Dinora Alfaro, una embajadora de la cultura salvadoreña
Con una vida dedicada al teatro, esta mujer tiene como objetivo que la sociedad reconozca el poder liberador del arte y el valor de transmitir mensajes a través de la dramaturgia.
“Soy actriz, directora, productora y dramaturga”, dice la ganadora del Premio Ovación de teatro, Dinora Alfaro. ¿Cuándo comenzó con esta pasión?, le preguntamos. “Con el juego. Desde pequeños ya traemos para lo que vamos a ser y eso se manifiesta siempre en el juego. Mis juegos estuvieron siempre relacionados con la actuación. Yo todo lo que hacía pensaba que tenía un público que me estaba viendo. Siempre soñando con estar en un escenario”.
Aquel juego de hacer novelas con sus compañeros se transformó. “Se fue convirtiendo en algo más fuerte. Yo decía: Tengo que lograrlo y en eso me tengo que convertir, en una actriz”.
Sus padres la apoyaron cuando les dijo que quería estudiar un bachillerato en Teatro. Viajaron de San Vicente a San Salvador dispuestos a buscar el lugar para que su hija se realizara, pero no encontraron ninguna escuela. “Tuve que regresarme a San Vicente y estudiar Físico Matemático (la física y la matemática también me gustaban un montón, pero no era lo que yo soñaba)”, rememora.
Al ver que no había una especialidad, decidió estudiar Periodismo. “Creo que en mis sueños desde chiquita me veía diciendo cosas importantes a la gente y el periodismo es una manera de hacerlo”. Y fue en la Universidad de El Salvador (UES), donde encontró el Teatro Universitario. “Ahí empiezo mi camino”, cuenta. Pero su verdadera formación sobre las tablas se dio en la escuela Arte del Actor. “Mis bases de actuación están ahí. Fue un proyecto muy bonito liderado por el Fondo Sueco”, explica sobre el espacio que buscaba ser una escuela real de actuación.
El camino de Dinora para dedicarse a lo que ama ha sido complejo. Uno de los retos que ha encontrado, lamenta, “es luchar contra una sociedad que no entiende lo que estás haciendo. Todavía no somos conscientes del poder liberador, del poder de sensibilizar a las personas que tiene el arte. No se dan cuenta de que es algo vital para el ser humano. El ser humano no solamente es materia. El ser humano es espíritu y el arte recrea el espíritu”.
Y aunque ha sido dura la lucha, su carrera también le ha dejado grandes dichas. “La mayor satisfacción para el artista, y en mi caso, es cuando viene alguien y te dice que lograste tocar su corazón con lo que hiciste. Cuando has escrito algo, has actuado algo y luego viene el público y te dice que le has transformado su vida. Eso es un gran logro”, dice complacida.