El otro lado de las protestas: “Mejor pregúntate por qué esas estatuas seguían ahí”
Las protestas tras el asesinato de George Floyd han llegado al punto de derribar estatuas de personajes por su vínculos con la esclavitud, dentro y fuera de EE. UU..
Este fin de semana, en el centro de Londres, una protesta contra el racismo y la brutalidad policial se enfrentó a grupos de ultraderecha y neonazis que se oponen a la reciente ola de manifestaciones convocadas por Black Lives Matter, el colectivo que a nivel global exige un final a las injusticias de poblaciones afrodescendientes, además de otras minorías de color.
Más allá de los enfrentamientos de ambos bandos y las tensiones con la policía, otro punto llamó la atención en la Plaza del Parlamento, un pequeño parque frente al mítico “Big Ben” y a un costado de la Abadía de Westminster: la estatua de Winston Churchill, que generalmente luce triunfal en este espacio, apareció desde el viernes resguardada por altas murallas para evitar intentos de vandalismo en su contra. La ciudad ocultó por primera vez desde su instalación a su ex primer ministro más significativo.
Y es que el asesinato del afroamericano George Floydel pasado 25 de mayo a manos de un grupo de policías de Minneapolis, en Estados Unidos, ha desatado una serie de protestas en todo el mundo que, además de exigir un fin a prácticas policiales violentas y abusivas, buscan reexaminar cómo algunas sociedades recuerdan a algunos personajes con un pasado racista.
“No puedo respirar”, las tristes últimas palabras de Floyd se han convertido en el grito de batalla de cientos de miles en todos los rincones del mundo para quienes el ideal de “igualdad” que pregonan las democracias aún luce lejano. Esto, por su parte, ha llevado a muchos protestantes a exigir la remoción de estatuas que honran a estas figuras y otros han decidido derribarlas o pintar consignas.
El alcalde de Londres, Sadiq Khan, ordenó cubrir la estatua de Churchill solo unos días después de que en Bristol, 189 kilómetros al oeste de Londres, cientos de manifestantes lanzaron la de Edward Colson al río Avon desde el puerto local. Este personaje, además de dar forma a la ciudad, comandó expediciones de venta de esclavos africanos a las Américas. Irónicamente, su estatua vivió unos días al fondo del puerto donde desembarcaban sus naves con esclavos. Esta ya fue rescatada por las autoridades locales, pero el mensaje parece claro: los habitantes no tolerarán más verla ahí.