El COVID-19 ha llegado casi a todos los rincones del mundo, ha dejado más de 813,733 muertos en el mundo desde que la oficina de la OMS en China dio cuenta de la aparición de la enfermedad en diciembre. Desde el comienzo de la epidemia más de 23,689,860 personas contrajeron la enfermedad. de ellas al menos 15,098,600 se recuperaron, según la OMS.
El lunes se registraron en el mundo 4,252 nuevas muertes y 222,172 contagios. Los países que más fallecidos registraron según los últimos balances oficiales son India con 848, Brasil con 565 y Estados Unidos con 450. América latina y el Caribe sumaba 261,078 fallecidos y 6,782,464 contagios.
Sin embargo, a pesar de este panorama tan sombrío, hay 10 países (contando sólo los países miembros plenos de Naciones Unidas y excluyendo a Corea del Norte y Turkmenistán) donde el virus no ha logrado llegar.
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La mayoría de estos archipiélagos han evitado la propagación de un virus que instantáneamente habría hundido sus capacidades sanitarias.
Una decena de naciones insulares no han registrado ningún caso de COVID-19 porque inmediatamente cerraron sus fronteras para evitar la importación del coronavirus.
Uno de ellos es la paradisíaca isla de Palaos, puesto que sus fronteras han estado cerradas desde marzo. A pesar que no hay ni un solo contagio, el virus también ha afectado a sus pobladores, pues depende directamente del turismo y desde entonces los hoteles, restaurantes y tiendas están cerradas. Los únicos huéspedes que tienen son los residentes que están obligados a guardar cuarentena.
El caso de las Islas Marshall también permanece libre de COVID-19, pero el impacto es el mismo, pues su economía depende directamente del turismo y la pesca.
Para mantener el país libre de COVID-19, los barcos que han estado en países infectados tienen prohibido ingresar a sus puertos.
Además, las Islas Marshall están especializadas en peces de acuario, el más popular es el pez ángel llama, pero las exportaciones cayeron un 50%, según un informe estadounidense.
El envío de atún sashimi se redujo en la misma cantidad, otras industrias pesqueras esperan una caída del 30% durante el año. En resumen, se puede mantener el virus fuera del país, pero luchar contra sus efectos en la economía es distinto.
Otros barcos, incluidos los buques tanque de combustible y los portacontenedores, deben pasar 14 días en el mar antes de atracar. Las licencias de pesca están suspendidas y se ha rebajado el número de vuelos de carga.
Sin embargo, a pesar de las consecuencias con sus economías, muchos de estos países prefieren estar en confinamiento en lugar de sufrir los azotes de la pandemia causada por el COVID-19.
Len Tarivonda es el director de salud pública en Vanuatu, otra isla del Pacífico con una población de 300,000 habitantes. Él trabaja en la capital, Port Vila, es de Ambae, una isla de 10,000 habitantes a unos 275 kilómetros al norte y asegura que la mayoría de sus pobladores prefieren estar encerrados.
“La mayoría de los habitantes de Ambae prefiere que la frontera se mantenga cerrada el mayor tiempo posible. Dicen: ‘No queremos que la enfermedad llegue. Si sucede, básicamente estamos condenados'”.
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En esta isla, el 80 % de la población depende de la agricultura y su economía depende de la producción local y tradicional, es decir, los quebrantos de la economía local no les afecta mucho por ahora.
Pero a pesar de ello, los efectos serán grandes porque el Banco Asiático de Desarrollo espera que el PIB caiga casi un 10 %, la mayor caída de Vanuatu desde su independencia en 1980.
“Pero ese retroceso no se debe solo al cierre de fronteras por el COVID-19. En abril, el ciclón tropical Harold azotó gran parte del país, mató a tres personas y afectó a más de la mitad de la población”, cita la BBC.
En julio, el gobierno anunció que tenía planes para reabrir la frontera a otros países “seguros” antes del 1 de septiembre. Pero al aumentar los casos en Australia y Nueva Zelanda, el plan comenzó a retrasarse.
No obstante, consideran que vale la pena tomar todas las medidas necesarias para mantener el virus fuera del territorio porque en la isla no tienen atención médica y para llegar a un centro asistencial deben de navegar por el océano.
“Dadas nuestras limitaciones (de atención médica) y el contexto que tenemos en el Pacífico, la mejor opción es mantener el virus fuera de nuestro país el mayor tiempo posible”, dijo a la BBC.
Nauru
Es una isla con forma de guisante aislada en medio del Pacífico central, a 4,000 km de Australia. Tras el Vaticano y Mónaco, es el estado más pequeño del mundo, con solo 21.3 km2. Apenas supera los 12,000 habitantes, y su aislamiento y escasez de infraestructuras -además de la dificultad para llegar a sus costas la ponen a salvo del COVID-19.
Sin embargo, a pesar de su difícil acceso tomó la decisión de cerrar el paso a China, Europa, Estados Unidos, Asia y cualquier otro país que tenga contagios.
Samoa
Es una de las cuatro naciones que conforman la Polinesia y también está a salvo del coronavirus. Su impacto económico se refleja en la falta de turistas, puesto que el 67 % de su población depende de este rubro, según publicación del sitio Tendencias Hoy.
Kiribati
Llegar a Kiribati no es nada fácil: si es por avión, solo se puede acceder con dos vuelos semanales desde Fiji, o uno semanal desde Brisbane, Australia. Es uno de los lugares más remotos del mundo y menos visitados por turistas.
El aislamiento le sirve para tener alejado al virus y si se te ocurre visitarlo, debes de certificar que no estuviste en ningún país con contagios de COVID-19 (lo cual es casi imposible en la actualidad) y someterte a una cuarentena de 14 días.
Islas Salomón
Tiene casi 687,000 habitantes y desde el 23 de marzo están cerrados los accesos a este país que es uno de los estados insulares de la Melanesia.
Pero también está sufriendo por la falta de turismo porque su economía se basa en sus playas, resorts y turoperadores y los turistas que desean asilarse del mundo.
Estados Federados de Micronesia
Esta cadena de 607 islas, islotes y atolones se despliegan por una franja de 2,700 kilómetros de este a oeste en el Pacífico central. A pesar de estas enormes distancias, en ninguno de sus territorios se han registrado casos de coronavirus.
Más allá de la belleza de sus playas las infraestructuras turísticas están poco desarrolladas, por esa razón apenas llegan 17,000 visitantes al año.
Los otros países que se suman a la lista son Tuvalu, Samoa y Tonga.
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Al cerrar sus fronteras, las naciones del Pacífico Sur han logrado evitar la epidemia de coronavirus, pero sus economías se han hundido. Ahora se enfrentan a una decisión difícil: ¿mantener las barreras o hacer que los turistas regresen, con la amenaza para la salud que representan?
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