Guayacán rosado, maculís, apamate o Maquilishuat. En El Salvador es el frondoso y distinguido caballero de flores rosadas, de entre 10 y 25 metros de altura y augurio del verano. Árbol nacional, según Acuerdo Legislativo n.° 44 del 26 de junio de 1939. Poema en flor.
Este amable nativo de Centroamérica echa su raíces en los sitios más impensables y, majestuoso, se abre espacio entre la urbe lo mismo que en campiñas en todos los 21,000 kilómetros cuadrados de El Salvador.
Pero su belleza no solo es exterior. Su madera ha sido muy apetecida para decoraciones en interiores y en tareas de ebanistería, al tiempo que sus ramas forman un inmenso florero que adorna parques y plazas, campiñas y cerros.
Su nombre científico es Tabebuia rosea. Su nombre procede del náhuatl mexicano “macuil”: cinco e isguat: hoja.
Asimismo, es una gran fuente de néctar, por lo que se convierte en un buen recurso apícola, porque contiene una miel de sabor delicado y un color ámbar intenso, según las explicaciones científicas.
Esto árboles comienzan a florecer en febrero y terminan de hacerlo en abril. También son amantes de los lugares húmedos y ligeramente calurosos.
“Era un jarrón, todo loco de flores, era una copa de corolas que se vertía sobre el monte. Propiamente, no era un árbol. Todo él era una flor. No tenía hojas, por tener corolas, y desde lejos se adivinaba el afán de cubrirse de pétalos. Era un maquilishuat florido, todo violeta y rosa. Como si un celaje de octubre hubiera descendido a besar una rama del bosque”, escribió el poeta Miguel Ángel Espino.