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1 – Aprenden? a planificar.
Cuando los niños se involucran en la preparación de la comida aprenden a hacer un menú, a comprar los ingredientes necesarios y a elegir productos saludables para la creación de platos sabrosos.
2 – Conocen nuevos sabores.
Sabemos que es difícil introducir en la dieta de los niños nuevos alimentos y sabores, de ahí que cocinar en familia puede ser el camino para que aprendan a comer más variado.
3 – Ponen en práctica sus conocimientos.
Para cocinar se guían tanto de las matemáticas como de la química, más algún otro conocimiento impartido en el colegio, por ejemplo sobre la pirámide alimenticia. Tendrán la posibilidad de ver lo aprendido en clase plasmado en una comida en la que se mezclan diferentes ingredientes y que en muchos casos deben ser medidos o pesados.
4 – Estrechan los lazos familiares.
A veces la rutina aleja a todos los miembros, pero estos espacios son la esencia para que los niños se integren a tareas en las que también sus padres se involucran. Lo ideal es elegir al menos un día a la semana para cocinar juntos y crear un espacio para compartir experiencias. Ahora que están en casa pueden hacerlo más días.
5 – Aumenta la autoestima.
Los niños adoran ser reconocidos cuando hacen bien las cosas y por lo tanto involucrarlos en la preparación de una comida puede resultar excelente.
6 – Aprenden a apreciar la comida casera.
Todos los peques son fanáticos de la comida chatarra, por ello es muy importante que ellos se involucren en la preparación de platos caseros. Comprenderán el trabajo que eso conlleva y esto hará que aprecien más a sus padres cuando cocinan para ellos.
7 – Toman gusto a la cocina, comienza con recetas sencillas.
Cocinar debe ser sinónimo de recetas fáciles de preparar, que además no generen ningún tipo de peligro. Para comenzar creen platos saludables coloridos y sabrosos. Hay que instruirles en cuanto a seguridad para que sepan cómo funcionan los aparatos y tendrán una noción básica de cómo solucionar cualquier problema.