Perdónanos y que Dios te salve, Patria Sagrada

Nuestro Himno Nacional, en su coro, dice: “Saludemos la Patria orgullosos, de hijos suyos podernos llamar; y juremos la vida animosos, sin descanso a su bien consagrar”. Nos llama a no desatendernos del alma del Estado, esa Patria que nos exhorta a vivir con animo a pesar de las adversidades y dedicar nuestras vidas a la búsqueda de su bienestar y del bien de nuestros hermanos salvadoreños.

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Foto: Ruz

Por Carlos Ernesto Mena Guerra

2020-09-14 10:33:10

Mientras el concepto “Estado” es claro y ampliamente definido, el de Patria parece ser algo intangible, es como “el alma del Estado”. El Estado está compuesto por la Población, Tierra firme, islas, mar y aire, un Gobierno, Órganos, Instituciones, Leyes. “Estado es una forma de organización política, dotada de poder soberano e independiente, que integra a la población de un territorio”.
Pero un Estado sin alma es como una Persona sin Espíritu. La Constitución de la República reconoce en el artículo 64º, que los Símbolos Patrios son: el Pabellón o Bandera Nacional, el Escudo de Armas, el Himno Nacional y, desde el 6 de marzo del 2001 por decreto legislativo, La Oración a Bandera Salvadoreña. Pero esos “símbolos” deben representar algo concreto; y ese algo es el alma del Estado, su esencia, su razón de ser, lo que define su existencia.
La Oración a la Bandera Salvadoreña, considerado un poema cívico, define esa alma del Estado, nos recuerda nuestro amor por la tierra natal, a la que estamos ligados de forma afectiva y jurídica. Irrefutable e intemporalmente como seres humanos creados a imagen de Dios. “Dios te salve, Patria Sagrada, en tu seno hemos nacido y amado, eres el aire que respiramos, la tierra que nos sustenta, la familia que amamos, la libertad que nos defiende, la religión que nos consuela”.
Profundo y hermoso poema, que hace brotar lagrimas a nuestra Diáspora y a cualquier salvadoreño fuera de nuestras fronteras. Lo he vivido y he sentido ese nudo en la garganta, conteniendo el deseo de gritar “Patria querida, no deseo verte sufrir más”, eres el aire que me mantiene vivo, eres la familia que amo, el terruño de mis últimos días, donde mis amigos viven en libertad, eres el Estado laico, pero no ateo.
“Tú tienes nuestros hogares queridos, fértiles campiñas, ríos majestuosos, soberbios volcanes, apacibles lagos, cielos de púrpura y oro”. Estas líneas materializan lo intangible y nos reclaman contundentemente el deterioro ambiental, nuestra gente sin hogares, nuestras tierras abandonadas e improductivas, nuestros cielos contaminados, la incapacidad de convivir en paz, esa incapacidad de perdonarnos y mirar al futuro en busca del bienestar de todos.
Nuestro Himno Nacional, en su coro, dice: “Saludemos la Patria orgullosos, de hijos suyos podernos llamar; y juremos la vida animosos, sin descanso a su bien consagrar”. Nos llama a no desatendernos del alma del Estado, esa Patria que nos exhorta a vivir con animo a pesar de las adversidades y dedicar nuestras vidas a la búsqueda de su bienestar y del bien de nuestros hermanos salvadoreños. A los funcionarios públicos, en especial, les exhorta a ser buenos hijos, a servir los demás y abandonar conductas impropias que tanto daño ocasiona a nuestra gente.
Este 15 de septiembre de 1821, 199 años de Independencia de la monarquía española, 199 años de búsqueda del anhelado desarrollo social y económico de nuestra Patria El Salvador.

Militar y Economista.