El “cocoliztli”, la epidemia que mató a millones de indígenas mesoamericanos en 1545 y aún es un misterio

De los síntomas que más intrigan a los investigadores están la ictericia (coloración amarillenta de la piel y las mucosas) y la abundante hemorragia.

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La viruela fue introducida en México por la expedición española de Pánfilo de Narvaez y arrasó con la capital azteca Tenochtitlan a finales de 1520. Fue de las primeras epidemias del siglo XVI. Imagen EDH / Shutterstock

Por Rosemarié Mixco

2020-04-19 6:00:48

La pregunta de rigor para los amantes de la historia en estos días es, ¿cuáles han sido las epidemias más destructivas de la humanidad?

Chateando con el historiador y miembro de la Academia Salvadoreña de la Historia Ricardo Castellón sobre las pandemias que golpearon drásticamente a nuestros antepasados, este destacó la de “cocoliztli”, en el siglo XVI, y la de “matlazahuatl”, en el siglo XVIII.

“Fue mortandad entre los indígenas y se dice, como sabrás, que uno de cada 10 terminó vivo”, afirmó el intelectual desde su cuarentena en la ciudad de Berlín, Alemania, donde se encuentra desde hace meses.

En el documento “Peste en una ciudad novohispana. El “matlazahuatl” de 1737 en la Puebla de los Ángeles” —de Miguel Ángel Cuenya, para el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Puebla, México—, se informa que entre 1737 y 1738 en la Nueva España se registró una enfermedad mortífera denominada “matlazahuatl, que atacó a la población sin distinción alguna. Peste que originó grandes estragos y graves consecuencias económicas, demográficas y sociales que perduraron por mucho tiempo”.

Incluso detalla que en un lapso de ocho meses, se enterraron a 7,167 personas adultas.

De este episodio del siglo XVIII hay mucha más información que el de la epidemia que atacó, sobre todo, a los nativos mesoamericanos en 1545. Esta ha llegado a ser considerada la más destructiva del siglo XVI. Los médicos indígenas o “titici” la bautizaron como “cocoliztli”, que en castellano significa “pestilencia o enfermedad”. El letal mal no se parecía a nada que conocieran los “titici” en ese momento, como la viruela o la malaria, por ello la nombraron así, con un término genérico.

Códice Telleriano-Remensis, manuscrito que incluye 50 folios. En la página 46, hay una referencia al “cocoliztli” de 1545. Imagen extraída del sitio de la Fundación para el avance de los estudios mesoamericanos.

Se tiene registro de otro brote de “cocoliztli” en 1576, pero según la investigación “La construcción sociocultural del cocoliztli en la epidemia de 1545 a 1548 en la Nueva España” —realizado por Sandra Elena Guevara Flores, para la Universidad Autónoma de Barcelona—, este no tenía las mismas características del “cocoliztli” de 1545.

La del 45 provocó que, según nota de Angs Chen para Science Magazine, “las víctimas se volvieran amarillas (ictericia) y la sangre corrió por sus oídos y narices. Tenían alucinaciones y convulsiones agonizantes. Morían en días”.

Guevara Flores detalla en su investigación que Fray Antonio Tello, en su Crónica miscelánea de la sancta provincia de Xalisco (escrita hacia 1650), detalló que la gran peste del 45 fue general y murió una gran cantidad de indios, y que los nativos recibieron la caridad de misioneros y médicos, que no terminaron de entender la causa y procedencia de dicho padecimiento.

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La cantidad de muertes indígenas aún no sido determinada oficialmente; de las crónicas religiosas de la época se tienen varias teorías. Fray Toribio de Benavente planteó una mortandad de entre el 60% y 90% de la población nativa, pero Juan de Torquemada estima que murieron 800,000. Uno de los autores contemporáneos, Rodolfo Acuña-Soto, epidemiólogo histórico de la Universidad Nacional Autónoma de México, y su equipo proponen que esta peste causó la muerte de unas once millones de personas, lo que representaría el 84.6% de la población.

