“Mi familia y yo hicimos un gran sacrificio y nos endeudamos para que pudiera venir a estudiar”, relata Carolina Cruz, de 34 años. Antes de viajar para estudiar una maestría en la Universidad Autónoma de Madrid vivía en Soyapango junto a su hija de cuatro años y su familia.
“Obtuve una media beca, pero yo debía pagar manutención y alojamiento. El presupuesto que traía era bastante limitado porque pensaba estudiar y trabajar para poder pagar las deudas adquiridas por el viaje porque hice préstamos, pero ya me estoy manteniendo con los últimos ahorros que me quedan” cuenta Carolina.
Por el momento comparte una habitación con nicaragüenses y solicitó al consulado ayuda para alojamiento, pero no ha obtenido respuesta. También ha solicitado ser repatriada por su situación económica, pero por ser estudiante becada no ha sido considerada.
Las clases las está recibiendo en línea y autoridades de la Universidad le han recomendado volver a El Salvador y seguir con las clases virtuales desde acá o guardar su matricula para el próximo año.
“Cancillería y el Consulado de acá (Madrid) nada más me han solicitado fotos del pasaporte e itinerario de vuelos tanto de venida como de regreso, pero como la maestría duraba de enero de este año a enero de 2021 yo no tenía pensado volver. Ellos no nos han hecho saber fechas exactas de retorno solo me dijeron que les están dando prioridad a los que tienen boletos”, lamentó.
La única ayuda que ha recibido de parte del Consulado es una canasta de alimentos que ha compartido con sus compañeras nicaragüenses porque el Gobierno del país vecino no les ha dado ningún tipo de ayuda.
“Me dijeron que ya que entré como estudiante puedo quedarme perfectamente hasta el otro año y le dije a la delegada que si ellos me iban a mantener o dar ayuda económica porque ni siquiera me preguntaron si mi presupuesto alcanzaría”, detalló.
Aseguró que desde que llegó a Madrid, en enero de este año, está buscando trabajo pero no ha encontrado y ahora con la emergencia se ha vuelto más complicado.
Carolina padece de diabetes mellitus o diabetes debutante y de migraña. La ansiedad e incertidumbre ha complicado su condición de diabetes y ha tenido que comprar medicamentos con frecuencia, la ventaja, asegura, es que los medicamentos no son tan caros.
La salvadoreña dice que lo único que le reconforta es saber que su hija de cuatro años está bien con su familia, pero también desea volver para estar con ella. Además, tiene la esperanza de regresar y poder trabajar para pagar sus deudas porque trabajaba en una farmacia del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) donde pidió permiso por un año, al regresar espera tener su trabajo.
Sin embargo, está consciente que la crisis sanitaria por la que pasa El Salvador y el mundo afectará la economía del país y condiciones de salud de los salvadoreños, pero tiene fe que “no alcance el pico sino que gradualmente se pueda salir del estado de alarma”.
“Como personas nos asusta lo que no conocemos, pero podremos encontrar las formas de sobrevivir cuando todo haya pasado. No hay que perder la fe”, concluyó.
La madre del niño trabaja en el Hospital Amatepec, donde se atienden a pacientes contagiados de COVID -19. El temor es que ella se contagie y el niño quede sin el cuidado de ninguno de los padres.