Alfredo Guillén es propietario del Hotel Solisal, ubicado en Corral de Mulas en la Bahía de Jiquilisco, Usulután. Él asegura que en Semana Santa recibía, en promedio, unos 45 visitantes por día.
El Hotel está compuesto de cabañas flotantes y previo a la Semana Mayor, el empresario había invertido “varios cientos de dólares” para que estuvieran listas. Nadie acudió a estrenarlas.
También había comprado con anticipación abundantes mariscos, que son el plato fuerte de su restaurante, pero debió regalarlos a los habitantes de la zona porque asegura que no aguantarían hasta agosto, cuando espera volver a abrir.
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El cierre lo tomó por sorpresa y está preocupado, pero para el hotelero el drama más grande lo viven no solo sus colaboradores fijos – a quienes hasta este mes ha logrado pagarles su quincena- sino todos los proveedores que permiten que su negocio se mantenga funcionando.
“A mi me duelen los lancheros que mueven turistas desde puerto El Triunfo al hotel, igual los pescadores, quienes días antes (de la Semana Santa) salen al mar a traer pesca para proveernos de pescado y camarón. Ahora ellos están sin ningún ingreso y da dolor ver lo que están pasando”, contó.
Según Alfredo, los lancheros cobran unos $30 o $35 por viaje de ida y vuelta desde Puerto El Triunfo al hotel y si logran hasta 20 pasajeros, la tarifa sube a entre $60 y $70.
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La Semana Santa era la época más esperada por ellos, porque es el momento en que pueden proveerse de suficientes ingresos para sostenerse la mitad del año, mientras llega agosto, otra temporada alta para ellos.
“Si esta gente no tenía frijoles o maíz guardado de su milpita o siembra, ahora mismo no tienen ni un peso de ingreso para comprar absolutamente nada y están pasando hambre”, contó el hotelero.
Alfredo calcula que además de sus colaboradores hay más de una veintena de familias que dependen del movimiento que tenga su hotel.
Entre los colaboradores indirectos menciona a los proveedores de alimentos, los que llevan insumos de higiene, los pescadores, los lancheros e incluso los touroperadores.
Algunos meseros o ayudantes de cocina, contó, están tratando de recoger semilla de marañón – que abunda en la zona- para intentar ganar algo de dinero.
“Esa gente está recolectando semilla de marañón pero no tienen ni a quién venderle el producto y los que vienen de fuera que antes pagaban $18 por la cubetada de semilla, les están pagando $13 con suerte y por lo general $10 u $11, es muy duro”, dijo el empresario.
Mientras la crisis pasa, el empresario se mantiene promoviendo su hotel en redes sociales, a la espera que pronto todo regrese a la normalidad.