La palabra se me vino a la conciencia tan de repente, que cuando la pronuncié en voz alta destanteé de tal modo a mis interlocutoras que me preguntaron a qué me refería. “No sé lo sé muy bien, les respondí, pero así se llamará mi artículo de esta semana. Me gusta la sonoridad de la palabra”.
Tirando del hilo de los pensamientos, concluí que fue la coincidencia temporal de dos datos separados. Ambos me impresionaron, aunque de diferentes maneras. El primero me produjo una agradable impresión. Es el largo discurso de Mario Vargas Llosa en la ceremonia en la que recibe el Premio Nobel de Literatura (sí, ya sé que fue hace diez años, pero hasta ahora me di con él y pude escucharlo). Intenso, bien escrito, interesante. Por la fuerte nota emotiva hacia el final de la pieza oratoria, el psicólogo en mí me hace sospechar que, para entonces, ya venía ardiendo el conflicto con Patricia, su esposa de toda la vida y casi se podría asegurar que ya su cabeza consideraba la idea de la separación. De hecho, la mejor frase de todo el discurso es la que toma de Patricia cuando lo riñe: “Mario, para lo único que tú sirves, es para escribir”.
El segundo hecho, preocupante, fue la noticia que me llegó del cisma con el que el obispo Overbeck de Essen, en Alemania, pretende amenazar al Papa –autoridad máxima, personificación de la Iglesia Católica, hacia la que en verdad se dirige la amenaza- si no son aceptadas las modificaciones que están proponiendo los más audaces dentro de la Conferencia Episcopal que han instalado los obispos alemanes, aparentemente todas ellas en relación al sexo: matrimonio entre los del mismo, diaconado para mujeres, práctica libre y ad libitum, incluso para los sacerdotes, comunión para quienes, sin mediar anulación, ayuntan nuevamente.
Reductos, baluartes, barricadas, bastiones, trincheras, tatús, son todas palabras que remiten a construcciones para la guerra. No soy ducho en historia ni me han gustado las guerras, pero sí creo que por aquello en lo que se cree hay que darlas sin dudar, importando más el cómo se libran que contra quién: los adversarios o enemigos serán mudables, ora uno ora otra según el tiempo y el tema; pero nuestras creencias más íntimas no mudan tan fácilmente. Quienes sí gustan de las guerras y su historia, nos podrán informar mejor si, como creo, los reductos eran aquellos espacios construidos dentro de las fortalezas o castillos, en donde las fuerzas que lo defendían podían protegerse, reagruparse y ganar tiempo para no claudicar si se veían en desventaja. No lo puedo explicar con claridad, pero siento que baluarte no es lo mismo que reducto: aquel sobresale en la defensa casi con funciones ofensivas, este último es totalmente defensivo, protege lo esencial, lo que no puede entregarse so pena de darlo todo por perdido.
Que es lo que me parece que es el papel que ha venido jugando con respecto al liberalismo el Nobel en mención, desde que se desencantó del régimen cubano. Lo hace, hay que decirlo, luego de dar una larga, muy larga, larguísima vuelta. Entre su pieza oratoria para el Nobel y la que discursó medio siglo atrás (“La literatura es fuego”) cuando fue galardonado con el premio “Rómulo Gallegos”, hay un mundo de diferencia. Y un grueso libro llamado “Contra viento y marea” en el que da cuenta de ese largo periplo intelectual. Por lo tortuoso que imagino fue ese viaje, lo doy también por valiente y genuino. En las presentaciones que le he visto, Vargas Llosa parece haberse tomado la tarea de defender -como pocos he visto- las ideas liberales, tanto filosófica como política y económicamente. Reducto más que baluarte o avanzada. Quizás si hubiera ganado la presidencia del Perú sería otra cosa.
Igual papel parece que le está tocando desempeñar a Francisco, el Papa de cara sonriente, tierna y bondadosa, que unas veces habla dulce, compasiva y solidariamente, y otras lo hace con la dureza, claridad y verticalidad del líder que se sabe piedra sobre la que la Iglesia está edificada. Este Papa, electo probablemente porque se lo sabía progresista ha sido puesto en situación tal que se ha declarado conservador en relación a la doctrina. Reducto no baluarte.
En junio del año pasado, el Papa Francisco dirigió una “Carta al pueblo de Dios que peregrina en Alemania” en preparación al camino sinodal, donde les recordó: “Lo que está en la base de esta tentación es pensar que, frente a tantos problemas y carencias, la mejor respuesta sería reorganizar las cosas, hacer cambios y especialmente “remiendos” que permitan hacer más fácil la vida eclesial adaptándola a la lógica presente o la de un grupo particular.”
El tiempo está corriendo. Ahora entiendo mejor la razón por la que siempre pide que recemos por él: los reductos doctrinarios están siendo atacados fuertemente. Todos sabemos que los tiempos cambian, ¿alcanzaremos a observar la victoria de los valores ahora insensata pero agresivamente amenazados y sitiados?
Psicólogo. psicastrillo@gmail.com