¿Quién podría imaginar que el personal de salud en un santiamén dejó de ser el héroe de la pandemia para convertirse en mártir? Nadie. Como trabajadores de salud, estamos cumpliendo nuestro deber. No es fácil, tenemos miedo como cualquier ser humano, ese miedo a la muerte que día a día experimentamos desde nuestros lugares de trabajo; sin embargo, que un colega fallezca nos duele, nos entristece, nos debilita pues sabemos que ese compañero deja en la orfandad a su hijo, me cuesta creer que no es por #COVID_19 .
La esposa de Él murió trágicamente víctima de un accidente automovilístico después de una jornada de 36 horas, al salir de su jornada laboral. Nuevamente el desprecio hacia el personal de salud aparece, después de lograr convencer a la Asamblea Legislativa de proteger a médicos, enfermeras, para médicos y otros ante un deceso, de dos plumazos se veta el Decreto 630, ese decreto que traería dignidad, tranquilidad y la seguridad que al morir en la trinchera siquiera nuestros seres queridos no quedarían en la calle. Pero no. Se ha vetado ese decreto, prácticamente quedamos en el abandono, casi es una copia burda del agravio que hemos sufrido por años. Este decreto pudo haber sido la mejor de las nuevas ideas en el ramo de salud.
No somos enemigos ni del sistema, ni de la comunidad. Somos trabajadores élites que no pedimos nada regalado, no queremos alfombras rojas ni monumentos. Queremos protección a nuestra gente, pero ¡Ya!, no se valen argumentos que solo demuestran el desprecio hacia todo el personal de salud. Hoy fue un médico, mañana será la enfermera, pasado seré yo y aquí a nadie le importa nuestra vida. Jamás El Salvador ha experimentado niveles de confrontación, de una sociedad tan dividida, tan fanática y tan miedosa; de a poco el miedo fue llenando el alma, el sentido común desapareció, la dignidad no aparece y vemos a un El Salvador cada día más callado y resignado. Todos agachan la cabeza, y si la levantamos, somos antisistema y lo primero que dicen es que en treinta años nada se hizo; solo falta que digan que no apoyaron a Matías Delgado a tocar la campana el 5 de noviembre de 1811. Se ha superado el veto presidencial al Decreto 630 ; queda esperar los próximos 3 días o es publicado en el Diario Oficial o enviado a la Corte Suprema de Justicia y estos en 15 días dar postura. Dejamos nuestras vidas estudiando y preparándonos para servir a una sociedad pero hay una abismal diferencia entre héroes y mártires: Héroes no solo es el personal de Salud, también los policías, los salvadoreños que salen a las calles a vender coras de tomate, ¡Esos son nuestros héroes que mueren de hambre!
Y mártires no solo es el colega. Mártir es una sociedad que muere poco a poco, impávida, silente ante las mentiras y la propaganda de terror que hemos vivido.
¿Cómo es posible que un gabinete disponga de seguros de vida y médicos infinitos y una enfermera apenas le alcance para un sencillo funeral? Esa es nuestra realidad. Es durísimo leer sobre muertes de colegas. Este gobierno prometió ser diferente. Aún está a tiempo de demostrarlo en el ramo de salud. Somos testigos de mentira tras mentira, de ser sacudidos por datos epidemiológicos manejados con más dudas que confianza. Estos se ocupan, según la conveniencia. El valor desapareció y dio paso al miedo, tristemente esa lapidaria frase: “Divide y vencerás” hace el trabajo sucio. Vemos a un personal de salud dividido, raquítico, sin líderes y apenas se hace una publicación vienen las ofensas más vulgares tanto de troles como de personas de carne y hueso que atacan sin piedad cualquier opinión que vaya en contra de los disparates.
Que cada personal de salud que se infecte o fallezca sea el rostro de la incapacidad de una gestión que no supo priorizar lo urgente por lo necesario. No queremos ser héroes pero menos queremos ser mártires. Hablo por mí, pero se que todos los trabajadores de salud esperamos un trato digno y diferente con la aprobación del Decreto 630.
Médico epidemiólogo y salubrista