Pedro esperó 20 años por plaza de docente; el jueves lo mataron

Lo sacaron de su casa hombres vestidos como policías; minutos después lo mataron. Los delincuentes fingieron un cateo y robaron aproximadamente cinco mil dólares entre teléfonos de alta gama, incluyendo un iphone, anillos de graduación y otras joyas de oro.

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Pedro será enterrado hoy en la tarde. Ayer decenas de profesores llegaron a la velación y a mostrar sus condolencias. Foto EDH / Lissette Lemus

Por Jorge Beltrán Luna

2020-01-10 10:05:51

Pedro Antonio Portillo Campos, de 44 años, esperó 20 años para que le saliera una plaza en el Ministerio de Educación como profesor de primaria. Se graduó como maestro en 1999.

Las condiciones económicas de Pedro no eran lo que lo movía a andar dejando un currículo aquí y otro por allá. Lo movía el deseo de ser profesor.

Y cuando por fin logró la plaza, sólo pudo disfrutarlo por un año, el 2019, porque justo cuando tenía tres días de haber comenzado a trabajar el segundo año, el jueves en la madrugada, un grupo de hombres armados y uniformados como la Policía Nacional Civil llegó a sacarlo de su casa y minutos después, como a dos kilómetros de distancia, lo asesinaron.

El maestro fue velado por sus familiares en su vivienda. Foto EDH/ Lissette Lemus

Pedro Portillo, de 44 años, fue sacado de su casa la madrugada del 9 de enero y asesinado a unos metros de ella. Portillo se graduó de profesor en 1999, pero fue hasta 20 años después que logró obtener una plaza en el Ministerio de Educación como docente de primaria.

DATOS Y CIFRAS

$5,000

Es el cálculo de lo robado por hombres armados que asesinó a Pedro, el profesor. Aseguran que la PNC ni se asoma a ese lugar.

Los asesinos en número aproximado de 16 llegaron a la vivienda de Portillo Campos, en el caserío Valle de La Jícama, en San Rafael Oriente, departamento de San Miguel, con la excusa de hacer un cateo aunque no llevaban orden judicial. Eran los primeros minutos del jueves 9 de enero.

Ocho se quedaron afuera de la vivienda y otros tantos entraron y pidieron a todos los habitantes a que colocarán sus teléfonos en el centro de la Sala, así como otros objetos de valor. Mientras unos fingían el cateo en la casa, otros fueron a golpear las puertas de casas inmediatas pero no entraron en ellas.

De acuerdo con testigos, todos andaban con gorros navarone, con armas largas, botas, chalecos antibalas y uniformes oscuros con parches donde se leía STO, que en términos policiales significa Sección Táctica Operativa.

Luego echaron a una mochila todos los objetos, entre estos un iphone, varios teléfonos de alta gama, anillos de graduación y otras joyas de oro, además de dinero en efectivo. Las víctimas calculan en 5 mil dólares todo lo robado.

“Todo esto lo van a esclarecer allá”, decían los delincuentes, de los que no se sabe si eran policías reales o si sólo andaban vestidos como tales. Se llevaron todo eso y dijeron que el fiscal los estaba esperando. Además, le dijeron a Pedro que se lo llevarían, que saliera con su voluntad y que regresaría luego, pues nada más lo necesitaban para que dijera ante la Fiscalía que el allanamiento o cateo lo habían permitido de manera voluntaria.

Pero como si presintiera algo malo, Pedro les rogó: no me lleven, no me lleven.

Su padre, un anciano con dificultades de movimiento intentó forcejear con algunos hombres pero fue sometido rápidamente.

Los asesinos de Pedro llegaron a pie, pero hubo vecinos del caserío que vieron que a unos 400 metros de la casa abordaron un pick up color negro. Poco antes del amanecer, unos familiares hallaron el cadáver, un sobrino lo abrazó y lo besó. Otro lo cubrió con una sábana.

Él era Pedro Antonio Portillo Campos, el profesor que fue asesinado el jueves en una zona rural de San Rafael Oriente. Foto EDH / Lissette Lemus

Un maestro por convicción

Desde 2019, Pedro se convirtió en profesor de segundo grado de la escuela del cantón Candelaria, del municipio de San Jorge, siempre en el departamento de San Miguel, donde, según sus compañeros de trabajo, demostró mucha responsabilidad y convicción en su desempeño.

En el cantón Candelaria, de acuerdo con vecinos, hay mucha pobreza y Pedro, además de la enseñanza, llevaba cosas para regalar a los niños, según las necesidades que él detectaba.

Al final de año, de su bolsillo hizo un festejo a sus alumnos, a quienes agasajó con un panes con pollo. Cuentan que una niña le dijo: Ay, profe, yo le voy a llevar de esto a mi hermanito para que pruebe”.

El asesinato de Pedro ha causado mucha conmoción en San Rafael Oriente y en otros municipios donde lo conocían, pues era un ganadero reconocido que andaba de tiangue en tiangue, comerciando ganado, además de ser agricultor.

Para muestra, según familiares, Pedro dejó sin cosechar seis manzanas de jícama.

Este es uno de los cultivos de jícama que el maestro sembró en los últimos días. Foto EDH/ Lissette Lemus