Zamora, la dama del fitness
Una medalla de dulce sabor. Esa es la que vivió Paulina Zamora, en la categoría de fitness coreográfico del fisicoculturismo. Se convirtió en la mejor atleta en esta división del continente. “Cuando pienso en Lima, me sigue invadiendo mucha emoción, mucha felicidad”, contó a Cancha, y siguió: “Cuando me remonto a lo que sentí ese día, me sigue pareciendo increíble lo que logramos, tan increíble, casi irreal, y me sigue llenando de muchísisíma satisfacción”.
Sobre lo que más tiene en mente de aquellos momentos, dijo: “De lo que más recuerdo, es el momento cuando supe que yo estaba en el podio. La emoción, la alegría tan grande que sentía, que sentía que estaba soñando. De tan increíble que era lo que me estaba pasando, en ese momento, que me costaba creerlo. Esos momentos atrás del escenario, cuando estábamos en fila, listas para salir a la premiación”.
Y también es inolvidable la premiación: “Cuando pienso en el momento en que me entregaron la medalla y escuchar el himno nacional, sigo sintiendo que es increíble lo que logré ese día. Me sigue pareciendo impresionante, y me sigo sintiendo enormemente orgullosa, y con un gran amor por mi país y una gran satisfacción de haber podido representarlo de la forma en que lo hice”.
Pero un año ha sido rápido para la campeona, y Paulina acepta que “lo que más ha cambiado después de ese momento, de ese gran logro”, a pesar de ser una atleta que siempre se ha tenido “mucha fe” y ha sido “alguien que sueña en grande y trabaja muy duro”, es que comenzó “a confiar aún más”: “En mis capacidades, a sentir que realmente el cielo sí es el límite, o sea que no hay límite realmente”.
Si bien es cierto, por el Covid19, Zamora no ha podido defender en alto su título, pero no baja los brazos en su trabajo. “A causa de la pandemia, no pude participar en varios de los eventos que se pospusieron, previstos para este año. Si bien, nunca he dejado de entrenar y sigo trabajando muy duro en mi deporte, no he podido llevar acabo la preparación que tenía en mente para este año ya que tenía planificado salir del país e ir a una base de entrenamiento”.
“Y las posibilidades no han sido las mismas, los recursos han sido menos, sí siento que no he podido prepararme como hubiera querido, pero sigo entrenando para poder poner en alto el nombre de mi país el próximo año”, complementó la atleta, quien iba a asistir a los C.A y del Caribe y a dos bases en Eslovaquia, para prepararse para el Mundial, que estaba previsto para este año.
Con su medalla dorada, con gran recuerdo, las metas de la mejor fisicoculturista panamericana son claras: “Para lo que resta del año y el próximo, los objetivos son poder representar al país en el Mundial de Fitness, estar en lo más alto del podio, y también en los Juegos C.A. que se realizarán en el país (en 2021). Definitivamente, yo sí deseo ser campeona mundial en mi deporte”.
Diez perfecto, en el blanco
“Es un lindo recuerdo”. Una frase que parece simple, pero que lo dice todo. Corta y precisa, para el arquero Roberto Hernández, quien en arco compuesto abrió aquella jornada de ensueño. “Si bien, varios salvadoreños podrán tener en su memoria que fue un día en que el país se sintió orgulloso de lo que sus atletas hicieron, al hacer sonar su himno, fue más para los atletas, entrenadores, miembros de federación, amigos que estuvieron cerca”, reiteró.
El santaneco mencionó que esos tres metales dorados, en un solo día, son una labor de toda una vida. “Se concretó todo en un solo momento, pero son años de trabajo y de esfuerzo para poder lograr estar ahí. Creo que, si hacemos ese análisis, viene a la memoria más que el momento de celebrar y que se consiguió el objetivo, todo el sacrificio que se hizo para poder estar ahí”.
