La familia Barrera Jiménez ha perdido a cinco de sus miembros a causa del COVID-19

En la casa de la familia Barrera Jiménez habitan 17 personas, tres mujeres embarazadas y ocho niños. Salud les ofreció únicamente cinco pruebas para detectar la enfermedad y ellos debían escoger quiénes se las realizarían.

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Foto EDH/ René Quintanilla

Por Gadiel Castillo

2020-07-22 3:09:46

La pandemia del COVID-19 ha causado luto y dolor en muchos hogares salvadoreños y uno de ellos es el de los Barrera Jiménez, una familia del municipio de Santiago Nonualco, en La Paz. Entre mayo y julio pasados han perdido a cinco de sus integrantes debido al nuevo coronavirus.

El 28 de mayo, falleció el patriarca de la familia: Félix Barrera, de 78 años; el 30 de mayo, Lucía Jiménez de Barrera, de 69 años, esposa de Félix. El 10 de junio murió Jesús, de 52 años, quien era enfermero y laboraba en el Hospital Nacional General de Neumología y Medicina Familiar Dr. José Antonio Saldaña; el 14 de junio falleció Joaquín Antonio, y el 19 de julio, Carlos Humberto, todos de apellido Barrera Jiménez.

Jesús Barrera Jiménez se desempeñó durante 24 años como enfermero en diferentes áreas del hospital Saldaña y la vocación por su profesión, su espíritu de servicio, amabilidad, amistad y su entrega son características que tanto como familiares, compañeros de trabajo, amigos y pacientes destacan en el profesional de primera línea.

El 28 de mayo, falleció el patriarca de la familia: Félix Barrera, de 78 años, luego le siguieron los demás miembros de la familia. El último en fallecer el 19 de julio fue Carlos Humberto. Foto Cortesía

Abigail Esmeralda Ávalos, expareja del profesional de la salud, y Rosa Lucía Barrera Argumedo, la hija de la víctima, aseguran que si las autoridades de Salud hubieran dado una atención inmediata desde el momento en que doña Lucía se enfermó y si les hubieran realizado las pruebas para detectar el COVID-19, se hubieran salvado por lo menos cuatro vidas.

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“Ya llevábamos 10 días en que él (Jesús Barrera) estuvo presionando lo de las pruebas, por la muerte de su mamá, a todo esto no nos daban respuesta. Quiere decir que si nos hubieran hecho las pruebas, por lo menos se le hubiera detectado a él (Jesús) con tiempo y se le hubiera dado un debido tratamiento, no hubiéramos llegado hasta aquí”, manifiesta Abigail.

La señora lamenta que las negligencias de parte de las autoridades iniciaron desde que su suegra se enfermó y que tras varias llamadas al Sistema de Emergencia 132 no le enviaron la ambulancia para trasladarla hacia el hospital.

La familia ha perdido a 5 integrantes a causa del virus. Foto EDH/ René Quintanilla

“La primera llamada la realizamos a las 2 de la mañana, reportamos todo y que necesitábamos y traslado, solo nos dijeron ‘vamos a localizar a qué municipio le toca’. La señora se nos murió el 30 de mayo a las 4 de la mañana. A las 3:30, llamamos de regreso y le dijeron que le iban a pasar a una señora para ver qué se podía hacer, no habían pasado ni tan siquiera el reporte y nosotros esperando la ambulancia. A la media hora, se nos murió la señora. De nada sirvió ese número para nosotros”, cuenta Abigail.

Lucía falleció y los Barrera Jiménez solicitaron por primera vez las pruebas de COVID-19, sin embargo, se las negaron y solo les manifestaron que no habían y que tenían que cumplir una cuarentena por 15 días.

A los días, apareció Joaquín Antonio con los síntomas de la enfermedad y la familia decidió trasladarlo hacia el hospital Santa Teresa, de Zacatecoluca, pero a pesar de tener bajo nivel de oxígeno en la sangre, lo enviaron a la casa y le expresaron “que si se ponía más mal que regresara”, denunció la familia.

La enfermedad del enfermero y su compañera de vida y los malos tratos en el Seguro

Jesús y Abigail comenzaron a presentar síntomas ocho días después de la muerte de Lucía, tenían dolores en las articulaciones, cansancio, diarreas, pérdida del olfato, el gusto y el apetito.

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La señora cuenta que con el paso de los días, la salud del enfermero se desmejoraba, le costaba respirar, le costaba levantarse. Relata que le sugirió ir al Seguro Social. “Yo pensé que nos íbamos a venir para San Salvador y todavía le digo ‘amor y ¿a dónde lo llevo?’. Y le dije: ‘si lo llevo al General, eso está lleno, ni caso le hacen a uno’. Yo había visto una noticia en que las personas estaban en el suelo. ‘Para Zacatecoluca lléveme, porque yo no creo aguantar’”, detalla.

El esposo de Esmeralda era enfermero y laboraba en el Hospital Nacional General de Neumología y Medicina Familiar Dr. José Antonio Saldaña. Foto EDH/ René Quintanilla

La Unidad Médica del Seguro Social de Zacatecoluca fue la elegida y es donde, según Abigail, comenzaron los malos tratos; y no recibió la atención urgente que necesitaba, además el área no tenía baños.

