Perdimos 233,898 estudiantes

Si no hacemos nada, nada va a cambiar; o diseñamos estrategias para la retención escolar efectivas o cada año nos acostumbramos a ver estas tasas y estadísticas con naturalidad

descripción de la imagen
Foto EDH / AFP

Por Óscar Picardo

2020-05-06 9:38:16

El drama de la deserción escolar sigue su camino; el cierre de matrícula 2019 fue de 1,330,646 estudiantes, y al inicio del año escolar 2020 se reportaron “provisionalmente” matriculados 1,145,580 estudiantes; falta valorar el impacto del COVID19. Comparando, la deserción escolar de 2019 fue de 48,832 (3.54%) pero al extrapolar los datos de un año al otro la reducción es de 16.96%, es decir, 233,898 estudiantes menos…
Como hemos apuntado en otros artículos, en educación media cada año terminan graduándose de bachiller 4 de cada 10 estudiantes; perdemos 6, quienes van a engrosar tres grandes filas: a) migración; b) pandillas; y c) empleo con bajas oportunidades. En efecto, cada estudiante que no termina la educación media queda condenado a un salario que con suerte no superará el mínimo (US$ 300) y a su vez paraliza su desarrollo futuro y fortalece su situación de pobreza.
Según Eduardo Vélez, de Banco Mundial, cada año de escolaridad representa aproximadamente 10% de ingresos como oportunidad o posibilidad, y al menos, un joven que termina bachillerato ya puede aspirar a empleos más calificados, como por ejemplo ingresar a la PNC.
Estos datos impactan el futuro del país; de este 40% u 80,000 bachilleres que terminan la educación media, menos de la mitad ingresarán a las universidades 24%, y de ellos se graduarán el 10%, mientras que el resto pasará más de 6 años estudiando, y así se amplifican la falta de oportunidades laborales.
Siempre nos preguntamos por qué mucha gente deserta de la escuela, siendo el espacio ideal para niños y jóvenes, y habiendo políticas para retener o atraer a los estudiantes, cómo por ejemplo útiles, zapatos y uniformes; las respuestas son multi factoriales: abandonan la escuela, principalmente, por razones económicas, por cambio de domicilio, por violencia, por rezago o repetición, etcétera. Hay razones exógenas, pero también endógenas, y el sistema hace poco y nada por recuperar a sus estudiantes perdidos; en efecto, muchos estudiantes, sobre todo en tercer ciclo y en el marco de un proceso de desarrollo complejo –adolescencia- no encuentran un ambiente o clima escolar adecuado, a la altura de sus intereses ni con un liderazgo inspirador; en no pocos casos, las clases son de pizarra, dictado, aburridas, sin experimentos ni realismo; y esto no es una hipótesis, sino una conclusión de las pruebas estandarizadas: “Los estudiantes conocen, pero no comprenden ni aplican lo que saben”. Así, muchos abandonan la escuela por no tener interés o porque su proceso educativo acarrea deficiencias y no entienden qué y cómo aprender en grados superiores.
Una política necesaria y fundamental es decretar la “obligatoriedad escolar” desde pre-escolar hasta bachillerato (al menos 12 años), es decir, que todos los niños que estén en edad escolar deben estar en las aulas, y para ello el gobierno puede establecer mecanismos de presión, como por ejemplo no entregar DUI, pasaporte, NIT o licencia a aquellas personas que tienen hijos y que no puedan demostrar que están matriculados.
Si no hacemos nada, nada va a cambiar; o diseñamos estrategias para la retención escolar efectivas o cada año nos acostumbramos a ver estas tasas y estadísticas con naturalidad, así como los resultados de la PAES, que no cambian desde 1997.
No tenemos otra cosa que gente, no hay recursos naturales o minerales, entonces debemos preparar muy bien a nuestra fuerza laboral; debemos mejorar sustantivamente la escolaridad promedio, e intentar formar más técnicos, personas bilingües, ingenieros y doctores, para que nuestros indicadores de humanidad y competitividad de país mejoren.
25,525 niños y niñas menos en Parvularia; 77,060 niños y niñas menos en Básica; y 29,825 estudiantes menos en media; menos otros descensos en educación inicial, especial, adultos y modalidades flexibles. ¿Qué significa esto? Que seguimos yendo para atrás, cuesta abajo y sin frenos; y no habrá modelo político, programa o política que mejore el país, porque el país es su gente, y lo que necesitamos es justamente gente más educada.
Veamos que sucede en este quinquenio con el Plan Educativo Cuscatlán, que no tiene métrica ni indicadores, pero tiene la oportunidad de mejorar las estadísticas educativas.

Investigador en educación