Hernández, para quien esta presea es lo más alto de su ciclo olímpico, relató: “Lo que más recuerdo son las últimas tres flechas y ese estado de trance en el que estaba, que se celebró llegar, todo el trabajo psicológico que se había hecho, de solo dejar pasar y tratar de hacerlo e ir contando flecha a flecha y las últimas que fueron las más complicadas, que ya me sentía ganador”.
No deja de lado el hecho de poder celebrar con sus padres: “Poder abrazarlos, verlos emocionados que se había hecho historia y que habíamos logrado un objetivo, y únicamente con ellos comenté que se podía lograr tener este resultado. Incluso, me fui unos 15 días antes para entrenar allá y fueron días presionados, porque veíamos las noticias, las críticas de la gente de qué estábamos haciendo, que perdíamos el tiempo. Y ellos llegan el día de antes de la clasificación, voy, me encuentro con ellos, se me salen las lágrimas de botar presión. Mi mamá me dijo: ‘Tranquilo, hijo, sé que vos podés’. Y salió bien. Ha sido fundamental el recordar que estuvieron ahí y han sido parte importante en esto”.
No obstante, el campeón panamericano reiteró que el momento culminante es la premiación. “La presidenta de la Confederación Panamericana se acercó y estaba súper alegre, me dijo: ‘Es lo mejor que he visto en estos Juegos, verte ganar es lo máximo, es como si uno de los míos ganara (Colombia)’. Son momentos que no se ven, y ya estar ahí y escuchar el himno, es algo incomparable, sabiendo todo lo que implica llegar a este punto”.
“Escuchar a la gente emocionada, a los salvadoreños que lo vivieron, y a los peruanos. La gente quería tomarse fotos conmigo, y decían que un país pequeño había hecho historia. Cuando terminó, los abrazos de la gente, emocionados por lo logrado, todos son momentos gratos”, agregó.
Roberto acepta que este año que ha pasado, tras la de oro, lo ha hecho “más consciente del nivel” personal que tenía. Y lo ha hecho valorar que su deporte ahora es más reconocido entre sus compatriotas. “Ya tengo años de meterme entre los mejores ocho del mundo, ganar medallas, sabía que tenía nivel, pero llegar y confirmarlo de la forma en que lo hice me dio confianza de decir que estoy un escalón arriba. Puedo pelear medallas mundiales. Tengo la capacidad. Es creérmelo que lo puedo hacer y es un paso muy importante”.
No obstante, lamenta que por la pandemia del coronavirus está “en ese nivel” alto pero “no poder ejecutarlo es un poco complicado”. Pero acepta, para bien, que el principal es “que la gente reconozca que en El Salvador el tiro con arco es históricamente un deporte fuerte, que da resultados. Es importante eso”.
“La pandemia ha frenado no poder lucir el título, no poder llegar a una competencia y que te presenten como el campeón panamericano. Fui a Holanda, llegué a la final en el torneo bajo techo más grande de Europa, y cuando me presentan lo hacen así y se sintió súper bien, porque dicen: ‘Este es el mejor de América, es el campeón de América’”, expresó.
“No poder presentar el título, este año, sí ha sido un poco frustrante, por no tener la oportunidad de seguir demostrando que no solo es ese momento, sino que tengo medallas individuales mundiales desde 2013, universitarias desde 2009, ya tengo 10 años de estar en la élite y ahora estar en el tope de la élite y poner en alto el nombre de El Salvador hubiera sido increíble. Presumir el título, al país, siempre es algo que te llena como deportista y no hacerlo es frustrante, pero hay que adaptarse”, reiteró Hernández.
Para este nacional, tampoco hay competencias, porque todas están canceladas. Detalló que hay una en línea, con un formato adaptado, que se ha pedido por los atletas del continente, pero “nunca va a ser como en la línea, al lado del oponente, verlo nervioso, ponerte nervioso, estar en las mismas condiciones, que el viento, el sol, pegue, tantas circunstancias que no pueden llegar a ser igual, todo eso cambia”.
