El pasado 23 de marzo, el presidente de la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA), Frederick Benítez, y la junta directiva de esa institución parece que tuvieron un día muy ajetreado, firmando y otorgando al menos 16 contratos directos: 12 para la perforación y equipamiento de pozos en el área metropolitana de San Salvador y cuatro contratos de arrendamientos de camiones cisternas (pipas).
En suma, entre los contratos directos de perforación y equipamiento de pozos y los cuatro contratos de arrendamientos de camiones cisternas, suman casi 4.2 millones de dólares.
Si bien de los 16 contratos solo la perforación y equipamiento de un pozo y el arrendamiento de los camiones cisternas fueron otorgados en el marco de la emergencia nacional amparada en el Decreto Legislativo 593 para luchar contra la pandemia de COVID-19, los restantes contratos fueron otorgados de forma directa, obviando la Ley de Adquisiciones y Contrataciones de la Administración Pública (LACAP).
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La declaratoria de emergencia nacional le da la potestad a las instituciones públicas a contratar servicios o comprar bienes en la modalidad de contratación directa, es decir, sin necesidad de someter los contratos a licitación pública.
¿Por qué todos esos contratos se hicieron como contratación directa?, se le preguntó a ANDA.
“Hay una justificación jurídica y una justificación que se dio ante la Junta (Directiva) que se dio por la emergencia”, respondió el gerente de comunicaciones de ANDA, Gabriel García, el 6 de junio anterior, quien dijo que necesitaba ver los argumentos definidos para poder dar una razón. Sin embargo, al 19 de este mismo mes no había ampliado la respuesta.
Al menos en el caso de la perforación de pozos, abogados consultados, expertos en la LACAP, dijeron que las facilidades que otorgaba el estado de emergencia fueran utilizadas para contrataciones que tenían que ver exclusivamente con bienes o servicios con el tema COVID-19, pero al dejar el portón abierto, se dieron cosas como lo que está haciendo ANDA.
Los expertos agregaron que la perforación y puesta en mantenimiento de un pozo es un trabajo complejo, no es un proceso de resultados instantáneos, afirmó uno de los letrados, en referencia al contrato de la perforación y equipamiento de un pozo en la comunidad Tierra Virgen, de San Martín, por más de 600 mil dólares.
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Otros abogados indicaron que, a menos que todos los estudios medioambientales y sanitarios que se requiere para perforar un pozo del que se va a servir agua a la población, ya estuvieran listos, los resultados de esas contrataciones directas se estarán percibiendo en varios meses, sobre todo partiendo del hecho de que los plazos otorgados por la ANDA a las empresas perforadoras son de entre 90 y 210 días, es decir, entre tres y siete meses.
“La intención de la suspensión de algunas disposiciones de la LACAP con la declaratoria del estado de emergencia, era facilitar contrataciones de bienes y servicios en cuanto al combate de la pandemia, pero al no limitar esa discrecionalidad, facilitó que se dieran casos como el de la ANDA que utilizó la figura de la contratación directa para procesos como la de perforaciones de pozos que no tiene resultados instantáneos, la complejidad misma de ese tipo de proyectos hace que tengan una duración de más de cuatro meses en su ejecución. Por ello, alegar la emergencia por COVID-19 no fue más que un abuso, permitido por la discrecionalidad otorgada en el Decreto Legislativo 593”, explicó un abogado y exjefe de una unidad de adquisiciones y contrataciones institucionales.
Expertos en la LACAP y que leyeron los contratos de perforación y equipamiento de los siete pozos opinaron además que los montos a pagar parecen bastante elevados en comparación con otros contratos de esa misma índole que otras instituciones han hecho con anterioridad con algunas de las mismas empresas.