El mensaje debe ser suficientemente claro

En estos momentos cuando las cifras de contagiados y de fallecidos van en aumento y seguimos esperamos un recrudecimiento de los casos, debido a que nos adentramos en la parte más difícil de esta pandemia, debemos esforzarnos muchos más en que la comunicación sea asertiva, evitar exponernos injustificadamente, prevenir los temores innecesarios, respaldar datos fidedignos y apegarnos a la verdad, pues este es el paso previo para llegar a convencer a aquellos que todavía desconfían de la gravedad de esta infección.

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Ariana Grande se ha vuelto a enamorar, esta vez de un joven mobiliario. Foto Instagram @arianagrande

Por Mario Aguilar Joya

2020-05-08 8:39:34

El 5 de junio de 1981 se reportaron en las revistas médicas mundiales los cuadros clínicos de cinco pacientes masculinos con extrañas infecciones severas y casos raros de cáncer. Eran personas previamente sanas hasta el momento en que mostraron síntomas relacionados con ese nuevo síndrome, al que ahora llamamos SIDA. Desde esa fecha y en los últimos casi cuarenta años se han presentado al menos 30 infecciones nuevas o emergentes, casi siempre de origen viral. Esto da un promedio de casi una nueva infección cada año.
Puesto así, decir que esta infección por el virus al que llamamos SARS Cov2 y que produce la enfermedad denominada COVID19, nos “sorprendió apareciendo bruscamente” es una frase un poco menos que inexacta. Quizá deberíamos admitir que el mundo entero no estaba preparado adecuadamente para contener una infección de esta magnitud y que muchas personas siguen sin tomar en serio esta pandemia. Cuando estos dos factores se conjugan, no tenemos más que ver los números que muestran muchos países de Europa y Norteamérica.
A pesar de que, a nivel mundial, se han tenido infecciones virales severas en múltiples ocasiones en los últimos 40 años con desenlaces no siempre favorables. En todas y cada una de estas infecciones, el mensaje de la Ciencia Médica ha sido muy claro, no hay que esperar el medicamento que la cure o la vacuna que prevenga la infección. La recomendación inicial siempre ha sido prevención de la infección desde el inicio mismo del fenómeno infeccioso. El mensaje se construye a partir de esta recomendación considerando los aspectos médico-sociológicos de la población a la que se dirigirá. Un ejemplo importante es la mortal enfermedad viral conocida como ébola, cuya contagiabilidad es alta y la letalidad puede llegar a un 90%. A pesar de los cuatro grandes brotes de la enfermedad desde que se descubrió en 1976 hasta 2019, estos brotes se lograron contener para no lograr la evolución a pandemia, en esos momentos sin contar con medicamentos ni vacunas, únicamente con la efectividad de las medidas de prevención.
Aun con lo efectivo de las medidas preventivas, nos asombra que la obediencia de esta indicación se cumpla cada vez con menor efectividad. La razón probable de este fenómeno depende considerablemente de al menos dos grandes factores:
1).- La claridad, frecuencia y energía con la que el emisor (médicos, gobierno, medios de comunicación, sociedades profesionales, instituciones académicas, organizaciones gubernamentales, etc.) transmitan el mensaje, recordando que la población a la que va dirigida es un grupo muy heterogéneo en cuanto a la comprensión de la situación médica especialmente en tiempo de crisis, tal como el que actualmente vivimos.
2).- Que la aceptación del mensaje de prevención sea recibida adecuadamente y, por lo tanto, puesta en práctica por gran parte de la población y por el tiempo adecuado para lograr el control de la infección.
La conjugación de estos dos factores es esencial para que las medidas de prevención que se emitan sean cumplidas a largo plazo por la población. Si una de estos factores no se cumple, el resultado de prevención no será favorables en cuanto a la contención de la epidemia. La comunicación asertiva, de la cual los médicos debemos ser expertos (del latín expertus: aquel que tiene experiencia) puesto que hemos sido preparados para comunicarnos con una amplia variedad de personas tanto sanas como enfermas, nos enseña que no nos debemos comunicar de la misma manera con el enfermo leve que con aquel que está más grave; de igual manera la comunicación no será igual con los familiares de los enfermos que con aquellos que no tienen a un familiar afectado.
De esta manera sucede con la población: existen personas que “creen ser invulnerables y que la enfermedad le dará a otro”; son las que vemos sin guardar ninguna medida de prevención y con su actuar ponen en riesgo a los que cumplimos las medidas preventivas. A ellas debemos recordarles que se han infectado y fallecido personas que no parecían tener ninguna complicación médica. Se han afectado colegas médicos cuyo estado de salud era catalogado como muy bueno o excelente y aun así sucumbieron a la infección.
Para aquellos que no creen que esta es una enfermedad seria, debemos recordarles que la infección no solamente suele llegar a una persona, sino que al grupo familiar y a muchos más, por lo que su negligencia tiene implicaciones sociales y los hará responsables del daño a familiares cercanos. Deberían estar en la capacidad de entender que, si no lo hacen por ellos, están en la obligación de hacerlo por sus seres amados.
En estos momentos cuando las cifras de contagiados y de fallecidos van en aumento y seguimos esperamos un recrudecimiento de los casos, debido a que nos adentramos en la parte más difícil de esta pandemia, debemos esforzarnos muchos más en que la comunicación sea asertiva, evitar exponernos injustificadamente, prevenir los temores innecesarios, respaldar datos fidedignos y apegarnos a la verdad, pues este es el paso previo para llegar a convencer a aquellos que todavía desconfían de la gravedad de esta infección.
Ellos se convierten en el “eslabón más débil” por donde se rompe la cadena de la prevención, pero el efecto lo sufriremos todos.

Médico.