Parece que después de la cuarentena por el Covid y de la devastación causada por las tormentas Amanda y Cristóbal, El Salvador vuelve poco a poco a una relativa normalidad. Pero no nos equivoquemos: el peligro no ha pasado.
Debemos mantener, ahora más que nunca, nuestras medidas preventivas, comenzando con el uso de mascarillas, el aseo continuo de manos, el distanciamiento personal en todo ambiente y no salir de casa si no es necesario.
Médicos y pacientes debemos mantener una unión granítica.
Pero, como decíamos la semana anterior, los médicos y personal auxiliar debemos dar lo mejor a los pacientes, sobre todo a los más vulnerables. No hay excusa y debemos cumplir nuestro Juramento. No se trata de que los tiempos han cambiado.
Nos afecta el miedo, el cansancio, la incertidumbre, somos humanos, pero debemos infundir ánimo y confianza en los demás; somos nosotros los que nos investimos de una actitud fraterna o una actitud grosera e indolente.
Se debe buscar que el binomio médico–paciente resulte ganador. No hay nada más gratificante que ver a un paciente recuperado, dado de alta y calienta el alma cuando se recibe esas palabras: “Gracias, doctor”. Nuevamente el gremio médico y el personal de salud toman y recuperan el lugar de honor que le corresponde. No se trata de ser héroes ni mártires sino seres humanos mimetizados con el dolor y el sufrimiento de nuestro prójimo.
A pesar del riesgo que implica la pandemia nada debe menoscabar la humana y maravillosa obra que realiza el personal de salud, desde el vigilante hasta el director de un hospital. Todos ponemos un granito de arena para poder brindar la atención cálida y profesional que todo paciente merece.
La ignorancia y la indolencia deben ser las actitudes que debemos desterrar muy a pesar de los argumentos que podamos esgrimir, y debe la empatía, la solidaridad y el amor a Dios prevalecer y ser esa nuestra carta de presentación.
Será cuestión de meses que lograremos vencer al virus y en un país tan dividido nuevamente el personal de salud quedará en el olvido y en esa confrontación entre unos y otros donde se incumplen beneficios ganados a pulso debe prevalecer el acercamiento y sacar lo mejor que esta pandemia pueda dejar: ser mejores médicos, pero, sobre todo, mejores seres humanos y seguir cada quien en su trinchera dando lo mejor de sí.
Todo médico debe ser cuidadoso, acucioso y respetuoso ante una referencia que recibe. Debe recordar que no es algo antojadizo, que surgió de repente, sino que si se refiere a un paciente es porque su estado de salud amerita un manejo multidisciplinario y de mayor nivel de especialización que lleve a su recuperación todo trae repercusiones y los que estamos en la línea de fuego sabemos que la fatiga, el miedo y las confusas indicaciones del manejo del paciente #COVID_19 (+) son de aprender cada día de un mundo desconocido que debemos sortear, pero jamás, jamás desatender.
Somos todos los salvadoreños los que formamos este país. Después de esta pandemia todos debemos ser mejores seres humanos.
Termino preguntando ¿qué pasó con el decreto de esperanza para todos los héroes, ese que fue vetado y luego enviado a la Corte Suprema de Justicia ( CSJ)? El Decreto Legislativo 630. Solo el día que sea aprobado creeré que realmente el personal de salud fue considerado héroe; de lo contrario, ese adjetivo sólo será un triste apodo.
Médico.