Lo que sí está más que confirmado es que aunque el “cocoliztli” atacó a todos los sectores de la recién creada sociedad de la Nueva España, fueron los pueblos nativos los más diezmados.

Mapa del continente americano de 1554, elaborado por Diego Gutiérrez y el grabador Hieronymus Cock. Imagen retomada de la Biblioteca Digital Mundial de la Unesco.

Los estudiosos de la historia de la medicina de este período mesoamericano han llegado a plantear que las epidemias como esta fueron importadas por los conquistadores, pero hay investigadores que consideran que si bien hubo un impacto en la población nativa llegó un momento en que esta generó defensas contra estos males. Para la investigadora Guevara Flores, la dispersión del “cocoliztli” en 1545 —desde el norte al centro de México, llegando a Chiapas y Guatemala— también fue empujada por aspectos biológicos, socioculturales y ambientales que convirtieron a los nativos en las víctimas más vulnerables.

De los escritos religiosos de la época, se encuentra el del presbítero Cayetano de Cabrera y Quintero, extraído de la obra “Escudo de Armas de México” (1746), en el que él argumenta con base en conocimientos médicos y científicos el por qué los indígenas fueron los más afectados, tomando como ejemplo la epidemia de “matlazahuatl” de 1737.

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“… el abuso de aguardiente y bebidas fermentadas; el poco alimento que consumían (los indígenas), basado únicamente en dieta de maíz cocido, chile y pulque, que acorde a los conocimientos españoles de la época, hacían que no tuvieran suficiente sangre y linfa; el clima de contraste de la Ciudad de México (mucho calor durante el día y frío en la noche), aunado a la poca vestimenta de los aborígenes y a las condiciones de sus casas pues dormían en el suelo con humedad y frío: el abuso del pulque y del baño frío, y finalmente, la actitud mental del indio ante las enfermedades”, justifica.

Aunque se han planteado una serie de posibles enfermedades (peste hepatoneumónica, tifo exantemático o fiebre hemorrágica), la epidemia de 1545 aún sigue siendo un misterio. En el año 2017, un estudio publicado por la revista “Nature, Ecology and Evolution” propuso una nueva hipótesis.

Códice Aubin que relata la historia del pueblo mexica, en el que se encuentra una referencia al “cocoliztli” de 1545 (dibujo inferior derecho de nativo vomitando sangre). Imagen del sitio de The British Museum

La investigación realizada por un equipo conformado por estudiosos del Instituto para la Ciencia de la Historia Humana Max Plank de Alemania, la Universidad de Harvard de los Estados Unidos y el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México plantea, por primera vez, que el agente patógeno de dicha epidemia fue la salmonella entérica. Esto con base al resultado de las pruebas realizadas a restos de indígenas localizados en las ruinas de una antigua ciudad que los arqueólogos llaman Teposcolula Yucundaa, en Oaxaca. Hay que destacar que se tiene el registro de que en ese lugar se enterraron víctimas del “cocoliztli”.

Sin embargo, hay estudios que registran la presencia de la salmonella en el México precolombino, antes de la llegada de los conquistadores.

Guevara Flores plantea en su investigación que el factor letal de la epidemia fue predispuesto por las condiciones de vida de los pueblos nativos en ese momento, por lo que se hace esencial tomar en cuenta el aspecto sociocultural para poder determinar las causas del “cocoliztli”. Para ella, la enfermedad es una explicación de la realidad.

EPIDEMIAS EN LA MESOAMÉRICA DEL SIGLO XVI

* 1520 Viruela o “hueyzahuatl”, gran lepra.

* 1531 Sarampión o “záhuatl tepiton”, lepra chica.

* 1545 “Cocoliztli” o pestilencia (enfermedad aún no determinada).

Fuente: “La construcción sociocultural del cocoliztli en la epidemia de 1545 a 1548 en la Nueva España” (2017), Sandra Elena Guevara Flores, Universidad Autónoma de Barcelona.

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