¡El mundo cambió! Y en nuestro pasado no hay un momento igual en el que esa frase tenga más peso como el que pasamos ahora con la pandemia del COVID-19 y sus consecuencias.
La crisis sanitaria y la mortalidad de la pandemia, inmediatamente sucedida por una crisis económica, ya tiene efectos profundos y los tendrá a largo plazo. Para América Latina, la contracción de su crecimiento será tal que ya es considerado como el peor de su historia y solo este año dejará 11.6 millones de desempleados y 30 millones más de pobres, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
En nuestro propio país el bolsillo de las familias salvadoreñas y la estabilidad de las empresas se han visto en un “estira y encoge” para sobrellevar la situación. En cinco meses, de febrero a junio, El Salvador ha perdido 74,779 empleos, de los que 23,941 son de la industria y manufactura, según datos del ISSS.
Las empresas han sorteado el mantenimiento de sus operaciones con cierres económicos, ventas en caída libre en medio de obligaciones con bancos, proveedores, arrendamiento en centros comerciales, cumplimiento de pagos y contratos con las multinacionales que son implacables con sus exigencias.
Soportar esos meses ha sido la reacción inmediata para no sucumbir. Sin embargo, el reto de mantenerse y recuperarse tras esta crítica situación, requiere de medidas extraordinarias y la responsabilidad social es una de ellas.
¿Pero a qué me refiero con responsabilidad social? A todas las acciones que ayuden al otro sin el menoscabo propio, a esas nuevas y creativas estrategias de negocios en tiempos de crisis. Les comparto algunos ejemplos de esa responsabilidad social aplicada en la región centroamericana y que, aunque no son la solución total del problema, se apegan a este nuevo mundo que cambió y propone nuevas formas de gestionar las crisis.
En Guatemala, los arrendantes de los centros comerciales notificaron a sus inquilinos que, de abril a julio, solo pagarían el mantenimiento, lo que significó un respiro por los meses sin ventas. Un ejemplo valioso para imitar, en especial en nuestro país donde el cierre económico fue incluso más prolongado.
Por otro lado, las autoridades guatemaltecas apoyaron por tres meses a los empleados formales a los que las empresas habían declarado en suspensión.
En Costa Rica, donde se permitió flexibilizar la jornada al 50 % y su paga equivalente para sostener las plazas. Y hay que decir que la economía tica también estuvo menos tiempo cerrada.
Es así como se hace responsabilidad social, algo que ni por asomo alude evadir o incumplir responsabilidades, porque estamos sabedores que competimos en un mundo globalizado con reconocidas multinacionales y con grandes corporaciones locales.
Sin embargo, hay proveedores que se han alejado de esa responsabilidad siendo irrestrictos con sus contratos, aplicando cobros como en tiempos de bonanza y siendo contundentes con cada cláusula contractual. Si dejamos a un lado la responsabilidad social se debilitarán aún más las empresas y en consecuencia los empleos.
Ante escenarios así, es imperioso preguntarse por qué no tomamos por opción natural esas medidas extraordinarias que urgen a la flexibilidad y creatividad para juntos salir de este bache.
En definitiva, son tiempos de cambio y bien lo vaticinaba el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, en su libro “El capitalismo progresista: la respuesta a la era del malestar” mucho antes de la crisis económica a causa del COVID-19. En su análisis, advertía sobre lo negativo del “fundamentalismo de mercado” y recomendaba alternativas para salvar “al capitalismo de sí mismo”, una fórmula para cambiar mucho del modelo económico actual y cargarlo de un componente más social.
Con lo que ya vivimos y lo que nos falta por sobrevivir a esta crisis económica por la pandemia, coincido en que hay que hacer los cambios pertinentes para adaptarnos y eso, desde luego, incluye más responsabilidad social.
También sé y reconozco que esta no es la varita mágica ante la hecatombe económica de la pandemia, pero si no somos capaces de cambiar y aplicar medias extraordinarias sin estimar el contexto, la crisis podrá ser más larga y menos llevadera. Lo que perseguimos, como empresarios y salvadoreños, es que ese número de desempleos se revierta, que las ventas se dinamicen y que el bienestar de las familias se restablezca y mantenga.
Empresario