Loor a ti, Maestro Salvadoreño

Decir maestro es decir dedicación, entrega, entusiasmo, esfuerzo, voluntad, sabiduría, todo enmarcado en una conducta regida por valores éticos y morales. Y así es el maestro salvadoreño

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Paolo Lüers

Por Carlos Alberto Saz

2020-06-20 5:52:38

Por Decreto Legislativo, en nuestro país, el 22 de junio es declarado como Día del Maestro. La palabra “maestro, tra” (del latín magister, -tri) como adjetivo significa “Dicho de una persona o de una obra: De mérito relevante entre las de su clase. Y poco usado es “Dicho de un irracional: adiestrado. Perro maestro, Halcón maestro. En masculino y femenino es “Persona que enseña una ciencia arte u oficio, o tiene título para hacerlo: Maestro de escuela primaria”.
También se refiere a “Una persona que es práctica en una materia y la maneja con desenvoltura”: Don Napoleón Viera Altamirano fue un admirable maestro en el arte del periodismo.
El Diccionario de la Real Academia Española asigna 15 acepciones más para la palabra “maestro”.
Decir maestro es decir dedicación, entrega, entusiasmo, esfuerzo, voluntad, sabiduría, todo enmarcado en una conducta regida por valores éticos y morales.
Y así es el maestro salvadoreño, que se entrega con alma y corazón a sus alumnos, en aras de una educación eficiente, a fin de transformar a sus discípulos en personas emocionalmente equilibradas, útiles a sí mismas, a su familia, a la sociedad y a la patria en general.
Dignos maestros nuestros fueron Antonia Portillo de Galindo, Antonia de Lobato, Adela Cabezas de Rosales, Juanita Valiente, María Hortensia Saz (mi abnegada madre), Marcelino García Flamenco (joven mentor que murió trágicamente en Costa Rica), Saúl Flores, Saúl Rosa, Manuel Luis Escamilla, Felipe Huezo Córdoba, Carlos Lobato, Jorge Alberto Azucena, Héctor Gustavo López, Raimundo Antonio Flamenco, Cornelio Azenón Sierra, Aníbal Vega Retana, Héctor Gustavo López, Enrique Benítez Sosa, Sergio Ovidio García, Jorge Adalberto Lagos, Eustasio Antonio Nolasco, Raúl Humberto Ramos, René Vaquerano y muchos otros más, que dejaron una impronta inmarcesible en las páginas de la historia del magisterio nacional. Ellos ya gozan de la paz eterna allá en los arcanos del Cielo.
Como reconocimiento, pues, a su encomiable labor, por parte de todos sus alumnos, un ramo de frescas rosas rojas sobre su tumba sagrada.
Maestro cuscatleco: eres faro de luz en las tinieblas de la ignorancia, eres fuente inagotable de sabiduría que brota de la oquedad de la montaña para dar de beber generosamente a los alumnos sedientos del saber, eres armonía y complacencia en las aulas que claman tu presencia; eres, en fin, un titán de la enseñanza que siembra en el intelecto de cada uno de los discípulos la simiente de la sabiduría que brotará en hermosos frutos de los más elementales valores humanos de la ética y la moral, guiadores del hombre nuevo hacia las cumbres del progreso y la felicidad.
Y aunque tu noble tarea no sea bien remunerada, tú sigues laborando con alegría en el corazón y regocijo en el alma, con tu sonrisa a flor de labio y con tu espíritu henchido de amor por los discentes, porque sabes perfectamente que tu mayor satisfacción es dar al cuerpo y al espíritu todas la belleza y perfección necesarias, tal como definía Aristóteles el concepto de enseñanza.
Hago mención, asimismo, del olvidado maestro rural, que con grandes esfuerzos, pero con vocación y fe, llega a la lejana escuela rural a impartir sus clases, y del cual el bien recordado gramático Dr. Alfredo Huertas García en su valioso libro Ortografía metódica de la Lengua Española, Editorial Porrúa, S. A., México, 1973, dice al respecto:
“Digno de ser enaltecido es el maestro de escuela, especialmente el de las poblaciones rurales. Hombre que entierra su juventud en un lugar apartado de los refinamientos de la civilización, que envejece rápidamente, que disfruta a penas, de las delicias hogareñas y que se extingue sin dejar otra huella que la de un recuerdo fugaz. Sin embargo, ese homúnculo de aspecto mezquino, es un verdadero titán: el sembrador incansable de la semilla de la instrucción y de la cultura”.

Maestro