Falta de comida obligó a vendedores informales a volver a las calles de San Salvador

Los comerciantes aseguran que están conscientes de lo contagioso del coronavirus, sin embargo, la necesidad de llevar comida a sus hogares los obligó a salir a vender.

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Vendedores ofrecen sus productos a los automovilistas sobre la Juan Pablo II. Foto EDH/ Menly Cortez

Por Gadiel Castillo

2020-06-10 1:06:02

“La verdad que nosotros tratamos de aguantar la cuarentena  sin salir a vender  lo más que pudimos. Pero el gobierno pedía 15 días y otros 15 días y la situación se nos volvió insostenible. Ya nuestros ahorritos se nos acabaron, ya dinero no hay y tenemos que pagar tantos compromisos”, dice José Roberto Ventura, un vendedor de verduras, que desde hace una semana ofrece sus productos  a todos los automovilistas que circulaban por la alameda Juan Pablo II de San Salvador.

Ventura junto con otros siete compañeros aprovechan los minutos del semáforo en rojo para vender  las frutas y verduras a todos los conductores. Algunos de los automovilistas sacan la mano para pedir que lleven una bolsa con tomates, cebollas y plátanos.

Antes de la pandemia del COVID-19 el grupo vendía  productos varios en los microbuses y autobuses que recorren todo el centro  de San Salvador, sin embargo, desde el 7 de mayo no volvieron a vender  más,  debido que las autoridades suspendieron la circulación del transporte público para la población en general con el objetivo  frenar los contagios del coronavirus.

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Adolfo Serrano  comercializa tomates y cuenta que tomó la decisión de volver a las calles pues debe pagar el cuarto y llevar comida a su hogar. “Al principio se complicó todo porque las autoridades se habían puesto bien duras pero uno no puede estar aguantando hambre. Hasta bien delgado me había puesto yo y no se puede estar así”, manifiesta.

José Vicente Coreas Ramírez asegura que llevaba más de un mes sin vender y la situación se complicó en su hogar: sin dinero y los alimentos escaseaban. Asegura que está consciente de lo contagioso del virus pero la necesidad es más grande.

“Arriesgándonos andamos y tocó salir para ganarnos el sustento diario. Tenemos nuestros hijos y ellos comen también. Pedimos que el gobierno nos tome en cuenta también por eso tuvimos que salir a trabajar. Lo que pedimos es que esto se termine porque ya no aguantamos”, dice.

Algunos de los automovilistas sacan la mano para pedir que lleven una bolsa con tomates, cebollas y plátanos. Foto EDH/ Menly Cortez

Los comerciantes agradecen a todos los conductores que hace una parada para comprarles, pues manifiestan que  de esta manera contribuyen al sostenimiento de sus familias.

“Hay vamos despacito queriendo salir adelante.  Al ver que esto no cambia, el dinero se terminó y tuvimos que vender nuestras pertenencias para comenzar a sacar un poquito de venta y que Dios nos guarde en la calle”, agrega Ventura.

En la 1 a. Calle Oriente y otras arterias del centro de San Salvador, desde el pasado martes  se observan más  a vendedores con sus carretillas y Porfirio Ramos López y su compañera de vida Guadalupe Hernández son unos de ellos.

La pareja comenta que el hambre pudo más que el miedo a contagiarse de covid-19, manifiestan que deben mantener a sus cuatro hijos y los ahorros se terminaron en estos más de dos meses de estar confinados en sus casas.

“Hay que salir a ganarse la vida, el gobierno puede hacer su parte pero uno no tiene que estar esperanzados solo a ellos”, indica.

Los López Hernández manifestaron que no podían esperar  hasta el 16 de junio,  la fecha oficial dada por el gobierno para la reapertura gradual de la economía, debido a que su necesidad es grande.

Mañana el Ministerio de Trabajo se reunirá con representantes del  sector informal. El ministro Rolando Castro explicó que darán un tiempo para incorporar sugerencias de parte de los líderes del sector informal que es uno de los mayores empleadores, pero que se caracteriza por ser atomizado y con muchos menos recursos que las empresas formales.

“Arriesgándonos andamos y tocó salir para ganarnos el sustento diario. Tenemos nuestros hijos y ellos comen también”. Foto EDH/ Menly Cortez

Otros que también no podían esperar hasta que el gobierno diera el banderillazo de salida son Cecilio Domínguez  y su cuñada Sandra Yanira Palacios, quienes venden verduras y otros productos en un tramo de la  Juan Pablo II.

Cecilio trabajaba como panificador y Yanira en un comedor, pero debido a la pandemia sus jefes tuvieron que reducir el personal y ellos quedaron desempleados.

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“Ya no teníamos dinero y son varios niños por mantener, por eso con los ahorros compramos tomates, cebollas y así fuimos incrementando la venta  con la ganancia. Es que es duro cuando los niños le piden comida a uno y no podérselas dar. Uno como adulto puede aguantar pero ellos no”, dice Yanira.

Cecilio y su cuñada aseguran que cuando la situación vuelva a la normalidad volverán a sus antiguos trabajos mientras que los demás  comerciantes manifestaron  que cuando reactiven la economía y más personas vuelvan al mercado tendrán que extremar las medidas de prevención: uso de careta y mascarilla doble y mucho alcohol gel.