¿Está nuestra democracia en la UCI?

A los hermanos salvadoreños en general: No permitamos que nuestra democracia ingrese a la UCI porque se corre el riesgo de no recuperarse jamás.

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Dos ciudadanos caminaban el 14 de junio en Santa Tecla, luego de la cuarentena obligatoria por COVID-19 que paralizó el país. Foto: Yessica Hompanera

Por Carlos Mena Guerra

2020-07-03 8:00:55

Está suficientemente sustentado el argumento de que la corrupción y ausencia de transparencia, son la base de los sobrados problemas en el país, a saber: un precario desarrollo económico y social, deficiente calidad educativa, desnutrido sistema de salud, desprestigio de cada gobierno en turno (incluyendo el actual), necrosis de los partidos, ausentismo en procesos electorales, desconfianza del sistema de justicia y otras instituciones del Estado.

A pesar del creciente repudio ciudadano contra la corrupción, los partidos existentes, incluyendo GANA y Nuevas Ideas, los gobiernos de turno e instituciones del Estado se resisten a actuar con rigurosidad en la elección de sus miembros y cumplimiento de las Leyes. Hasta ahora, lo que la experiencia señala es que, si bien los escándalos de corrupción tienen un costo elevado para los protagonistas políticos mencionados, el mayor precio y castigo lo sufren nuestra democracia y los ciudadanos gobernados.

De ahí el título alarmante de este artículo: ¿Está nuestra democracia en la Unidad de Cuidados Intensivos?, debido a que, el franco deterioro en la gestión de los protagonistas y en especial de los partidos políticos, es la principal razón del creciente éxito del discurso populista que cuestiona los méritos y bondades de “nuestra democracia representativa” y abogan por esquemas democráticos caudillistas, en el peor de los casos por una forma de gobierno autoritaria que propone transformar el modelo actual de conformación del Estado, tal como lo hicieran recientemente el Presidente y Vicepresidente de la República, en sendos discursos y entrevistas.

Además, nuestra Democracia podría estar en la UCI, debido a que los protagonistas políticos, son percibidos como entidades impulsadas por élites, incapaces de dar respuesta a las necesidades de la ciudadanía, para nada comprometidos con la transparencia y rendición de cuentas, e incluso pueden estar consintiendo la Impunidad e influencia del crimen organizado. La suma de todo esto socava la confianza del público y alimenta la inestabilidad, que aprovecha “el caudillo populista”.

Entonces, el posible rescate de nuestra democracia de la UCI sería, la aceptación de genuinos nuevos partidos políticos, que demuestren sus cartas abiertas, para la comprobación de no vínculos con oscuros métodos de hacer política y gobierno, oscuros como el gobierno actual, ni comprometidos con grupos de poder, ni crimen organizado. Que estén haciendo esfuerzos genuinos por seleccionar las mejores personas, desde la ciudadanía, pero con excelentes credenciales, educativas, morales, académicas, familiares, crediticias y todas las demás exigidas por Ley.

Estos nuevos partidos políticos deben incluir en sus estatutos y reglamentos internos, evaluaciones rigurosas de sus candidatos, anticipándose así, pero no coartando, el escrutinio de sus candidatos y funcionarios ejercido por los medios de comunicación. Este último es hoy por hoy, el control más poderoso que existe sobre los funcionarios públicos, así como las redes sociales. Siendo aún imperfecto porque no se puede escrutar siempre a todos los funcionarios, porque pueden ser susceptible de sesgo, y peor aún, porque la noticia toma tiempo y la llegar es tardía, cuando el funcionario ya está en su cargo, ha defraudado y quizá ya pudo haberse escapado.

A los hermanos salvadoreños en general: No permitamos que nuestra democracia ingrese a la UCI porque se corre el riesgo de no recuperarse jamás. El equilibrio en los órganos del estado es crucial, el poder concentrado en uno solo es aún peor que un virus mortal.

 

Militar y economista.