Reapertura económica a paso lento en el oriente del país

A dos días del inicio de la primera fase, los negocios se reactivan con deudas y pocos clientes. En San Miguel el movimiento comercial es casi nulo y en La Unión los comerciantes resienten la baja en las ventas .

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El comercio en San Miguel.

Por Insy Mendoza / Iliana Ávila

2020-06-18 4:30:29

La actividad comercial en el centro de la ciudad de San Miguel ha iniciando lento. Pocos son los locales comerciales que han abiertos sus puertas, ya que en su mayoría están dispuestos a cumplir con las fases de apertura dadas por el Gobierno central.

Las calles del centro de la ciudad como la 2a. y 4a. Calle Poniente, donde es común una amplia actividad comercial formal e informal, ayer miércoles lucían desoladas, solo algunas ventas de muebles tenían sus cortinas abiertas hasta la mitad y ofrecían cereales como arroz, frijol o azúcar, incluso alcohol en gel, como alternativa de subsistencia.

Algunos de lo que ya están autorizados para operar en la primera fase seguían hasta ayer, sin clientes.

Uno de ellos es Ángel García, de profesión contador, que esperaba clientes que demandarán su servicio pero en los dos días de reapertura no había recibido ni uno solo.

Su preocupación era visible ya que perdió a cerca del 40% de sus clientes durante los tres meses de confinamiento.

“La mayoría están esperando el incentivo económico del gobierno o créditos para poder invertirle un poco más de capital al negocio y empezar a retomar esto y que vuelva a la normalidad, al reabrir deben de generar para cubrir los gastos de trabajadores, agua y todo lo demás”, explicó García.

Otros como Leiden Salgado, quien junto a su esposo iniciaron una empresa de sublimación hace tres años, están agobiados por deudas y les urge reactivarse.

En el primer mes de confinamiento lograron cumplir con sus compromisos financieros, para el segundo decidieron reinventarse con una venta de lácteos y lograr subsistir.

Hoy esperan poder recibir el incentivo económico prometido por el Gobierno para poder adquirir materia prima y reiniciar el negocio de la sublimación.

“Es una situación incierta, los negocios que pueden dar son abarroterías o comida, pero el rubro en el que estamos es difícil, más aún cuando el presidente de Bandesal dice que apoyaran a los que hagan el proceso primero, los que no tenemos acceso a esto, los negocios se nos van a venir abajo”, lamentó Leiden.

Foto EDH/ Iliana Ávila

“Estamos trabajando con cero capital, nos tenemos materia prima para poder producir, se compra de lo poco que se pueda hacer y eso no genera ganancia”, aseguró.

Además del poco movimiento comercial, se suma el desalojo realizado por la alcaldía de San Miguel de las ventas informales sobre la 2a. y 4ta. Calle Poniente y avenidas aledañas.

El pasado martes vendedores realizaron una marcha pacífica para solicitar al alcalde, Miguel Pereira, el reinstalo de los puestos, y aseguran esperar hasta la fase que les corresponde para poder ofrecer sus productos bajo las medidas de seguridad que se requieran.

La Unión con similar escenario

Los comerciantes de la cabecera departamental de La Unión también vivieron el segundo día de apertura económica con poca afluencia y bajos ingresos en ventas debido a que las familias están limitadas de dinero.

Además, los comerciantes aseguran que la disminución de las remesas que envían los residentes en el exterior a muchas familias unionenses influye en la baja en el consumo. Asimismo, explicaron que no hubo orientación del Gobierno central sobre los protocolos que deben seguir en cada uno de los negocios en sus diferentes fases.

Carlos Turcios, comerciante de La Unión, dice que el dinero está escaso por muchas razones, entre ellas la baja en remesas, la falta de trabajo y las deudas adquiridas.

“Es una baja drástica del consumo de los clientes que estamos sintiendo porque no tienen dinero; sino recibimos un capital o financiamiento de parte del Gobierno, es posible que muchos tendrán que cerrar”, lamentó Turcios.

Otros comerciantes aseguraron que la única opción que tuvieron para sobrevivir fue recortar el número de empleados.