El pasado 4 de febrero, autoridades japonesas decidieron impedir el desembarco en Yokohama (sur de Tokio) del crucero y poner en cuarentena a sus 3,500 pasajeros y tripulantes tras detectar que al menos diez de ellos estaban contagiados del nuevo coronavirus. Una decisión que terminó siendo duramente criticada y catalogada como “fallida”.
El buque había zarpado de Yokohama el pasado 20 de enero y antes de regresar a esta ciudad se detuvo en los puertos de Kagoshima y Okinawa (sudoeste de Japón) y en Hong Kong, donde el 2 de febrero se confirmó que un pasajero procedente de ese territorio autónomo de China estaba infectado del coronavirus de Wuhan, según el Gobierno nipón.
Tras tener constancia de este caso, las autoridades japonesas ordenaron que el crucero Diamond Princess permaneciera anclado en el puerto de Yokohama y enviaron a bordo un equipo de médicos y funcionarios de cuarentena para realizar tests del virus, el 4 de febrero se detectaron 10 personas contagiadas con el nuevo coronavirus.
Tras los resultados, las autoridades japonesas decidieron poner el cuarentena a todo el crucero, sin esperar que los 10 casos se convertirían en más de 700. ¿Por qué fue catalogada como una cuarentena fallida? En los días siguientes, los mismos pasajeros usaron sus redes sociales para mostrar las condiciones en las que estaban aislados.
Confusión y falta de información
Un pasajero dijo el 5 de febrero a The New York Times, que muchos no entendían con exactitud que pudieron haber estado expuestos al coronavirus, para tener una idea de cuántos pasajeros contagiados habían, contaban las ambulancias alineadas en el muelle.
El 6 de febrero, otro pasajero compartió a través de Twitter las incidencias dentro del crucero, incluyendo esta notificación que recibieron todos los huéspedes donde les notifican de un segundo grupo de 10 personas que dieron positivo al coronavirus.
?????????????????????w ????????? The manuscript of the announcement on board has arrived. #??????????? #DiamondPrincess #coronavirus pic.twitter.com/ImN3R8fHMz
— ??(On board the Diamond Princess / ?????) (@daxa_tw) February 6, 2020
Pasajeros confinados en su propia habitación y con personas enfermas
Los pasajeros no podían salir de sus habitaciones, algunas sin ventana ni balcones. En cierto momento, se les permitió salir por un momento para tomar aire a la cubierta.
Un pasajero, identificado como Fehrenbacher, por Business Insider, contó que él estuvo muy cerca de una mujer enferma. “Podía escuchar esa tos en el fondo de sus pulmones. Sentí empatía por ella y me sentí mal, pero luego pensé para mí: “está bien, no quiero estar en está habitación””.
El profesor de epidemiología de la Universidad de Toronto, David Fisman, declaró al medio Vox, que tener a los pasajeros en confinamiento era como “tener a un grupo de personas en un contenedor grande con el virus” y que la cuarentena era “una transmisión activa”.
Mala aplicación de las pruebas para detectar COVID-19 y falta de medicamentos
A los tres días de haber comenzado la cuarentena, los pasajeros comenzaron a mostrar molestia por la falta de medicamentos. Una pasajera aprovechó una oportunidad para mostrar una pancarta desde su ventana, la cual decía: “escasez de medicamentos”.
Sin embargo, los pasajeros fueron informados, el 11 de febrero, que un poco más de 1,800 personas, que no esperaban quedarse más tiempo de lo planificado en el barco, habían recibido las medicinas recetadas que solicitaron.
También, una pasajera se quejó de que no le colocaron adecuadamente el termómetro cuando le realizaron las evaluaciones para la detección del virus. La mujer contó que en el primer chequeo a su esposo le tomaron la temperatura y dio como resultado un nivel muy abajo de la temperatura corporal normal y en la segunda medición que le hicieron, a petición de ellos, tuvo variación.
“No pusieron el termómetro en nuestros oídos correctamente”, dijo.