Nayib Bukele ha girado hacia el autoritarismo en un mes de cuarentena obligatoria
El presidente ha utilizado la crisis actual para aumentar su poder, denuncian abogados y analistas. Desconocer fallos judiciales y disfrazar de ataque el disenso es para ellos un claro signo de alarma.
No había terminado de asentarse el polvo autoritario que Nayib Bukele levantó al militarizar el Palacio Legislativo el pasado 9 de febrero cuando generó una nueva alarma a observadores nacionales e internacionales con demostraciones de pretender gobernar desconociendo límites y sin actitudes democráticas.
Hace exactamente un mes, Bukele anunció una cuarentena domiciliar obligatoria orientada a prevenir el alza en contagios de COVID-19, al mantener a la gente en sus casas y reducir las salidas de la ciudadanía a lo meramente esencial.
Si bien la medida coincide con recomendaciones de instituciones como la Organización Mundial de la Salud de mantener el distanciamiento social, la ejecución de esta ha levantado las alarmas, pues el presidente ha ordenado que a los infractores se les traslade automáticamente a centros de contención a una cuarentena de 30 días o incluso más, hasta que se les practique la prueba.
A juicio de analistas, abogados y defensores de derechos humanos, con esto se ha empoderado a efectivos policiales y militares a actuar de manera arbitraria, a exceder sus funciones y a violar los derechos fundamentales de la ciudadanía. Además, consideran que el confinamiento automático es ilegal y que debería haber una razón objetiva para considerar a un infractor una fuente de contagio de COVID-19 que justifique llevarlo a un albergue.
Según datos del mismo gobierno, hasta este lunes 20 de abril había 2,220 detenidos por violar la cuarentena obligatoria.
Ante esta medida, la Sala de lo Constitucional ha emitido al menos dos resoluciones en las que prohíben esta detención automática. Esto fue rechazado al instante por Bukele, quien adelantó que desconocerá una resolución de estricto cumplimiento.
Posteriormente, ha utilizado esa red social para insistir en que sus cuerpos de seguridad procedan a estas detenciones, reforzando su desconocimiento a la independencia judicial y a la separación de poderes.
Una senda peligrosa
La separación de poderes que se controlan entre sí es el mecanismo de las democracias para prevenir que el poder embriague tanto a una persona que la lleve a gobernar con base en caprichos y resentimientos.
Desconocer estos límites es una señal temprana de un impulso autoritario. Algo que el mismo Bukele parecía entender en 2013, cuando tuiteó: “Ya aburren con que la ley va a atar las manos del futuro presidente… Para eso son las leyes, para que no hagan solo lo que les da la gana”.
El mandatario, sin embargo, ha aprovechado la pandemia para demeritar los límites democráticos e institucionales, e incluso calificar a quienes critican sus posturas de estar “del lado del virus”.
Asimismo, ha privilegiado la respuesta militar o policial sobre la solución técnica o médica. Por ello, ha optado por medidas draconianas, como un cerco armado al puerto de La Libertad el fin de semana, algo que ordenó vía Twitter sin sustento legal.