En medio de una época complicada a nivel internacional, cuando en el mundo los horrores de la Primera Guerra Mundial separaban a la humanidad, hombres ilustres tuvieron la visión de unificar las naciones a través del deporte.
El Barón Pierre de Coubertin fue su líder en París, pero junto a él estuvieron otros que jugaron papeles clave, entre ellos, el salvadoreño Pedro Jaime de Matheu.
Poco se conoce de este diplomático de carrera en relación al deporte en el país, pero, en el marco de los 95 años de la fundación que realizara de Matheu del Comité Olímpico de El Salvador, ayer se realizó una cena para recordar parte de su legado.
El salvadoreño fue uno de los encargados no solamente de traducir el pensamiento de Coubertin, sino que compartió con este la filosofía del olimpismo y la transmitió a toda la región centroamericana, e incluso fundó otros Comités Olímpicos, como el de Colombia, según reseñó Eduardo Palomo, actual presidente del Comité.
Fue una noche especial, que contó con personalidades del deporte de ayer y hoy, como Melecio Rivera, expresidente del COES y de Fedetenis; o Gerardo Aguirre, presidente del Comité de Guatemala.
Pero la presencia de los bisnietos de Pedro de Matheu dio un realce especial. A través de sus palabras, se honró también memoria al ilustre salvadoreño.
“En tiempos de la Guerra Civil Española, fue cónsul honorario para Honduras. Es una patria hermana, pero es algo muy honorable, y con todas las luchas que tenía y los problemas en España, le dio asilo político a San José María Escrivá de Balaguer (fundador del Opus Dei) y al ya beato Álvaro de Portillo”, contó Pedro, su bisnieto, quien agregó que fue una persona que instauró mucho en la familia la espiritualidad.
Por su parte, Michelle, su bisnieta, dijo que “era todo un personaje, sus logros solo reflejan un pedacito de su personalidad y carisma que tenía, su humanidad y humildad. Se relacionaba con la realeza, y con el mismo cariño y respeto trataba a otros seres humanos”, señaló.
La frase
Además, asegura que era alguien que instauraba felicidad en el hogar, que “iluminaba el cuarto en el que estaba con alegría, plenitud de la gracia del universo. Encontraba satisfacción en todo lo que hacía y se volvió una pasión, creo que era un súper talento que tenía mi bisabuelo”, contó Michelle, quien hace año y medio estuvo en Suiza leyendo las cartas de correspondencia que se escribían el Barón de Coubertin y de Matheu.
A través de sus abuelos, Dolores López y Roberto de Matheu, conocieron sus bisnietos los valores que don Pedro transmitió y por los que luchó toda su vida. En los próximos días, a este ilustre salvadoreño le develara un busto el Comité Olímpico de El Salvador en el redondel Olímpico.