“El líder más guapo del mundo mundial” no está en América

Cada dictador crea grupos de torturadores, de implacables monstruos a su servicio que no vacilan en recurrir a las peores prácticas para someter a los pueblos, como la actual narcodictadura venezolana.

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Foto EDH/

Por El Diario de Hoy

2020-03-02 8:17:23

El presidente más guapo, cool y amado por sus súbditos no es ninguno en Iberoamérica, sino Gurbanguly Berdimuhamedo, de Turkmenistán, una antigua república soviética que sigue siendo uno de los países más represivos “en el mundo mundial”.
El presidente Berdimuhamedo —que para muchos es el dictador más absolutista del planeta, peor que Kim Jong-un, de Corea del Norte— reúne en su misma persona todas las gracias sociales imaginables, incluyendo componer música y cantar, ser coreógrafo, un excelente comunicador (o al menos es lo que el cree), seductor…
Es tan guapo —debe de pensar— que se ha inmortalizado en un monumento dorado en uno de los puntos más conocidos de Ashgabat, escultura que puede correr la misma suerte que las de Lenin y Stalin tras despanchurrarse la gloriosa “comunidad socialista de naciones”.
Berdimuhamedo es la encarnación perfecta de la advertencia de Lord Acton: el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente. Cuando toda la maquinaria del Estado se encuentra al servicio de un megalómano casi de inmediato se cae en los horrores de las dictaduras absolutistas: perseguir, torturar e inclusive asesinar a opositores y disidentes.
Cada dictador crea grupos de torturadores, de implacables monstruos a su servicio que no vacilan en recurrir a las peores prácticas para someter a los pueblos, como la actual narcodictadura venezolana.
Se recuerda que hace unos años Berdimuhamedo metió en líos a la cantante Jennifer López, cuando ella le cantó el “feliz cumpleaños, Sr. Presidente” sin saber que organizaciones como Human Right Watch califican a su régimen como uno de los más represivos del mundo, por lo cual la artista tuvo que disculparse después.

La libertad se pierde paso a paso… El proceso inicia con la censura

Los comunistas rusos y los nacionalsocialistas alemanes esencialmente fueron la misma cosa: echaban mano de las peores prácticas medioevales para arrancar información, como se expone en la hermosa cinta cinematográfica “El banquero de la Resistencia”, una historia basada en un personaje real de la vida en Holanda bajo la ocupación nazi.
Se dice que Turkmenistán y Kazajistán fueron donde los soviéticos ensayaban sus artefactos atómicos, habiendo detonado más de trescientas bombas más mortíferas que las de Hiroshima, lo que ha dejado extensas áreas contaminadas de radiaciones, no en el alto grado de Chernobyl pero lo suficiente para afectar a los niños que nacen y muchos adultos.
Tal patética y triste situación se ilustra en unos videos que hizo un periodista neozelandés, quien describe igualmente el ambiente solitario de Semey, una ciudad kazaja donde la presencia de militares de negro lanza un claro mensaje: “el Gran Hermano los vigila”, como en la obra del inglés George Orwell.
La libertad se pierde por pedazos, iniciando con burlas, amenazas, censuras, hostigamientos a periodistas y sus familiares hasta que un país cae en las tinieblas, bajo el acoso de mesiánicos que para consolidarse en el poder echan mano de todas las infamias imaginables.
La tragedia de Turkmenistán, la de Cuba, Venezuela, lo que sucede en Chile, nación acosada por bandas financiadas por Maduro y sus secuaces, debe alertar a todos los hombres libres sobre la Tierra.