La leyenda de “La carreta chillona” y su relación con la epidemia de cólera registrada en El Salvador en el siglo XIX
El transporte especial que se utilizó para recolectar la multitud de cadáveres que quedaban en casas, calles y plazas habría contribuido al origen de esta popular leyenda.
El Salvador aún era uno de los estados de la República Federal de Centro América (1824-1839) cuando fue azotado por una primera oleada de la peste de cólera (cholera morbus) entre 1836 y 1839.
La puerta del contagio fueron los desplazamientos humanos vía terrestre. El mal llegó entre los integrantes de varios grupos de romeristas que visitaron Esquipulas con motivo de la celebración de la fiesta en honor al Cristo Negro.
Según detalla el historiador salvadoreño residente en Barcelona, Carlos Cañas Dinarte —en el video “Tres pandemias en El Salvador: cólera morbo e influenza”—, en esa época el estado de El Salvador tendría un aproximado de 248,000 habitantes y este primer brote de cólera mató al 20% de la población.
Pero, ¿qué relación tiene este capítulo de la historia del país con la leyenda urbana de “La carreta chillona”?
Pues mucho. Comencemos por aclarar que en ese entonces se carecía de estudios microbiológicos que pudiesen verificar el tipo de bacteria o virus causante de la enfermedad. La sociedad creía que se trataba de un mal intestinal y no dimensionaron la gravedad de la situación.
En ese momento, se decidió poner al frente de la epidemia a los principales médicos y científicos que tuvieran los diferentes estados de la República Federal, como el médico metapaneco José Luna, quien lideró una de las comisiones sanitarias desde Guatemala.