Se denomina “garabato” a cualquier tipo de trazo hecho sobre una superficie, usualmente un papel, con la característica de ser imperfecto, confuso o simplemente aleatorio, por lo que el objeto que pretende representar se perfila de forma vaga, exagerada o apenas identificable.
Los creativos hispanoparlantes utilizamos la expresión “garabato” como sinónimo de mentira o de una expresión inexacta o exagerada. Cuando se conjuga con el verbo “dar” le brinda una clara imagen al receptor del mensaje: “a Pedro, María le está dando garabato”, lo cual implica que el pobre Pedro esta siendo embaucado, engañado o engatusado por la astuta y veleidosa María.
Hay algunos que inician desde jóvenes en el arte de “dar garabato”. Lo hace en los primeros años de parvularia cuando aprenden a darle garabato al profesor para explicar, de forma convincente, por que no se entregó la tarea a tiempo.
Ese mismo niño, ya con sus primeras barbas, continúa perfeccionando el arte y empieza a darle garabato a sus padres para explicar por que vino una hora después de la permitida. “Que había tráfico”, “que no le encendía el carro”.
De esa forma el aficionado a dar garabato se da cuenta que puede ir por ahí sin cumplir con sus obligaciones y, de paso, quedar bien con las autoridades representadas por sus maestros, catedráticos, padres y jefes; y quizás, si logra elevados niveles de perfección en su arte, escalar niveles de superación social y laboral sin mérito alguno, basándose exclusivamente en su capacidad de dar garabato a quien corresponda.
No resulta raro que esa persona que ha pasado dando garabato toda su vida, decida, eventualmente, incurrir en política. La cosa pública les permite desarrollar su habilidad de tal forma, que extraña que a estas alturas no se haya convertido en una categoría de competencia olímpica.
Al político lo vemos prodigando garabato a diestro y siniestro. El pueblo presenta su necesidad y el político presenta el garabato más rimbombante para solucionar la misma. “Que necesitamos hospitales”, pues entonces nos dice que vamos a hacer el hospital más grande de Latinoamérica; “que estamos pobres”, entonces nos dice que va a generar 100,000 empleos en su primer año de gobierno.
Lo interesante del caso es que el arte de dar garabato no solo requiere de un emisor del mensaje, sino de un receptor. En ese sentido, lo curioso —y es un tema pendiente de analizar por parte de los psicólogos— es que el receptor del mensaje también debe ser aficionado a que le den garabato. Parece ser que le gusta, lo paladea, lo disfruta.
Para el caso, al pueblo salvadoreño le encanta que le den garabato. Disfruta las promesas de un paraíso futuro que le pinta el político en sus discursos, quien ofrece convertir estos 21 mil kilómetros cuadrados en la tierra prometida que mana leche y miel para sus dichosos habitantes. ¿Cómo lo hará? ¿Cuál será el costo fiscal para los contribuyentes para cumplir con esos astrales e inviables planes? ¿Se endeudará aún más al país con esa supuesta “ayuda” para los pobres? ¡Que importa! No hay ser aguafiestas, lo que importa es escuchar esas deliciosas promesas de prosperidad futura, la cual, de ser posible, será “gratis” para todos.
Curiosamente, al pueblo salvadoreño no le gusta que un político le diga la verdad. Es muy dura, muy poco sexy. A nadie le gusta oír de responsabilidad fiscal, que el gobierno no está para repartir canastas de alimentos sin ton ni son. Que todos debemos contribuir con el pago de impuestos, incluyendo los comerciantes informales. Que todos debemos respetar la ley y ordenarnos. Que el gobierno ya no puede continuar dando subsidios a lo loco, sin focalización y sin estrategia.
Pero ¿a quién le gusta escuchar esas reaccionarias ideas de que los ciudadanos, por parejo, tenemos que asumir responsabilidades? ¡Nambe! Lo que queremos oír es más y mejores garabatos.
A pesar de todo, se percibe un rayo de esperanza al ver que nuevos rostros están atreviéndose a participar en política. Personas profesionales y técnicas, con hojas de vida irreprochables, los cuales se perfilan como una opción viable en las próximas elecciones.
Espero que en el 2021 ya no dejemos que nos sigan dando garabato.
Abogado, Master en leyes /@MaxMojica