“Sí, tenemos poca sangre”, resume la doctora Aracely Acevedo, quien después de más de 30 años de estar al frente del banco de sangre en el Hospital Benjamín Bloom, ahora vive un momento especialmente difícil en su labor, pues en medio de la pandemia por el COVID-19 ha bajado considerablemente el número de donantes. Esto impacta en la salud de las decenas de pacientes en el principal centro médico para infantes del país, y pone en riesgo sus tratamientos.
No hay transporte público por disposición del Ejecutivo y, por miedo al contagio, muchas personas que antes donaban ahora prefieren mantenerse en sus hogares. Mientras, las reservas de sangre se agotan. Aunque todavía hay personas generosas que llegan a donar, “son bien variables. El miércoles vinieron 20, pero el martes solamente dos. Ayer como 15. Hay días que vienen muchos, y a veces no viene nadie”, ilustra la especialista médica.
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La escasez de donantes ha llegado a una situación “crítica”, según lo explica Sofía Ochoa, jefa de Comunicaciones de la Fundación Ayúdame a Vivir, la cual desde 1991 colabora en mejorar la salud de niños con cáncer, y trabaja de la mano con el equipo médico del Bloom.
“Es difícil que la gente done, eso ha sido un problema de siempre. El panorama ha empeorado; si antes no había donantes, ahora menos. Por lo general, son los mismos pacientes los que tienen que llevar a su donante. Siempre estamos llamando a nueva gente a que done, pero es bien complicado, casi nadie atiende el llamado”, comenta Ochoa, quien agrega que en Ayúdame a Vivir cuentan con el apoyo del Bloom y su banco de sangre para colaborar con la salud de más de 500 niños en tratamiento activo y 450 infantes más en vigilancia constante.
Si no hay suficiente sangre, esto afecta en “que los niños reciban en el momento que necesitan sus componentes; pero para las emergencias sí tenemos” reserva suficiente, explica la doctora Acevedo, quien comenta que entre algunas alternativas han estado trabajando con la Asociación Salvadoreña de Donantes Altruistas y la Fundación Formando a un Atleta. “Ellos le dan tranporte a los donantes, los traen al hospital y los regresan después de la donación”.
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No contar con sangre suficiente pone en riesgo no solamente a los pacientes en casos de emergencias, sino también a niños con enfermedades crónicas, como leucemia, cáncer o padecimientos renales y hematológicos, entre otros. El Bloom cuenta con 300 camas en total, agrega Acevedo.
“Si no se tiene el tipo de sangre que el niño necesita, se le pide que lleven a un familiar, a cualquier persona que les pueda hacer el favor de llegar y donar; y si no se tiene, hay doctores que también donan, o entre el mismo personal, se pone publicación en redes sociales para que la gente se acerca, y de ahí esperar a que lleguen”, explica Ochoa desde Ayúdame a Vivir.
Ha recurrido también a las redes sociales la familia de Diego Alejandro García Menjívar, un pequeño de 5 años y 11 meses que lucha contra la leucemia, y quebloomblb necesita urgentemente de donantes de sangre para salir adelante en el Bloom.
Aunque la situación es crítica, la jefa del banco de sangre aclara que “trabajamos en red, estamos todos los bancos de sangre del país y nos apoyamos entre nosotros; si uno no tiene le pide al otro, y así vamos solventando. Ha sido la única manera de salir en estos momentos de crisis, en que los donantes han bajado”.
La pandemia no cede, las fases de apertura siguen moviéndose en el calendario y la crisis crece. Mientras, en el Bloom, decenas de niños luchan por seguir adelante, a la espera de que la generosidad salvadoreña le gane la batalla al miedo. Cada gota de sangre cuenta.