Las artesanías también son afectadas de la cuarentena

Los artesanos de La Palma están preocupados por la falta de turistas, que llegan en su mayoría desde Honduras.

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Vitelio Contreras fue alumno del maestro de la artesanía en La Palma, Fernando Llort. Su negocio se ha visto afectado económicamente por la falta de turistas ante el temor de la llegada del coronavirus. Fotos EDH / Miguel Martínez

Por Miguel Martínez

2020-03-20 4:51:32

Vitelio Contreras tiene alrededor de 30 o 35 años de elaborar artesanías en su taller y venderlas en su tierra natal, La Palma, Chalatenango.

Él fue uno de los alumnos del reconocido artista de la imagen de la artesanía salvadoreña, Fernando Llort. Según Vitelio, la gente del municipio tiene temor desde que se confirmaron los primeros casos de COVID-19 en territorio de Honduras.

La época de la Guerra Civil fue de baja producción, pero de alta cantidad de ventas. Para Vitelio, los artesanos de La Palma enfrentan una nueva y seria circunstancia: el COVID-19. Los turistas y negocios de San Salvador han disminuido drásticamente la demanda de productos de artesanía en madera y tela.

Otro factor que incide en el comportamiento de compra actual, y la sensación de alarma dentro del municipio, es la percepción que se tiene del reciente traslado de los albergados que estuvieron Jiquilisco al Centro de Recreación Dr. Mario Zamora, ubicado en el Km 80 ½, relativamente cerca de la entrada al centro del municipio. “Nosotros los apoyamos”, dijo, pero dijo que prefieren que estén fuera de la ciudad y eso provoca más aflicción.

La ausencia de turistas e intercambios con artesanos de Honduras se vinieron abajo desde que se confirmaron casos del virus en Honduras. “El domingo no vino nadie. Esto va a estar peor y vamos a ver cómo salimos adelante”, aseguró Vitelio, afirmando que los productores de artesanías nunca han sido una carga para ningún Gobierno y están acostumbrados a no contar con ayuda de ninguno de ellos, a pesar de verse afectados como otros negocios en el país.

En las calles de La Palma hay vida. La gente local se pasea de un lado a otro, hay negocios abiertos. Sin embargo, quizá por la ausencia de turistas, parecen tan amplias como las de una ciudad.

Vitelio trabaja con su familia. Su hijo le ayuda como dibujante y diseñador en el taller. Su hija atiende a quien visita la tienda de artesanías que está justo al lado de la entrada de su casa y donde se encuentra el taller. La esposa de Vitelio organiza el Paseo Palmeño, un tour guiado que incluye la visita a la casa de Fernando Llort, en un recorrido por el municipio para grupos de turistas cuando el movimiento es el acostumbrado.

El taller de Vitelio está lleno de productos en proceso, el trabajo continúa, pero debe cumplir con las obligaciones de propietario con sus colaboradores, familiares y otros que trabajan desde su casa atendiendo las medidas de prevención de la transmisión de la cepa del COVID-19 a través del aislamiento social.

La familia de Vitelio Contreras trabaja en su taller de La Palma. Mucho producto está a medio elaborar, pero no hay seguridad de que sea vendido.

En las calles del centro del municipio se distingue una variedad de rubros comerciales con locales de clínicas médicas, odontología, salones de belleza, cafeterías y tiendas de ropa. La Cafeta, una de las cafeterías más concurridas de la zona, contaba con un solo cliente a las 11:20 de la mañana.

Según el personal de atención al cliente, un joven tras el mostrador de productos de repostería, las ventas desde el fin de semana se han reducido un 50 %, siendo optimistas.

Cerca de La Cafeta se encuentra una venta de productos de artesanía, Los Torogoces, administrada por una señora que pidió reservar su identidad. “Se echa de menos a los turistas hondureños y de otros países”, admitió.

Las ventas han caído y muchos productos decorativos, prendas de vestir y tradicionales instrumentos de caza como las hondillas permanecen en las paredes y mostradores de la tienda.

En estos días para resguardarse del virus, cuya llega al territorio no se ha confirmado, existen pocas esperanzas para que las medidas duren un tiempo reducido y los comercios y el ánimo de la población local retomen su vida habitual, sin adversidades que sobrepasen la capacidad de los propietarios de cumplir con las responsabilidades adquiridas y salir a flote.