Dicen que después de los partidos todos se vuelven técnicos. Claro, es más fácil analizar una situación cuando ésta ya ha pasado, en retrospectiva. Con la epidemia de coronavirus (pandemia sería el término más exacto) abundan los comentarios y las opiniones que se orientan hacia lo que se hubiera hecho, a lo que se dejó de hacer que pudo marcar una diferencia. Si se hubiera prohibido el consumo de animales silvestres cuando desde hace mucho tiempo se conoce que son vectores de virus; si se hubiera escuchado al médico chino que alertó sobre el brote epidémico; si las autoridades chinas hubieran sido más transparentes; si se hubiera evitado gigantescas aglomeraciones de personas en Corea del Sur cuando el país vecino ya enfrentaba una epidemia; si Italia, que fue la puerta de entrada del virus a Europa, hubiera actuado con más celeridad en la detección y aislamiento de casos.
Aunque la información acumulada y la experiencia que se adquiere en el camino siempre resultan muy útiles, a veces las acciones se toman un poco tarde. Ante una situación como la actual se pueden tener dos tipos de respuesta, una reactiva o una proactiva. La reactiva es esperar a ver qué pasa, y de acuerdo a lo que venga así será la acción a tomar. La proactiva es adelantarse a los acontecimientos y tomar acciones antes de que lo que pueda ocurrir ocurra. No creo necesario explicar cuál es la mejor opción.
Con el conocimiento que se tiene de este nuevo coronavirus ya se pueden tomar medidas eficaces por adelantado. La información más reciente indica que el 83 por ciento de las personas infectadas sufren sólo una afección leve y pasajera. El 17 por ciento progresan a una condición grave o crítica (posibilidad más alta en adultos mayores y en personas inmunodeprimidas). Los casos leves no necesitan cuidados médicos especiales. El problema con este grupo, que son la mayoría, es que propagan el virus, y mientras más propagación más casos graves. Los casos graves o críticos necesitan personal y equipo médico especializado, esto es unidades especiales de tratamiento, oxígeno, máquinas de ventilación mecánica y medicamentos para las complicaciones. Los médicos y el personal paramédico que puede usar equipos de ventilación son pocos (intensivistas, neumólogos, algunos internistas). El acondicionamiento de servicios de atención y el entrenamiento de más personal en el uso de equipos es esencial.
A nivel comunitario las acciones proactivas son la detección oportuna de casos y el rastreo minucioso de contactos. Se debe contar con suficientes pruebas de detección. El aislamiento de personas contagiadas debe hacerse de acuerdo con normas internacionales. A nivel general estamos ya en el momento de acciones definidas. Hay que evitar en lo posible sitios muy concurridos. Se debe flexibilizar la política de permisos de ausencia en los lugares de trabajo para personal con síntomas respiratorios (aunque se sepa que habrá oportunistas). No se debe mandar a la escuela a los niños con síntomas gripales. Hay asimismo que extremar las medidas de higiene personal, especialmente el lavado de manos frecuente (después de dar la mano o tocar superficies muy usadas). Para potenciar la respuesta inmune es importante dormir al menos 7 horas continuas. La vitamina D ha sido útil en la influenza y podría serlo también con el nuevo coronavirus. Coma alimentos ricos en esta vitamina y expóngase al sol, que es lo que la activa.
Médico psiquiatra