Jesús sufría de un cansancio evidente, sus niveles de oxígeno estaban al límite. Tras ser examinado le colocaron medicamento para elevar el oxígeno que en ese momento estaba en 80 milímetros. La medicina hizo su efecto, pero solo subió a 85 y la preocupación en el enfermero era evidente, según su compañera de vida.

“Todavía él les dijo que me atendieran a mí, “ella también anda mal”, dijo. “A mí me dijeron que solo una gripe andaba y ni mocosera tenía, solo tenía gran dolor de pecho y un poquito de tos. El tratamiento fue clorfeniramina, ambroxol y para la casa”, relata.

A Jesús le realizaron una radiografía y a Abigail le llena de tristeza que ni a moverse le ayudaban, pues notó que todos tenían pánico de infectarse. “Me estuve esperando, le di sus cosas y me despedí de él”, expresa. La señora detalla que con tristeza regresó a su hogar desde donde siguieron en comunicación vía WhatsApp.

“Chateamos y él me dijo que se había puesto mal del cansancio, que le costaba estar haciendo sus cosas, buscaba algo que comer. Hubo un momento en que le habló a la enfermera para preguntarle si le habían indicado algún medicamento para el dolor, la mujer a saber qué le dijo a través del vidrio y no le entendió y se fue a encerrar. No le hizo caso”, indica.

“Me están dejando morir”

El 10 de junio, las autoridades del hospital acordaron que lo iban a trasladar al Seguro de San Miguel, sin embargo, Jesús le dijo a Abigail que lo estaban dejando morir. Ella quería llevarlo al hospital Saldaña o a otro de San Salvador, sin embargo, no habían camas disponibles.

Luego de muchos contratiempos, a las 11 de la mañana iniciaron el traslado hacia San Miguel.

“No le ayudaron a moverse de la camilla, bien lo escuchábamos cómo se ahogaba, le costaba moverse; todavía hablé con él antes de que lo trasladaran. Solo un medicamento le pusieron desde un día anterior, todo por el simple hecho de que lo iban a trasladar”, relata la señora.

Esmeralda Abigail Ávalos perdió también a su compañero de vida, Jesús Barrera, a causa del COVID. Él falleció el 10 de junio. Foto EDH / René Quintanilla

Ella andaba en un carro particular y se fue detrás de la ambulancia que llevaba al enfermero. Narra lo que alcanzó a ver desde su carro: iba medio sentado y apoyándose con su propio brazo; lo llevaban con una mascarilla sencilla.

“Él me alcanzó a ver y me dijo adiós con la mano, pero no creí que se fuera a morir, tenía certeza que no pasaría, porque lo vi consciente, me conoció”, expresa.

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Jesus Barrera falleció dentro de la ambulancia cuando circulaban por el baipás de Usulután. Abigail no lo supo hasta que una excompañera del enfermero le llamó al celular para informarle, mientras ella esperaba la llegada de su esposo afuera del hospital de San Miguel.

La señora denuncia que las personas que trasladaban a su esposo le revisaron el celular y le borraron los mensajes en los que detallaba los malos tratos recibidos y hasta la bloquearon.

“Como seguía en línea, tenía la esperanza de que estuviera vivo”, expresa.

Le entregaron las pertenencias de su esposo solo porque era personal de enfermería, pero le aclararon que no lo hacían con nadie. Recibió el carnet, audífonos y llaves y firmó de recibido.

Se encienden las alarmas

La muerte de los padres del enfermero, la de él y su hermano encendieron las alarmas en la Unidad de Salud y de la alcaldía municipal de Santiago Nonualco y tras una visita anunciaron que les realizarían las pruebas para detectar nuevos casos de coronavirus.

En la casa de la familia Barrera Jiménez habitan 17 personas, entre ellas tres mujeres embarazadas y ocho niños. Sin embargo, las autoridades de salud les ofrecieron únicamente cinco pruebas para detectar la enfermedad y que debían escoger quiénes se las realizarían.

La prueba de Abigail y la de la otra viuda dieron positivo a coronavirus y de las otras 12 personas no se sabe, debido a que las autoridades de Salud no volvieron para realizar las pruebas restantes.

El pasado 19 de Julio, los Barrera Jiménez perdieron a Carlos Humberto, el quinto integrante que fallece de coronavirus.

Ahora la familia pide a las autoridades que cumplan en buscar, detectar y aislar los casos de coronavirus para que ya no sigan enfermando y muriendo más salvadoreños. Además, Lucía y Abigail solicitan al gobierno que no desampare a las familias que han perdido a familiares, que brinden apoyo al personal de enfermería y médico.
Por el momento, manifiestan que piden a diario la ayuda a Dios para que les dé las fuerzas para sobrellevar esta grave y lamentable situación.

GALERÍA

El COVID-19 le arrebató a su esposo y cuatro familiares más a Abigail

Las cinco muertes en una misma familia se le atribuyen a falta de pruebas de COVID y a la poca atención médica que se les dio.