En busca de un mejor futuro para su hijo y para sí mismo, Mario aceptó la oferta que una empresa hotelera le hizo en febrero: trabajar en un hotel de la turística ciudad africana de Zanzíbar, en Tanzania.
«Tome la difícil de decisión de embarcarme en esta aventura sabiendo que dejaría por 2 años de contrato; a mi hijo de 1 año y medio, a mi madre y mi abuela; pero buscando una oportunidad que jamás se me había presentado en nuestro país”, escribió desde allá para El Diario de Hoy y elsalvador.com, luego que este periódico publicara un formulario pidiéndole a los #VaradosSV llenarlo para conocer y difundir cuál es su situación, qué ayuda piden, cuál han han recibido y cuál aún esperan.
Este es su relato:
“Quizás mi caso no es tan severo como otros, pero al mismo tiempo creo que todos los que hemos quedado ‘varados’ en los diferentes países tenemos un punto en común: el deseo de regresar a casa con nuestras familias.
Mucha gente ha justificado las medias tomadas por el gobierno y culpabilizando las razones del porque salimos del país mientras se estaba dando casos de COVID-19 en diferentes países, acusándonos o reprochando de que aún y sabiendo las consecuencias salimos de El Salvador. Esos comentarios quizás vienen de gente que no sabe que la gran mayoría de los salvadoreños salimos casi obligados a buscar una mejor oportunidad laboral, asi como ellos salen día a día a sus trabajos.
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En mi caso, a finales de febrero fui contratado por un hotel en Tanzania, África… Vieron mi perfil en Linkedin, les gustó, me entrevistaron y me contrataron.
No lo niego, me asusté un poco en uno de los aeropuertos donde hice escala al ver a la gente con mascarilla, mientras que en nuestro país todavía lo veíamos como una situación lejana y compartíamos memes al respecto. Al llegar a mi destino, seguí el proceso de evaluación médica y me dirigí a mi nuevo trabajo donde comencé mi proceso de adaptación laboral. A mediados de marzo explotó la bomba a nivel mundial y comencé a ver que se cancelaban los vuelos, las reservaciones y un sinfín de problemas operativos a consecuencia del brote masivo de Europa del COVID-19.
La directiva de la empresa ordenó que todo el personal extranjero siguiera las medidas de evacuación en medio de una crisis nunca antes vista; sin embargo, también teníamos que continuar con nuestro trabajo; quienes están en en este rubro saben que hay que conservar la calma frente a los clientes bajo situaciones de crisis para no generar pánico o incertidumbre.
El 16 de marzo, con apenas 2 semanas de haber llegado, se me autorizó, me autorizaron viajar de regreso para evitar quedarme atrapado en la isla donde se encuentra el hotel. El gobierno local había notificado que se suspenderían el ingreso de vuelos a partir del 22 de marzo; asi mismo los vuelos de salida se suspenderían el 27 de marzo. Hasta entonces, este país no había tenido casos positivos de COVID-19 y querían evitar “casos importados” igual que El Salvador.
Además, el gobierno notificó a los 200 hoteles en la isla el cese de operaciones el 27 de marzo, para que todos los turistas que quisieran regresar a sus países lo hicieran en este lapso de tiempo.
Yo no tuve tiempo de buscar alternativas de vuelos porque ese mismo día nuestro presidente ordenó la cancelación de todos los vuelos comerciales en El Salvador, sin previa notificación o comunicado oficial. Muchos de mis compañeros de trabajo de otros países tampoco lograron salir a tiempo, pues debíamos esperar a que el último huésped dejara el hotel….
El mundo cerró sus puertas, pero para los que vivimos del turismo ha sido más difícil aún, miles de personas se han quedado sin trabajo… Hoteles, restaurantes, bares, agencias de viajes, aerolíneas, etc. Mi caso no fue la excepción, mi contrato fue congelado desde el 1 de abril hasta nuevo aviso.
No todo fue una tragedia. La empresa ofreció alojamiento y alimentación al personal que estaría en cuarentena.
Mas noto es de color rosa. Quienes no logramos regresar a nuestros países de procedencia fuimos informados de que no percibiríamos ingresos hasta que la empresa abra el hotel cuando termine la crisis, para lo que deberá esperar que el mundo pierda el miedo a viajar, lo que podría tomar meses después de las cuarentenas.
Mi familia depende en un 70 % de mis ingresos. Hice números para poder sobrellevar la cuarentena con mis ahorros y sabiendo que no percibiré ingresos en los siguientes meses. Me será posible, aunque estaré en bancarrota, con deudas y sin trabajo por los siguientes meses. Tampoco mi familia, como muchas otras, recibió el famoso bono de parte del gobierno, por lo cual se hizo más complicado aun la situación. No lo niego, la desesperación, la ira y la incertidumbre nublaron mi mente unos días a consecuencia de esto, pero ahora tengo un plan de contingencia que llevo a cabo y en el que deposito mi esperanza para seguir adelante.
Hace una semana recibí un correo de la Embajada de El Salvador en Corea del Sur para ponerme en contacto con ellos. Esto fue debido a que completé los formularios que nos enviaron en la primera semana de abril para conocer la situación de los salvadoreños que no pudimos regresar a tiempo, que estamos “varados” y que queremos regresar.
El representante de la embajada me explico que ellos están encargados de los casos de Oceanía, Asia y África; nos denominan casos especiales por estar en países vulnerables. Por un momento me dio un sentimiento de alegría y de esperanza, pero eso de desvaneció cuando empezamos a hablar.
Después de unos minutos, logre notar que ni ellos saben cuál es el plan de logística o qué procesos se deben de llevar a cabo para lograr movilizarnos y llevarnos a casa, no lo culpo, yo estaría en las mismas circunstancias si alguien me ordenara hacer algo sin tener primero una idea clara de cómo hacerlo. Pero el representante, muy amable, trató de hacer lo mejor posible y lo que tenía a su alcance en esos momentos; darme unos segundos de esperanza y empatía; en estos días de incertidumbre eso es más valioso que el oro.
En las últimas semanas he tratado de evitar este tema en redes sociales, por salud mental, con mis amistades o familia por noticias o rumores, tratando de mantener mi mente ocupada en otras cosas, pero al fin de cuentas es inevitable porque sueño con el día que se anuncie que podemos regresar. Pero cada día que pasa es un “pero” más, de parte de nuestros gobernantes (sin importar banderas o filosofías). Perdonen si lo digo de esta manera, pero espero empaticen conmigo, al final cualquiera se cansaría de solo escuchar declaraciones en los medios o en redes sociales, en donde niegan o aceptan decretos o planes…
Soy un gerente joven en el hotelería, pero he aprendido a administrar gracias a errores y lecciones; sé que no siempre las cosas salen como deben que hay márgenes de error y daños colaterales en cada decisión que uno toma. Sin embargo, aprendí dos lecciones muy valiosas en mi carrera: responderle a mi cliente lo antes posible antes de buscar la razón o el responsable del error que generó su disgusto y que mi staff es primero, si alguien no tiene que comer, le daré mi plato antes que comer yo.
No busco causar lástima… solo quiero regresar a mi país, mi hogar con mi familia, con mi hijo.
Quería compartir mi historia con ustedes, quizás es un desahogo o quizás un grito de mi subconsciente. Por fuera trato de mantenerme tranquilo o sereno”, concluye Mario.
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La mercadóloga Luciana Villavicencio, que impulsa el movimiento de VaradosSV, lamenta que muchos paisanos los rechacen, discriminen y ataquen en redes sociales.