“Ahorita, me siento un poco fuera del nivel competitivo del que podría estar, después de tener muchas competencias, buenos resultados, no competir en cinco meses te baja en el desarrollo de habilidades competitivas, pero no nos queda de otra. Toca adaptarnos para ver qué sucede el otro año y que se pueda competir”, indicó.
Sus planes para lo que resta del año son “tirar 50 metros”, esperando que pronto “se abra la posibilidad de ir al campo de tiro”, y entrenar con esa opción si alguien se la diera. “Estar tres metros, encerrado en la casa, es algo perturbante, pero quisiera volver a entrenar normal, competir y en el 2021 meterle de lleno, que todo se pueda materializar y lograr grandes cosas. Espero todo salga bien, para dar resultados para El Salvador”.
Y no olvida su más grande objetivo: “Ser campeón del mundo siempre va a ser el sueño. Es lo único que no he logrado. Es lo que me falta. Es con lo que completaría, porque si lo voy a cumplir puedo morir tranquilo, sabiendo que hice mi máximo esfuerzo, me entregué por El Salvador, en un tiempo donde el tiro con arco está tan desarrollado y el nivel ha crecido tanto y con nivel alto”.
“¿Cómo se puede lograr? Compitiendo mucho, mucho fogueo, mucho aprendizaje. Planificar bien con Indes y Federación y que todas las competencias sirvan de crecimiento para mí, para lograr el objetivo, está ahí, es factible, un sueño realizable, soy del top 10 del mundo, y no debemos dejar de soñar y de apoyar. El camino para ser campeón del mundo nunca ha sido fácil, es de trabajar y podemos lograrlo”, reflexionó.
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La convicción de Yuri Rodríguez, de colgarse un metal dorado en Lima, se hizo realidad. El nacional ganó en la división classic bodybuilding (fisicoculturismo clásico masculino) y su logró fue un regalo a su carrera.
El campeón panamericano lo describe fiel a su estilo: “El que deja de soñar y deja de luchar por sus sueños deja de evolucionar y de crecer. Es por eso que, aunque alcancemos nuestras metas, es necesario seguir luchando por nuevas para poder siempre seguir evolucionando y crear algo más grande de lo ya construido”.
“Para la historia del deporte salvadoreño, alcanzar una presea de oro de un campeonato panamericano es una gran hazaña. De toda la historia del deporte nacional, solo cuatro hemos alcanzado el oro en el podio panamericano, dos mujeres y dos hombres, y es por esto que después de un año no dejo de sentirme orgulloso y se me hincha el pecho”, detalló.
“Con nostalgia, recuerdo aquel momento en que me pusieron la medalla y sonó el himno nacional, lo recuerdo y sé que esto cambió mi vida y, de alguna manera, la del deporte salvadoreño”, añadió.
Para Yuri, su medalla como el mejor de América lo hace recordar que no fue nada fácil, pero que todo valió la pena. “La preparación para los Juegos fue de 100 días, la recta final de 20, y los últimos 10 que son los ajustes de detalles. Pero exactamente, unos minutos antes de pararme en la tarima, procuré dejar mi mente en blanco y no pensar en nada que no fuera la competencia. Saber que estaba ahí y estaba preparado, que había hecho mi mayor esfuerzo y solo tenía que exponer la pose final para poder -de esta manera- demostrar mi trabajo y dejar al criterio de los jueces que decidieran quién era el campeón de estos Juegos”.
“Así que unos segundos antes de pararme en la tarima, verla iluminada, los medios de comunicación, y el público en general, y los que nos venían en redes y en la televisión, ese es el momento, quizás para mí, el más recordado de los Juegos Panamericanos”, aseguró Yuri.
Ese mismo atleta que, tres meses después, fue al Mundial a Emiratos Árabes Unidos, donde fue subcampeón, y en el congresillo técnico lo hicieron “poner de pie” para que expusiera “qué se siente darle una medalla continental al país. Pero lo mismo que sentí en ese momento, es lo que sigo sintiendo un año después, no pude decir ni una palabra, solo levanté mis manos en señal de victoria para decir: gané”.
