Alrededor de las 10:30 de la noche del domingo, un autobús llegó al albergue ubicado en Jiquilisco, Usulután, para transportar hacia otro recinto al primer grupo de albergados que cumplen cuarentena en ese sitio. El nuevo destino sería el Hotel Sevilla, ubicado en el mismo departamento.
Al interior del albergue, una doctora daba las indicaciones, leía una lista de albergados seleccionados para el traslado y les preguntaba si querían ser reubicados. Según ella, en el Hotel Sevilla, las habitaciones serían individuales y con ello evitarían el hacinamiento del albergue en Jiquilisco.
En total, el nuevo recinto contaría con 60 habitaciones.
“El que no conteste es porque no se quiere ir”, dijo la doctora mientras algunos ya preparaban sus maletas por si su nombre era mencionado. Al escuchar su nombre, todos fueron haciendo una fila para abordar el autobús que los esperaba afuera.
“Vaya, solo los que llamaron. No estén haciendo cola para ver si están en la lista o no”, decía otra enfermera a los albergados que serían trasladados durante la noche. Quienes estaban en la lista, en su mayoría, eran solteros o personas que están solas en el albergue. Los médicos aseguraron que para las parejas se gestionaría otro hotel.
Albergues con más médicos pero con retrasos para servir la comida
El gobierno reforzó la atención médica en la mayoría de los 19 albergues que ha destinado para la cuarentena de personas que ingresaron vía aérea y terrestre desde el miércoles pasado, pero descuidó la alimentación en varios de ellos, según lo informaron el domingo personas que se encuentran en estos recintos.
Precisamente en el albergue de Jiquilisco, personas afirmaron que el domingo el gobierno no brindó el almuerzo “oficial” como lo realizó durante los días pasados. Los afectados dijeron que algunos comieron por donaciones y otros por alimentos que les han proporcionado sus familiares.
En el albergue de Jiquilisco ayer se reforzó el apoyo médico. Los internos dijeron que desde temprano hubo toma de temperaturas y otras atenciones médicas. Si algún paciente se sentía mal, era atendido de inmediato.
A ese recinto, la empresa privada envió lavadoras, televisores, microondas, entre otros electrodomésticos. Varios de estos enseres fueron colocados en las oficinas de los doctores y personal de enfermería; y otros, en los pabellones donde hay más concentración de personas.
