estudiantes, teniendo en cuenta el tiempo de los padres para acompañarlos o el acceso que los niños tienen al teléfono.

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“Se procura trabajar con algunas estrategias usadas en el aula pero también depende del apoyo de la familia o del ingenio del niño. Se trata de buscar el cómo y el cuándo, ambas interrogantes parecían difíciles de responder en una situación tan irregular como la que nos está tocando vivir; hubo que adaptarse a las condiciones de la mayoría, buscar lo accesibilidad para todos y el medio más barato. Hacer horarios por la mañana, la tarde y la noche fue una opción que me pareció viable para adaptarme al horario laboral de los padres. Es encomiable ver como algunas madres llaman para pedir que se les espere a las 7:00 de la noche porque ya van llegando del trabajo a casa con el único celular que hay en la familia. Otra estrategia que ha dado resultado es grabar videos de lecturas y cuentos para que los vean una y otra vez  para que después envíen su video lectura, que por cierto es uno de los momentos más bonitos de la semana, cuando recibo la avalancha de videos de ellos leyendo con sus manitas”, dijo.

Lenguaje escrito

Otro de los logros que Lidia considera que ha ganado en este tiempo y también representa una barrera superada es el aprendizaje de los niños en cuanto al español escrito porque representa una dificultad por ser su segunda lengua, ya que la lengua de señas es la inicial.

Explicó que la dificultad de aprendizaje radica en varias razones, entre ellas que la lengua de señas no tiene una forma escrita y ellos carecen de los refuerzos auditivos que son de suma importancia a la hora de aprender un segundo idioma.

La docente estableció diferentes horarios de clases para adecuarse al tiempo de los niños y sus padres. Foto Lidia Rivera

“Además en muchos casos el inicio de la enseñanza de su primera lengua llega muy tarde y si a eso le agregamos la condición sociocultural, la falta de acceso que tienen muchos a las escuelas, la carencia de programas para ellos, la ausencia de una carrera especializada en el país, el problema se magnifica”, señaló.

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Sin embargo, asegura que para ella es gratificante cuando sus alumnos escriben por Whatsapp y además, de sus tareas también le cuentan cómo se sienten o sus planes a futuro.

“Como maestra de niños y adolescentes sordos obviamente una de mis prioridades es el español escrito, por lo que permití que cada uno escogiera su horario para mantener diariamente comunicación escrita conmigo por Whatssap, esta ha sido una estrategia fructífera ya que no solo contribuirá a la mejora de la comprensión y formulación de preguntas sino también significativamente al acercamiento que ahora tanto necesitamos con ellos. Con algunos he conversado más por escrito ahora a la distancia que cuando los tenía cerca. La conversación diaria está regida por una planificación pero a veces lo que algunos necesitan es desahogarse entonces dejo de lado un rato la gramática y me limito a ‘escuchar'”, comentó.

“Una mañana una de las niñas me escribió contándome que en el 2027 irá a la universidad y que quiere ser maestra sorda igual que su maestra Berta y que también quiere como yo enseñarles español a los niños sordos, esos mensajes son música para mis ojos. Definitivamente no todo ha sido triste en estos días, con algunos hemos mantenido unidas nuestras manos a la distancia”, agregó.

Lidia asegura que para ella ha sido todo un reto y a veces hasta agotador ser maestra a distancia y aunque se siente satisfecha de su trabajo y alegre de los avances extraña el contacto físico con sus estudiantes y verlos:

“Extraño ver sus caritas y sus manitas contándome historias pero todos los maestros de sordos sabemos que cuando un niño sordo comienza a expresar sus sentimientos por escrito el sueño ha comenzado a hacerse realidad. (…) Algunas estrategias han dado resultado pero nada va a sustituir la cercanía, el afecto que transmite una mirada, el abrazo de sus compañeros, la risa, el juego, máximo para ellos que pertenecen a una pequeña comunidad lingüística y que algunos viven como extranjeros en su propio hogar. Todos hemos tenido que conformarnos con vernos a través de una pantalla para resguardarnos”, concluyó.

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