Para el nacional, que se convirtió “en un referente del fisicoculturismo salvadoreño e internacional”, en este momento no puede decir si en un año ha cambiado su vida. Sin embargo, dejó claro: “Solo hay una manera para poder probar de qué estamos hechos; y, para poder comparar mi actitud del 2019 para el 2020, solo se puede de cara a otra competencia y tiene que ser de un nivel muy alto”.
“No puedo estar seguro de si he cambiado o no, sé que mi situación económica no es la misma de antes, y que ahora soy más mediático, de alguna manera me he vuelto referente del deporte en general y del fisicoculturismo, y solo me queda que si voy a percibir un cambio en mí que sea positivo, para poderme sentir siempre orgulloso del trabajo que vengo realizando y que los salvadoreños siempre tengan un parámetro de su campeón panamericano”, complementó.
Rodríguez espera defender su título “en Santiago de Chile 2023” y mencionó que “si Dios lo permite” va a “trabajar igual o más duro que en Lima, Perú, para regresar con otra medalla de oro” y así poderse “coronar como bicampeón”.
“En este año que ha pasado, desde que gané, he festejado de alguna manera y he podido tener un descanso obligatorio, ya que las circunstancias lo han decidido así para recuperarme de alguna manera. Aunque ya retomé mis entrenamientos, y con ello vienen algunas lesiones e inconvenientes, siempre buscamos una estrategia para sobrellevar la carga y salir adelante”, dijo.
Al igual que todos los deportistas, el coronavirus le ha impedido competir y seguir ampliando su palmarés, pero Rodríguez no deja de pensar en el campeonato del mundo de su deporte. “De las 12 competencia que tenía previstas internacionales, cada vez se va cerrando el número y creo que solo me queda la esperanza del Campeonato Mundial en España, del 4 al 8 de noviembre. Es cierto, las cosas no son como uno las planea, pero al mal tiempo, buena cara, y la competencia más clara para este año es esa”.
“En noviembre, vamos a llegar de la mejor manera. Voy a dar el todo por el todo; y, si Dios me lo permite y los aeropuertos y las fronteras están disponibles para trasladarme hasta España, allá voy a estar dando el mil por ciento de mí, para que los salvadoreños puedan sentirse orgullosos, una vez más, del nivel que tenemos como atletas representando a nuestro pulgarcito”.
El detalle del campeón salvadoreño destaca que aún espera poder participar en un Panamericano, en un C.A y del Caribe y en una Copa Mundial en Europa. Mientras, para 2021, no es un calendario que esté escrito, pero si fuese como en los años anteriores, espera “acumular la mayor cantidad de competencias, para no solo pelear una categoría en un Campeonato Mundial, sino también el ranking internacional de fisicoculturismo”.
El análisis que hace Rodríguez, de cara a sus próximos propósitos, son ser campeón mundial de su categoría y campeón absoluto. “En alguna ocasión lo he dicho que hay que aspirar muy alto, muy alto, para poder tomar altura. En el Campeonato Mundial, no solamente es quedar campeón de mi categoría, sino quedar campeón absoluto de la categoría Games Classic Bodybulding. Y, si Dios me lo permite, me gustaría entrar en la categoría de Físico Clásico, quedar campeón de la categoría y absoluto. Sería súper genial regresar con un doble título absoluto del mundo, de esta manera apunto a lo más alto, y espero como mínimo conseguir regresar campeón de mi categoría”.
El mejor fisicoculturista continental no cierra sin dejar un mensaje: “Para finalizar, solo quiero agregar que en el estudio, en la vida, en el deporte, en el trabajo, se dan muchas situaciones, y a veces uno piensa que por talento, por recursos, por cuello o por tener buenas oportunidades se puede evolucionar. Creo que el secreto para poder triunfar no es que las cosas sean fáciles, sino aprender a vivir con lo difícil y aún con lo difícil superarse y salir adelante. Todo el que se propone una meta, y lucha por ella, pueda alcanzarla, pero sino se lucha, desde ahí ya perdió”.
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