Migrantes de origen hondureño toman un descanso, este viernes, a la orilla del Río Suchiate, (México), del lado de Tecún Umán en Guatemala. Varios centenares de migrantes han empezado a llegar estas últimas horas en al menos dos puntos de la frontera entre Guatemala y México, y se espera que el fin de semana intentarán cruzar de país en caravana. Foto EFE
Con la caída de la noche el viernes, los migrantes intentaron dormir en el lado guatemalteco del puente, con sus cabezas apoyadas sobre sus mochilas y los niños tendidos entre sus padres.
Prendas húmedas colgaban de las cercas. Otros mataban el tiempo jugando al fútbol en la orilla del río Suchiate.
“Tenemos que esperar a ver qué pasa”, dijo Tania Mejía, una madre hondureña de 25 años que, junto a su hijo de seis años y a su hija de tres, ocupaba unos pocos metros (pies) cuadrados junto a un árbol en el acceso al puente.
Mejía quería ser una de las primeras en cruzar, pero consideraba su deseo con la seguridad de sus hijos y la idea de que podría quedarse atrás para ver cómo se desarrollaban los acontecimientos.
Tenía todavía fresco el recuerdo de las dos primeras caravanas de migrantes en las que viajó sola, una a finales de 2018 y la otra en la primavera de 2019. Sabía que la situación podía agravarse si las fuerzas de seguridad intentaban impedir la entrada a México.
“Dicen que los mexicanos no van a dejar pasar, pero ¿quién sabe?”, dijo.
Si fuera necesario, agregó, podría tener que vadear el río como hizo una de las veces anteriores. En esta ocasión, su objetivo no era llegar a Estados Unidos, sino al norte de México.
“Tengo una persona en Mexicali que me puede dar trabajo, así que hasta ahí quiero llegar”, manifestó.
México no cerró el puente el viernes. Los migrantes que querían cruzarlo y solicitar asilo o tratar de regularizar su estatus para encontrar trabajo, podían hacerlo.
Pero los migrantes desconfiaban. La oferta mexicana de estatus legal y un posible empleo incluye una cláusula que los confinaría en el sur, donde los salarios son más bajos y hay menos empleo que en otras partes de la nación.
Hernández, la alcaldesa, señaló que el país es distinto ahora que en 2018 y a principios de 2019, cuando las multitudinarias caravanas de migrantes cruzaron la frontera. El gobierno, desde las municipalidades hasta el federal, está coordinado y preparado, agregó.
La regidora esperaba la llegada de más agentes a Ciudad Hidalgo “para que la gente no pase por el río. Que el que quiera pasar a México, como dice nuestro presidente, “Bienvenidos”, pero por el puente”.
En la capital de Guatemala, Mauro Verzzeletti, director de un albergue para migrantes, dijo que esperaba que entre 1.000 y 1.500 personas durmiesen allí el viernes. Los migrantes tenían previsto retomar su marcha alrededor de las 04:00 de la madrugada del sábado.
Por su parte, la oficina del Defensor de los Derechos Humanos de Guatemala dijo que había poco más de 1.000 personas congregadas en otro punto de la frontera mexicana, más al norte, en la región de Petén, y que había reportes de que las fuerzas de seguridad mexicana también se estaban reforzando allí.
En Ciudad Hidalgo, Francisco Garduño, comisionado del Instituto Nacional de Migración mexicano, recalcó que los migrantes que traten de ingresar al país de forma ilegal, no podrán ir mucho más lejos.
“No pueden entrar porque sería un violación de la ley”, dijo a The Associated Press. Aunque se negó a hablar en detalle sobre el despliegue de seguridad fronterizas, dijo que había “suficientes” efectivos para mantener la situación bajo control.
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