¿Cómo puede el mundo reconstruirse después del horror de la pandemia, lo que también incluye a Líbano luego de la espantosa explosión de casi tres mil toneladas de nitrato de amonio que destruyó media ciudad y gran parte de su puerto, el principal del país?
La misma interrogante se puede hacer sobre la endémica pobreza y las hambrunas de África al igual que el drama que desde que el hombre fundó sus primeras ciudades ha victimizado a India, donde al lado de unos pocos oasis de prosperidad los cuadros más desgarradores de miseria humana se contemplan.
No tiene sentido “querer” inventar la pólvora cuando “la pólvora ya está inventada”; la inventó Adam Smith en su obra “Investigaciones sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones” al marcar la ruta para el fenomenal, para su tiempo, desarrollo inglés en el siglo XIX, que salvó a millones de morir de hambre como de hambre siguieron muriendo en el resto del mundo, al igual que corresponde hacer a Líbano para superar la crisis en que estaba antes de la tragedia de hace menos de una semana.
La “pólvora”, para así decirlo, la reinventaron los alemanes en 1950 para reconstruir su país después de la terrible devastación perpetrada por Truman y los soviéticos, una fórmula muy simple: dejar hacer, dejar pasar, liberar la iniciativa de la persona y los distintos actores sociales, lo que ahora se conoce como Economía de Mercado, esquema luego adaptado por Japón y los Tigres de Asia para reconstruirse.
El Líbano, al igual que la India y nuestra América, pueden exonerar de impuestos sobre ganancias toda nueva producción, una medida que a su vez también lograría en muy poco tiempo superar la hambruna y carencias de toda naturaleza que sufren Cuba y Venezuela, en estos momentos al borde de un desgarrador desastre.
La libertad económica, fundamentada sobre el derecho a la propiedad —pues sin propiedad nadie puede ser libre pues forzosamente tendría que recurrir al régimen imperante hasta para poder calzarse o imprimir sus ideas— consiste en dejar a cada quién escoger sus caminos siguiendo lo que para él lo beneficia más, aunque luego descubra que se equivocó.
Un joven quiere llegar a ser ingeniero, otro aspira a ser carpintero y contar con su propio taller; uno más dispone ser asceta y renuncia a los bienes terrenales; el otro, sobre todas las cosas, quiere tener una familia; un cura dispone colgar su sotana roja y amancebarse, mientras otra persona siente el llamado del Señor… Y hay los que quieren ser corruptos, como los que se lanzan a la perdición carnal y los vicios.
El buen Dios dotó de la facultad de escoger a todos los seres vivos; los microorganismos buscan la luz cuando les beneficia mientras las fieras se esconden esperando así atrapar sus presas.
Se pasa de cortina de humo a cortina de humo para tapar la realidad del saqueo a nuestro país
La libertad económica, soltar las amarras que en la actualidad tienen postrada nuestra nación, es la fórmula que mejor puede superar los terribles perjuicios que está causando el actual desgobierno y un presidente que tiene un equipo de comunicaciones de más de cien personas, cuando López Obrador, de México, tiene cuatro, y Trump, explicablemente 30. El afán permanente, minuto a minuto, es el de los prestidigitadores: embobar, lanzar cortinas de humo, adjudicarse imaginarios logros, lo que la realidad derrumba con lo que está sucediendo en el sector de salud: mueren por no contar con la protección debida.