Sarcopenia, la enfermedad donde los músculos pierden su función durante la vejez

No hay un tratamiento para contrarrestar este problema que ataca a los músculos, reduciendo su tamaño, funciones y debilitándolos. Sin embargo, esta afección se puede tratar con muchos años de anticipación a través de un estilo de vida saludable.

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Foto Por EDH-Shutterstock

Por Diana Orantes

2020-08-01 6:00:29

Cuando algunas personas avanzan a la tercera edad comienzan a padecer enfermedades crónicas. Además de sobrellevar esos padecimientos, en esta etapa se agrega una condición más y que es totalmente natural.

El doctor Nathan K. LeBrasseur, de la red informativa de la Clínica Mayo, explica que a partir de los 40 años empieza la pérdida y deterioro progresivo de masa muscular. Para los 80 y 90 años, un individuo habrá perdido hasta el 50 % de músculo.

A este proceso se le conoce como sarcopenia y avanza con el envejecimiento como consecuencia de una vida sedentaria.

El padecimiento fue descubierto, estudiado y nombrado hace apenas unas tres décadas por Irwin Rosenberg, neurólogo y profesor de la Universidad de Harvard.

“A medida que envejecemos, la sarcopenia sucede en los músculos, un órgano fundamental porque ayuda a mantener la funcionalidad física, que incluye la capacidad de caminar, subir escaleras, sentarse y levantarse de la silla, o de levantar objetos. Esas cosas determinan la autonomía e independencia de la que gozaremos a medida que envejezcamos”, detalla el especialista LeBrasseur.

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A esta situación se suma la vulnerabilidad de los huesos para sufrir fracturas, convirtiéndose en el principal riesgo de discapacidad en ancianos. Ello les genera una vida deficiente o les conduce a una muerte más temprana.

Pero si el adulto mayor no padece de otras enfermedades, la sarcopenia y los genes podrían predisponerlo a la hipertensión y diabetes por los cambios que percibe en la composición corporal, sobre todo por el incremento progresivo del tejido graso.

No obstante, para diagnosticar a un individuo como sarcopénico debe cumplir tres criterios: tener masa muscular baja, menor fuerza muscular y bajo rendimiento físico.

Moverse es la clave
La masa muscular comienza a disminuir gradualmente entre un 3 % y 8 % desde los 20 y 30 años. Si el individuo practica regularmente ejercicio o hace deportes, los estragos de la sarcopenia serán menos impactantes y más llevaderos, además evitará que se convierta dependiente de otras personas para su movilidad.

El doctor Ricardo Losno aconseja llevar una vida activa. “Puede ser poco a poco, con mancuernas de 500 gramos y luego subir el peso, por muy fuerte o muy deportista que uno se sienta”, recomendó. “Se necesita un plan de trabajo regular, no ejercicios esporádicos y no planificados y aleatorios que no ayuden a alcanzar los objetivos del paciente”, subraya.

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Las sentadillas, flexiones, estiramientos, movimientos contra resistencia, como las planchas, también ayudan mucho a fortalecer la musculatura. Los ejercicios anaeróbicos son los más recomendados porque requieren menos oxígeno para ejecutarlos.

Los individuos que tienen mejor condición física también pueden hacer ejercicios aeróbicos como correr, nadar o jugar un deporte según su capacidad. Estos movimientos son excelentes para la salud cardiovascular ya que estimulan las funciones del corazón, los pulmones y los vasos sanguíneos.

A pesar de todo, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología advierte que la sarcopenia no puede ser prevenida completamente, ni los atletas veteranos se salvan de ella.

Mujeres más vulnerables
“Durante la menopausia se ha observado una disminución en la fuerza muscular que se correlaciona con una rápida disminución en la fuerza y esto provoca una reducción en la producción de hormonas por los ovarios”, sostiene el documento “Observatorio de la Sarcopenia”, elaborado por la entidad geriatrica española.

“Estas observaciones sugieren que las hormonas sexuales femeninas desempeñan un papel importante en la regulación del tamaño de la musculatura esquelética en mujeres de mediana y avanzada edad”, continúa.

“Mientras que en los hombres la sarcopenia se produce de forma gradual, en las féminas se da más abrupta al llegar a la menopausia”, sugiere la investigación.

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Además, la obesidad complica esta situación. Esto parece contradictorio porque la sarcopenia empuja a la delgadez y al raquitismo, pero los estudios médicos dan fe que cuando las células de grasa invaden el tejido muscular provocan la disfuncionalidad de músculos porque la grasa aumenta.

Por ello, también existe una población de ancianos obesos, pero que en realidad tienen una severa disminución de masa muscular.

Todo esta problemática puede retrasarse o sobrellevarse anticipándose durante la juventud. El estilo de vida saludable y activo, la alimentación balanceada, la ingesta de vegetales y proteínas cambiarían el panorama.

¿Cómo ayudar a nuestros ancianos a mantener los músculos?

LeBrasseur asegura que la mayoría de adultos mayores de 65 años tienen vidas inactivas, permanecen sentados por largas horas o tienen malos hábitos, como el alcoholismo o el tabaquismo. La clave para desacelerar la sarcopenia está en el ejercicio y en los deportes de baja intensidad.  Un adulto mayor puede trotar, caminar y levantar pesas, según lo permita su cuerpo. También son válidas las actividades físicas como la jardinería o subir y bajar escalones. Asimismo, la Clínica Mayo tiene algunas recomendaciones para mejorar la calidad de vida de este grupo etario:

1. Ingerir calcio
Las fuentes de calcio son varias, así que la dieta puede incluir lácteos a la cabecera, brócoli, col rizada, salmón y tofu. La persona puede tomar suplementos de calcio, pero solo bajo prescripción médica. La National Academy of Science, Engineering and Medicine (Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina) recomienda al menos 1,000 miligramos, pero para mujeres de 51 años en adelante, y en hombres de 71 años en adelante el aporte debe ser de 1,200 miligramos todos los días.

2. También vitaminas
La vitamina D es clave en esta enfermedad, porque esta se encarga de la absorción del calcio. Se pueden obtener cantidades adecuadas de ella exponiéndose a los rayos solares en horas diurnas. Pero esta vitamina se puede encontrar en los huevos, leche fortificada, en el atún y el salmón, por mencionar algunos