Desde el año 2006 Paulette se convirtió en un ícono de la cultura popular salvadoreña, no solo por su constante presencia en los diferentes medios de comunicación, sino también por ser una de las pioneras en considerar el Pole Dance como una disciplina que podría practicar cualquier persona.
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El amor por el baile que sentía Gabriela Molina (nombre real) la llevó a emprender su propio negocio, el cual bautizó como “High Heels”, la primera academia de Pole Dance en El Salvador cuyo objetivo se vio truncado por dos impactantes situaciones que viven a diario los salvadoreños: asesinatos y pandillas.
Además del acoso de las pandillas, Paulette tuvo que enfrentar uno de los hechos más tristes y dolorosos de su vida, el homicidio de su progenitor.
“En el 2013 decidí emigrar de mi bello El Salvador a España, aunque amo intensamente mi país no pude soportar la muerte de mi padre, quien fue asesinado por ser un importante empresario de La Tiendona (mercado)”, explicó en una entrevista exclusiva con elsalvador.com.
Este acontecimiento la destrozó por completo y “no vi más futuro para mí y los míos en el lugar que me vio nacer”.
Por si esto fuera poco, su emprendimiento se vio frustrado por la “renta” impuesta por las pandillas. “Me emocionaba ser la pionera de este maravilloso deporte como yo siempre lo he visto, aunque estaba en muy buena zona una vez más las pandillas me pusieron su famosa renta, así que al no poder —ni querer— pagar más, decidí cerrar”, señaló.
Su vida dio un completo giro. “Mi vida en El Salvador siempre fue con mucha prisa, siempre queriendo alcanzar mis sueños, hacer cosas grandes con el baile, poner negocios y triunfar, pero no fue fácil. Desde las pandillas que no dejaban de poner renta a los pocos negocios que logramos poner junto con mi pareja, hasta la Alcaldía que por una u otra razón no me dejaba abrir mi negocio soñado”, detalló.
A través de su empresa también quería ser una vía de escape para rescatar trabajadoras sexuales que lo necesitaran y darles una nueva oportunidad de vida en un lugar en “donde el baile sería lo que les cambiaría la vida, como a mí me lo hizo”.
En sus veintes, con un hijo y sus sueños desvanecidos, Paulette puso la mirada en el exterior, en España, para encontrar lo que todos conocemos como “libertad”.
“Venir a España fue muy complicado, estoy segura que en los primeros años uno está presente en el otro país, tu mente y corazón siguen en ‘El Pulgarcito’. Así que la realidad me terminó de caer cuando pasé mi primer invierno y me rodaban las lágrimas sin tener un buen abrigo para poder aguantar”, comentó.
Con siete años en España, ella obtuvo finalmente su residencia y se dedica al mundo de la Farmacéutica: “He sacado un máster en medicina estética y un máster en tratamientos faciales. Me apasiona el mundo de la estética, buena alimentación y extracción de productos naturales para tratar muchas enfermedades”, sostuvo Gabriela, quien sin tapujos cuenta que a sus 18 años, por un año y medio, trabajó en un club nocturno para poder pagarse el instituto.
Cuando ella vivía en El Salvador todos la recuerdan junto a su entonces novio, el exitoso tatuador Rony Morán, con quien procreó un hijo (hoy de 12 años) y ahora ya no está en pareja pero con quien sí lleva una buena amistad. Este último detalle también es muy comentado en las redes sociales, cosa que ella no le da mayor importancia.
“Nos separamos con el padre de mi primer hijo casi desde que llegue a España, fue mutuo acuerdo y lo llevamos muy bien (…) aunque nos costó mucho ahora gozamos de una relación fantástica en donde nos llamamos todos los días aunque sea para saber cómo estamos, es de mis mejores amigos, le cuento todo y él a mí”, explicó.
Incluso las parejas de ambos tienen un vínculo cordial. “Es amigo de mi actual pareja y yo soy amiga de su nueva esposa, salimos de vacaciones juntos y nos la pasamos bien, no me molesta nunca hablar del tema, al contrario, sé que la gran mayoría de las parejas que se separan nunca se vuelven a hablar, pero a mí me gusta hablar de ello porque a veces no es fácil, mas no imposible”, manifestó.
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Paulette se casó con un empresario español, Cristian Ramos, a quien describe como un hombre “muy humilde, trabajador, luchador (…) me inspira, es un hombre con mucha gratitud por la vida, inteligente y sobre todo con un gran corazón”.
Junto a él procreó a una bebé que ya tiene 10 meses, Paulette se dedica a su cuido y está a la espera de continuar los proyectos que tuvo que suspender por la pandemia de COVID-19.
Cuando al final de la entrevista se le preguntó ¿Qué es lo que más extraña de El Salvador y si piensa regresar en algún momento?, respondió: “Deseo muchísimo regresar a El Salvador de paseo, sueño con ir a la playa por unas conchas, a puebliar y tomarme un café con pan dulce y así tantas cosas, espero pronto poder visitar a mi gente y mis rincones favoritos, pero mientras tanto seguiré trabajando para poder ponerme a mí, a mi familia y a mi país en alto”.